MIGUEL SANMARTÍN | EL UNIVERSAL
sábado 10 de diciembre de 2011 12:00 AM
La epidemia de fraudes electorales se expande por el mundo. Se hizo contagiosa. ¿Será por aquello de que las malas mañas se pegan? El virus traspuso las fronteras de África y Asia -donde no hay ni equidad ni asepsia en la cosa electoral- y desde América Latina -recorrida por una nube radioactiva autocrática- la plaga saltó el "charco" para infectar algunas sociedades europeas que no son tan democráticas como las proclaman.
Otro mal ejemplo (de las peores prácticas electorales) como en su momento se denunció que hubo en Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Ucrania, Yemen, Libia, Túnez, Argelia e Irán (entre otros muchísimos casos) se repitió el pasado domingo en los comicios parlamentarios de Rusia donde el partido del tándem Medvedev-Putin "logró", por la vía del fraude (según reportaron observadores internacionales) una leve ventaja para mantener la mayoría en la Duma.
Según informó la agencia EFE, en la antirrusa Chechenia se registró una votación de 99,51% a favor de Rusia Unida, el partido de Putin y Medvedev, "sorprendiendo incluso a los observadores mas avezados". Por otro lado líderes opositores denunciaron que el partido del dúo dinámico se "atribuyo" hasta un 15% más de votos de los que realmente obtuvo en las urnas.
Pero no fue la única irregularidad. Allá, como aquí, también la mayoría parlamentaria oficialista reformó la constitución para aumentar de cuatro a seis años el período presidencial y cambiar la reelección alterna por la consecutiva con vistas a las presidenciales de 2012. El objetivo -rechazado por un sector de la sociedad- es prolongar al "par" en el poder intercambiando posiciones: Putin presidente y Medvedev primer ministro.
El chanchullo electoral ruso debe encender las alarmas en el país por lo que pudiera ocurrir aquí -si no se toman previsiones- en el multiproceso comicial en puertas. Serán tres, cada uno más disputado que el otro.
La ambición reeleccionistas del caudillo y los demás candidatos del régimen no tiene límites ni conoce de impedimentos éticos ni jurídicos. Está demostrado su desparpajo, el uso abusivo del poder y de los recursos del Estado con fines electorales. Tampoco hay dudas sobre la parcialización del árbitro electoral. En cambio se mantiene la incertidumbre sobre la fiabilidad y transparencia del sistema automatizado de votación y escrutinio. Y el CNE sigue sin permitir la auditoría del Registro Electoral y sin ofrecer garantías de reparto equitativo de credenciales a los testigos de mesa.
Los partidos democráticos saben perfectamente cuáles son y dónde están las debilidades-anomalías del sistema electoral, argucias susceptibles de alterar la voluntad popular. ¿Las dejarán pasar o las atacarán?
Otro mal ejemplo (de las peores prácticas electorales) como en su momento se denunció que hubo en Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Ucrania, Yemen, Libia, Túnez, Argelia e Irán (entre otros muchísimos casos) se repitió el pasado domingo en los comicios parlamentarios de Rusia donde el partido del tándem Medvedev-Putin "logró", por la vía del fraude (según reportaron observadores internacionales) una leve ventaja para mantener la mayoría en la Duma.
Según informó la agencia EFE, en la antirrusa Chechenia se registró una votación de 99,51% a favor de Rusia Unida, el partido de Putin y Medvedev, "sorprendiendo incluso a los observadores mas avezados". Por otro lado líderes opositores denunciaron que el partido del dúo dinámico se "atribuyo" hasta un 15% más de votos de los que realmente obtuvo en las urnas.
Pero no fue la única irregularidad. Allá, como aquí, también la mayoría parlamentaria oficialista reformó la constitución para aumentar de cuatro a seis años el período presidencial y cambiar la reelección alterna por la consecutiva con vistas a las presidenciales de 2012. El objetivo -rechazado por un sector de la sociedad- es prolongar al "par" en el poder intercambiando posiciones: Putin presidente y Medvedev primer ministro.
El chanchullo electoral ruso debe encender las alarmas en el país por lo que pudiera ocurrir aquí -si no se toman previsiones- en el multiproceso comicial en puertas. Serán tres, cada uno más disputado que el otro.
La ambición reeleccionistas del caudillo y los demás candidatos del régimen no tiene límites ni conoce de impedimentos éticos ni jurídicos. Está demostrado su desparpajo, el uso abusivo del poder y de los recursos del Estado con fines electorales. Tampoco hay dudas sobre la parcialización del árbitro electoral. En cambio se mantiene la incertidumbre sobre la fiabilidad y transparencia del sistema automatizado de votación y escrutinio. Y el CNE sigue sin permitir la auditoría del Registro Electoral y sin ofrecer garantías de reparto equitativo de credenciales a los testigos de mesa.
Los partidos democráticos saben perfectamente cuáles son y dónde están las debilidades-anomalías del sistema electoral, argucias susceptibles de alterar la voluntad popular. ¿Las dejarán pasar o las atacarán?
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