FRANCISCO RIVERO VALERA | EL UNIVERSAL
viernes 9 de diciembre de 2011 12:00 AM
Este 31 de diciembre no le voy a decir Feliz Año a todo el mundo, como todos los años.
Ni voy a sacar las maletas para que se cumplan mis deseos de pasar todo el año viajando.
Ni voy a tirar agua pa'la calle pa'despojarme de toda esa pava que nos ha desparramado este pésimo gobierno durante todo este año que está pasando. Nada de eso.
En parte, porque no tenemos dólares para viajar, gracias a Cadivi. Ni la electricidad de otros tiempos, permanente y sin multas por consumo, para la iluminación de los arbolitos de Navidad. Ni agua para quitarnos esas 10 plagas de Egipto que nos han caído encima como garrapatas, gracias, aguantando las malas palabras, a la gestión de este pésimo gobierno comunista.
Y en parte también, porque he pensado que, a fin de cuentas, ¿qué estamos celebrando: el año viejo que se va o el año nuevo que vendrá?
Si es por el año viejo que se va, creo que todavía los venezolanos no padecemos del mal de Alzheimer ni de masoquismo como para celebrar el año viejo, olvidando las calamidades que hemos recibido del chavismo y, como dice la canción Cabeza de Hacha, de Noel Petro: arrastrando esta cadena tan fuerte, durante los últimos 13 años.
Cómo olvidar entre hallacas, por ejemplo: esta grave crisis de viviendas, el pésimo estado de la vialidad, el desbordamiento de la delincuencia y de la corrupción; el racionamiento de la electricidad y del agua, la expropiación de tierras, empresas privadas y destrucción del aparato productivo del país; los altos índices de inflación, alarmante incremento en las importaciones y mayor dependencia del petróleo, la crisis en el sector salud, la represión de la oposición y el resto de calamidades que no caben en este espacio. Termina uno con indigestión, gastritis aguda y reflujo gastroesofágico, por la rabia.
Y eso sin mencionar las kilométricas cadenas presidenciales, atiborradas de amenazas, promesas jamás cumplidas y, el colmo, de alabanzas a un supuesto sistema comunista que no solo nunca se ha hecho realidad con su mayor suma de felicidad posible sino que ha demostrado ser un sistema con la mayor suma de infelicidad posible.
O sea: ésta sería la celebración del año viejo pero de los chavistas, para festejar la tremenda estafa vende-patria que le han hecho a Venezuela. Desde las innumerables mentiras dichas por Chávez desde 1998, pasando por el regalo de las riquezas y abandono de las necesidades del país, hasta el reciclaje de las mismas mentiras para garantizar su continuidad catastrófica en el Gobierno.
Y hasta cantarán El Año Viejo, con Tony Camargo, que dice: yo no olvido al año viejo/ porque me ha dejado cosas muy buenas/ me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra. Y otras bagatelas más.
Pero, al revés, si la celebración es por el año nuevo que vendrá, las cosas cambian radicalmente. Y hasta históricamente. Por 2 razones.
En el 2012 serán las elecciones primarias para seleccionar al candidato de la democracia y nuevo presidente de Venezuela. Es la gran esperanza.
Y, en segundo término, la historia de nuestro país quedará dividida en 2 partes: antes y después de la era catastrófica chavista.
O sea: si el 2011 es el fin de una década de decadencia, el 2012 será un año determinante del futuro del país. La gran oportunidad de Venezuela para salir de abajo. Y el momento exacto para desearnos un auténtico feliz año.
Comencemos a ensayar: feliz año pa'ti, pero sin Chávez.
Ni voy a sacar las maletas para que se cumplan mis deseos de pasar todo el año viajando.
Ni voy a tirar agua pa'la calle pa'despojarme de toda esa pava que nos ha desparramado este pésimo gobierno durante todo este año que está pasando. Nada de eso.
En parte, porque no tenemos dólares para viajar, gracias a Cadivi. Ni la electricidad de otros tiempos, permanente y sin multas por consumo, para la iluminación de los arbolitos de Navidad. Ni agua para quitarnos esas 10 plagas de Egipto que nos han caído encima como garrapatas, gracias, aguantando las malas palabras, a la gestión de este pésimo gobierno comunista.
Y en parte también, porque he pensado que, a fin de cuentas, ¿qué estamos celebrando: el año viejo que se va o el año nuevo que vendrá?
Si es por el año viejo que se va, creo que todavía los venezolanos no padecemos del mal de Alzheimer ni de masoquismo como para celebrar el año viejo, olvidando las calamidades que hemos recibido del chavismo y, como dice la canción Cabeza de Hacha, de Noel Petro: arrastrando esta cadena tan fuerte, durante los últimos 13 años.
Cómo olvidar entre hallacas, por ejemplo: esta grave crisis de viviendas, el pésimo estado de la vialidad, el desbordamiento de la delincuencia y de la corrupción; el racionamiento de la electricidad y del agua, la expropiación de tierras, empresas privadas y destrucción del aparato productivo del país; los altos índices de inflación, alarmante incremento en las importaciones y mayor dependencia del petróleo, la crisis en el sector salud, la represión de la oposición y el resto de calamidades que no caben en este espacio. Termina uno con indigestión, gastritis aguda y reflujo gastroesofágico, por la rabia.
Y eso sin mencionar las kilométricas cadenas presidenciales, atiborradas de amenazas, promesas jamás cumplidas y, el colmo, de alabanzas a un supuesto sistema comunista que no solo nunca se ha hecho realidad con su mayor suma de felicidad posible sino que ha demostrado ser un sistema con la mayor suma de infelicidad posible.
O sea: ésta sería la celebración del año viejo pero de los chavistas, para festejar la tremenda estafa vende-patria que le han hecho a Venezuela. Desde las innumerables mentiras dichas por Chávez desde 1998, pasando por el regalo de las riquezas y abandono de las necesidades del país, hasta el reciclaje de las mismas mentiras para garantizar su continuidad catastrófica en el Gobierno.
Y hasta cantarán El Año Viejo, con Tony Camargo, que dice: yo no olvido al año viejo/ porque me ha dejado cosas muy buenas/ me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra. Y otras bagatelas más.
Pero, al revés, si la celebración es por el año nuevo que vendrá, las cosas cambian radicalmente. Y hasta históricamente. Por 2 razones.
En el 2012 serán las elecciones primarias para seleccionar al candidato de la democracia y nuevo presidente de Venezuela. Es la gran esperanza.
Y, en segundo término, la historia de nuestro país quedará dividida en 2 partes: antes y después de la era catastrófica chavista.
O sea: si el 2011 es el fin de una década de decadencia, el 2012 será un año determinante del futuro del país. La gran oportunidad de Venezuela para salir de abajo. Y el momento exacto para desearnos un auténtico feliz año.
Comencemos a ensayar: feliz año pa'ti, pero sin Chávez.
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