En: http://konzapata.com/2014/09/tres-siglos-de-controles-en-la-publicidad-politica/
Por Johan Rodríguez Perozo.-
Si algo se pude considerar de vieja data
en la historia política y electoral de Venezuela, es la publicidad
política en los medios de comunicación en general y en especial, en los
medios impresos. Desde los primeros intentos por traer la imprenta al
país en el siglo XVIII, política y medios han conformado un tándem
inseparable al correr del tiempo. La llegada de la imprenta fue un hecho
político en si mismo y en tal sentido, ha estado histórica e
inexorablemente ligada no sólo a la gesta independentista, sino al
desarrollo y la evolución política venezolana en los tiempos
posteriores. Un somero vistazo a las épocas claves de la política
vernácula, nos puede mostrar algunos hechos concretos relacionados con
el tema.
El primer intento por instalar una imprenta en Venezuela se le
atribuye a Francisco de Miranda, quien impedido de hacerlo fue a parar a
Trinidad, donde el impresor de origen inglés Matthew Gallagher, la
compró a precio vil. Más adelante, en 1808, el mismo impresor asociado
con un paisano, James Lamb, inician la actividad tipográfica en
Venezuela, dando origen a la fundación de una de las primeras
publicaciones conocidas, La Gaceta de Caracas, cuya aparición data de
octubre de ese año. Según datos de algunos destacados investigadores e
historiógrafos, Andrés Bello fue uno de los iniciadores del periodismo
en Venezuela, a través de esta histórica publicación. La progresiva
“siembra” de la imprenta en Venezuela adquirió un ritmo vertiginoso, lo
cual permitió que durante el siglo XIX se multiplicara en las
principales ciudades del país.
En noviembre de 1810 aparece el periódico Semanario de Caracas,
publicación pionera de cuantas verían la luz a lo largo de la centuria.
El 27 de junio de 1818, aparece El Correo del Orinoco, publicación
promovida por el Libertador Simón Bolívar, asociado directamente con la
gesta independentista. Hasta el momento de sellar la independencia de
Venezuela, los periódicos surgidos en la época, tanto los patriotas como
los realistas, sirvieron de plataforma al debate y la promoción de las
ideas y posiciones políticas de sus fundadores. Política y medios de
comunicación hundieron sus raíces en la cultura política venezolana
desde entonces. Al decir del historiador y periodista Ramón J. Velásquez
en una de sus tantas investigaciones, respecto a la compleja relación
periodismo – imprenta – lucha ideológica de la época, “el periodista era
dueño de su hambre, de su imprenta y cargaba con ella al hombro”.
A partir de 1830, Venezuela adquiere su propia fisonomía como
República y con ésta lo hace el periodismo y los medios. El periódico El
Venezolano, abre el camino a la innumerable cantidad de publicaciones
de la etapa histórica que transcurre hasta finales del siglo XIX. De
acuerdo con variadas investigaciones acerca del tema, entre 1830 y 1848
se produce en Venezuela un importante desarrollo de medios de
comunicación, siempre vinculados con las causas políticas de su tiempo.
Publicaciones como El Constitucional, El Liberal La Bandera Nacional en
Caracas y El Patriota, El Observador, El Manzanares y El Republicano
entre otros, son publicaciones que nutren el periodismo y la política en
varias ciudades del interior. El debate político entre civilistas y
militaristas, encontró en estas publicaciones la trinchera ideal para la
confrontación. La Opinión Nacional fue el periódico que sirvió de
soporte a la causa liberal de Antonio Guzmán Blanco. Más adelante, los
periódicos El Delpinismo y El Yunque sirven de trinchera a los opuestos a
la causa guzmancista. Hacia finales de la década de los noventa del
siglo XIX, surgen El Cojo Ilustrado y Fantoches, claramente
identificadas con la lucha política, además del periodismo de opinión.
