En: http://www.lapatilla.com/site/2011/12/09/laureano-marquez-harina-bread/
Laureano Márquez/Tal Cual
Que la gente le encargue a uno “harina PAN” cuando uno viaja al imperio, no puede ser algo normal. Montañas de este producto que la errática política económica ha hecho desaparecer de los anaqueles de nuestros mercados, se encuentran en abundancia en todos las pulperías de Miami, al punto de que amigos y familiares, lo primero que me encargaron, cuando supieron que iba a viajar, fueron varios kilos de nuestra emblemática harina de maíz.
Yo sé que con frecuencia se nos dice en cadena de radio y televisión que el imperio está a punto de hundirse, que lo que le falta es un empujoncito para terminar de desmoronarse por culpa del capitalismo salvaje, mientras nosotros, gracias al Socialismo del siglo XXI, avanzamos hacia el progreso y el bienestar. No sé por qué, pero cuando escucho esta sentencia me viene a la mente aquella frase que decía el Tenorio: “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”, porque, en honor a la verdad, este derrumbe da cierta envidia: como 200 tipos de leche (entre “fat free” y “fat in jail”), aceite de maíz, café y sé que no me lo van a creer hasta papel toilette se consigue.
Las hallacas ya no van de Caracas a gringolandia, como en otros tiempos, sino que vienen del Doral o de la llamada Westonzuela a nuestro país, porque allá son ya tan comunes que hasta las venden en los supermercados y hay, incluso, gente que prefiere hacerlas allá y traerlas, porque es más fácil y sale más barato viajar hasta el norte y conseguir allí los ingredientes de calidad.
Además, como las hallacas se hacen en familia y la mitad de la familia está fuera, sirve de reencuentro. De hecho, creo que hasta la embajada está ofreciendo una visa especial del tipo “H-1 hallaca-visa”, que permite hasta 20 días de permanencia para el “making off “.
Los venezolanos que andan por allá, cuando quieren hacerlo sentir mal a uno lo llevan a un supermercado de esos que venden desde cauchos de carro hasta alfileres, pasando por toda clase de productos comestibles. El estante del café, por poner un ejemplo, tiene tal variedad y marcas, que uno, que no está acostumbrado, se bloquea y prefiere no comprar. Claudio Nazoa insistía, como veníamos de vuelta a Caracas en un avión de Islandia, un país vecino al Polo Norte, en que trajéramos hielo para los tragos de diciembre, porque el hielo de Miami, según él, amén de ser más barato es de mayor calidad.
Whisky sí no trajimos, porque sabemos que ese producto de primera necesidad, nunca va a escasear en Venezuela.
Los funcionarios de aduana del Seniat, ya no saben qué hacer porque a la planilla de declaración, la gente le anexa, simplemente, la lista del mercado de todos los productos nuestros que se consiguen allá y no aquí y como son productos nacionales, no pagan impuestos.
Nos tocará este diciembre partir el año con hallacas “made in USA” y pavo de Walmart en vez del tradicional cochino. Pero, por otro lado, nos cabe una pequeña satisfacción: ellos nos dominarán, pero nosotros los derrotaremos desde adentro a punta de gastronomía, porque allí fui a una arepera por allá perdida en el “79th Ass of the world avenue y 25th st” y esa vaina estaba a reventar, no sólo de venezolanos, sino de nativos del imperio y no es por nada, las arepas y empanadas más sabrosas que en Caracas, y cómo no van a ser, si las hacen con la genuina “harina Bread”.
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