Hacia 1897, en el marco de la campaña electoral en la cual
compitieron de manera protagónica José Manuel “El Mocho” Hernández e
Ignacio Andrade, la profusión de periódicos asociados a la lucha
política se hizo más prolífica. Especialmente en algunas zonas del
interior de la república, por ejemplo el eje andino, donde surgieron
muchas publicaciones de distintos formatos y estilos. Unas veintidós
publicaciones entre las cuales destacaban La Idea, El Patriota, La Voz
del Táchira, El Ferrocarril del Táchira, El Republicano y El Reformista,
entre otros, coparon ampliamente el espectro mediático ligado con la
política en Venezuela. Periódicos como El Tiempo y El Pregonero,
modificaron la dinámica del periodismo no sólo por los cambios estéticos
y de contenido que introdujeron a partir de su aparición sino, además,
porque fueron de los primeros en cambiar a la imprenta moderna, cuya
instauración permitió mayores tirajes. Otras publicaciones históricas
como El Impulso, El Universal, La Esfera, Panorama, El Carabobeño,
surgidas al calor de la era “gomecista”, echaron las bases para impulsar
los cambios tanto en el periodismo moderno, como en su relación con la
política.
El post gomecismo liderado por López Contreras y Medina Angarita, vio
el nacimiento de publicaciones como Últimas Noticias, El Nacional, El
Tiempo y El Morrocoy Azul. Estas publicaciones contribuyeron de manera
importante con los cambios del periodismo hacia la modernidad. Al asumir
la actividad informativa como prioridad, manteniendo la relación
política con los partidos a cierta distancia, las organizaciones
partidistas promovieran sus propias publicaciones o en todo caso, afines
al pensamiento político que representaban. En tal sentido,
publicaciones tales como El País y Aquí Está, expresaban claramente las
posiciones tomadas por Acción Democrática y el Partido Comunista. Copei
promovió dos publicaciones, una con el nombre del partido y otra
denominada El Gráfico, destinadas ambas a cumplir el rol de expresión de
esta organización. Con la dictadura de Pérez Jiménez llegó la censura a
los medios de comunicación y al periodismo. El régimen promovió su
propia publicación, El Heraldo, la cual cumplió esencialmente con
labores de propaganda y desprestigio a quienes le adversaron. Sin
embargo, al margen del control sobre los medios existentes, surgió la
prensa clandestina asociada a la lucha contra la dictadura. En este
plano destacaron publicaciones como Tribuna popular, Venezuela
Democrática, Estrella Roja, Resistencia y muchos más.
Con la recuperación de la Democracia ocurrió lo propio con la
libertad de prensa. El vespertino El Mundo se cuenta entre las
publicaciones emblemáticas surgidas al calor de esta etapa. La
definición clara de reglas de juego en cuanto al funcionamiento de los
medios y su relación con la política, abrió el camino para la
constitución de las grandes cadenas periodísticas y de empresas
económicas vinculadas con el mundo mediático. Es el momento de la
redefinición del funcionamiento de la prensa y su relación con el poder.
La preponderancia mediática la ejercen los medios impresos, cuya
proliferación se hará notoria en las décadas siguientes a la
instauración del período democrático. Más adelante, junto al desarrollo
de la televisión y la radio, se replanteó la relación de los partidos,
la política y los grandes consorcios comunicacionales. La consolidación
del llamado bipartidismo conllevó a una serie de alianzas tácticas entre
los grandes partidos y los empresarios de medios. Es así como se vio la
marcha conjunta de intereses mediáticos y políticos entre La Cadena
Capriles y Copei y AD, así como el Bloque de Armas, especialmente con
AD. Un tratamiento recíproco sirvió de “puente de plata” para que
editores de periódicos o personeros representantes de estos grupos,
formaran parte de las cuotas parlamentarias y en ocasiones, de
posiciones de gobierno de importancia.
Las décadas de los setenta y ochenta, sirvieron de marco para el
desarrollo de las regulaciones que en materia electoral se hicieron
presente en este contexto. Lo que antes parecía no tener medidas y
control y por tanto se hacía permisivo en cuanto al uso de espacios en
los medios para la propaganda política, comenzó a ser controlada por la
propia exigencia de la dinámica electoral. la presión del cotarro
político, conllevó a la promoción de una serie de reformas a la
institución electoral y con ello, a las normas de obligatorio
cumplimiento por los partidos durante las campañas. La televisión, por
razones obvias, se convirtió en el campo de batalla más importante para
las disputas electorales. De hecho, los porcentajes de gastos o
inversión en materia de propaganda electoral, a partir de esa época, se
hizo mayoritariamente exigente en este ítem.
Más adelante, como consecuencia de la pérdida de espacios y control
por los partidos del organismo electoral, el entramado legal que rige la
materia se hizo más complejo y exigente. Las normas sobre propaganda
política establecieron todo un cúmulo de restricciones, a los efectos de
las publicaciones y la propaganda desmedida en campañas electorales.
Hoy día, dadas las experiencias del pasado, el organismo electoral ha
promovido toda una plataforma legal capaz de controlar lo relacionado
con la propaganda electoral y la racionalidad de la exposición ante los
medios de comunicación social. Las normas contemplan no sólo sanciones a
los partidos y candidatos, también a las empresas mediáticas que
incurran en trasgresiones de la normativa que rige la materia.
La gráfica que sirve de base a este trabajo del Museo Electoral de
konzapata.com, nos muestra la página del diario El Nacional,
“atiborrada” de publicidad electoral, en el contexto de la campaña
presidencial del año 1993. Las regulaciones de entonces aún eran en
cierto sentido permisivas respecto al espacio que debían tener los
anuncios de candidatos y partidos. En la misma aparece un aviso
ampliamente destacado y por tanto ocupando la mayor parte del espacio,
correspondiente a la propaganda del entonces candidato Andrés Velásquez.
En dicho aviso, Velásquez promueve no sólo su imagen sino además, buena
parte del contenido del discurso enarbolado para la ocasión y algunas
de las consignas más relevantes de su campaña. El acento del mensaje
electoral lo pone en el ataque a la corrupción en el llamado a votar
masivamente, con lo cual aspiraba a ganar “por avalancha”, tal como fue
la consigna. Luego aparece otro aviso, como una suerte de refuerzo del
mismo candidato, en el cual informa e invita para que le escuchen en el
entonces muy sintonizado espacio radiofónico dirigido por Adolfo
Martínez Alcalá en Radio Capital. Acompañan estos avisos publicitarios,
una propaganda del Movimiento al Socialismo, MAS, invitando a votar por
las fórmulas parlamentarias de este partido, en apoyo a la candidatura
de Rafael Caldera. También aparece, aunque de manera más discreta, un
aviso relacionado con la campaña del candidato de Copei, Oswaldo Álvarez
Paz. Curiosamente, el único espacio reservado a la información por
parte del periódico, estuvo dirigido a destacar la penosa situación que
para esos momentos vivió el ex Presidente Carlos Andrés Pérez,
relacionado con el juicio del cual fue objeto como consecuencia de la
destitución del cargo de Presidente de la República, en el transcurso de
ese mismo año.
Como es de observar, la materia relacionada con la propaganda
electoral, en este caso con la que publican los medios impresos,
constituye un hecho histórico aunque haya sido sometida, según la época
de que se trate, a diferentes modalidades. Desde el vínculo de la
política y los medios, iniciado con la el arribo de la imprenta a
Venezuela en el siglo XVIII, pasando por la promoción de la creación de
publicaciones por partidos y figuras políticas de la historia, en el
transcurso de los siglos XIX y XX, hasta la construcción de alianzas
políticas y empresariales en torno a las campañas y la lucha por el
poder, la propaganda electoral en los medios impresos ha escrito buena
parte de la historia política y electoral de Venezuela. Históricamente
ha sido así y al parecer, nada indica que ello cambiará hacia el futuro.
Hoy, en pleno siglo XXI, la implantación del formidable aparato
comunicacional y de propaganda en Venezuela por parte de quienes
detentan el poder, señala claramente ese camino. El control del
entramado legal, cuyo contenido promueve claramente mayores
restricciones a la propaganda política, se suma la estrategia del
régimen en la operación que actualmente se lleva a cabo, con la
finalidad de colocar en manos de particulares afectos a su causa, las
cadenas informativas más importantes del país. Tales hechos, sin duda
alguna, tendrán, como en el pasado, un alto impacto en las contiendas
electorales que están por venir.
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