DÁMASO JIMÉNEZ| EL UNIVERSAL
martes 4 de junio de 2013 12:00 AM
Todo este asunto de la reunión Capriles-Santos terminó exponiendo los peores demonios y otras flaquezas de rockola del fluctuante gobierno de Maduro, lleno de dudas y de inseguridad después de los comicios del 14-A, al no poder explicar con argumentos claros su escuálida diferencia de triunfo, así como para asumir los retos de un país dejado al borde de un precipicio, de carencia de una visión estadista para tratar con los problemas que ahogan al venezolano, y de exagerados celos políticos y predilección por los chismes de palacio y el qué dirán y pensarán los mandatarios vecinos.
El presidente Nicolás Maduro acusó a su colega neogranadino y en otrora el mejor amigo de Chávez, Juan Manuel Santos, de "meterle una puñalada por la espalda", luego de haber atendido al líder de la oposición antichavista, Henrique Capriles, en un viaje cuya relevancia mundial se la dio el propio Maduro con su ataque fuera de lugar, que incluyó asomar una componenda continental desde Bogotá que intentaría cometer magnicidio inoculándole un veneno, hasta el aborto de los planes de paz que se discuten en La Habana y la posibilidad de una confrontación bélica entre países hermanos.
Todo esto tan solo porque no se soporta la idea que se siga comentando por allí que hubo fraude y componenda de poderes para desconocer unos resultados en las pasadas elecciones en Venezuela.
"El que no la debe no la teme", le decían las madres a uno cuando la culpa nos tragaba entero en los tiempos del colegio. Pero ya no es solo "el burguesito encaprichado con el tema y su cuerdita de pitiyanquis", se trata de la comunidad internacional que sabe que alguien le metió "una puñalada por la espalda" al compromiso suscrito en la Unasur de permitir una auditoría real de los resultados de las elecciones, lo que ha mermado el apoyo y el compromiso de los países del eje más cercano que sostienen serias dudas sobre su legitimidad de origen.
Los colombianos solo esperaron su momento. Esto recuerda las palabras de Bernard Shaw que dicen: "si no eres capaz de disimular tu odio, perderás la oportunidad para la venganza", cita que el propio presidente Santos y los colombianos víctimas del terrorismo debieron haber recordado por mucho tiempo cuando la AN realizó un minuto de silencio por la muerte del despiadado guerrillero Raúl Reyes y luego cuando el chavismo levantó una estatua del líder de la FARC, Marulanda, en pleno corazón del 23 de Enero.
Pero ese no es el peor problema que enfrenta Maduro como cara visible del castrochavismo. Luego del audio grabado por el propio Mario Silva y que expone los negocios y las irregularidades del presidente de la AN, Diosdado Cabello, no ha bastado con cerrar filas en defensa de Diosdado para mantener el trauma interno a puerta cerrada. Maduro y Cabello son los delfines de Chávez que se adueñaron y polarizan todo, se confrontan políticamente y se reparten todo el poder en el país, incluyendo la designación de los altos mandos militares en junio así como el único negocio que produce dólares en Venezuela, como es Pdvsa, Mario Silva dixit.
Diosdado es el verdadero poder a vencer. Es el que la mueve con recursos inimaginables, el que quita y da, y el que nunca ha mostrado predilección en eso de rendir pleitesía a los Castro como nuevos dueños del Estado venezolano. Su plan de mostrarse como el hombre fuerte y dejar al descubierto las debilidades de Maduro ha dado resultado, hasta el 20 de mayo que estalló el niple grabado por el G2 y que al final evidenció la denuncia hecha por el general Antonio Rivero sobre la invasión cubana desde la fortaleza Tiuna.
El G2 asume a Diosdado como la verdadera oposición en su intento por apoderarse en pleno de todo el poder, primero porque está dentro del gran negocio en que devino la revolución, tiene el PSUV, desde la presidencia de la AN tiene injerencia en el resto de los aún llamados poderes públicos, control de las gobernaciones y alcaldías chavistas, los registros, y hasta de los nombres los candidatos rojitos para las próximas elecciones municipales.
Para el gobierno cubano inoculado en Miraflores, Maduro es el presidente y Diosdado es la oposición y ambos cuentan con el apoyo del chavismo, mientras la otra extensa mitad del país son los antichavistas dependientes de una MUD que a ratos luce desprestigiada, pero que ahora cuentan con un líder natural que es Capriles, paladín de la lucha contra los abusos y la justicia de ese poder que ataca, persigue, graba, señala, mete preso, exilia, dilapida capitales, expropia, humilla, y se expande como lo ha hecho en la isla del mar de la felicidad por más de 50 años.
Para ellos la política es un asunto de negocios a repartir entre las cabezas de la organización, siempre y cuando se tenga claro quién es la oposición y cuál es el enemigo a destruir. Capriles representa no solo ese proceso contra la involución castrochavista en Venezuela sino en todo el continente. Todo esto en medio de una crisis económica y de de escasez sin precedentes.
El presidente Nicolás Maduro acusó a su colega neogranadino y en otrora el mejor amigo de Chávez, Juan Manuel Santos, de "meterle una puñalada por la espalda", luego de haber atendido al líder de la oposición antichavista, Henrique Capriles, en un viaje cuya relevancia mundial se la dio el propio Maduro con su ataque fuera de lugar, que incluyó asomar una componenda continental desde Bogotá que intentaría cometer magnicidio inoculándole un veneno, hasta el aborto de los planes de paz que se discuten en La Habana y la posibilidad de una confrontación bélica entre países hermanos.
Todo esto tan solo porque no se soporta la idea que se siga comentando por allí que hubo fraude y componenda de poderes para desconocer unos resultados en las pasadas elecciones en Venezuela.
"El que no la debe no la teme", le decían las madres a uno cuando la culpa nos tragaba entero en los tiempos del colegio. Pero ya no es solo "el burguesito encaprichado con el tema y su cuerdita de pitiyanquis", se trata de la comunidad internacional que sabe que alguien le metió "una puñalada por la espalda" al compromiso suscrito en la Unasur de permitir una auditoría real de los resultados de las elecciones, lo que ha mermado el apoyo y el compromiso de los países del eje más cercano que sostienen serias dudas sobre su legitimidad de origen.
Los colombianos solo esperaron su momento. Esto recuerda las palabras de Bernard Shaw que dicen: "si no eres capaz de disimular tu odio, perderás la oportunidad para la venganza", cita que el propio presidente Santos y los colombianos víctimas del terrorismo debieron haber recordado por mucho tiempo cuando la AN realizó un minuto de silencio por la muerte del despiadado guerrillero Raúl Reyes y luego cuando el chavismo levantó una estatua del líder de la FARC, Marulanda, en pleno corazón del 23 de Enero.
Pero ese no es el peor problema que enfrenta Maduro como cara visible del castrochavismo. Luego del audio grabado por el propio Mario Silva y que expone los negocios y las irregularidades del presidente de la AN, Diosdado Cabello, no ha bastado con cerrar filas en defensa de Diosdado para mantener el trauma interno a puerta cerrada. Maduro y Cabello son los delfines de Chávez que se adueñaron y polarizan todo, se confrontan políticamente y se reparten todo el poder en el país, incluyendo la designación de los altos mandos militares en junio así como el único negocio que produce dólares en Venezuela, como es Pdvsa, Mario Silva dixit.
Diosdado es el verdadero poder a vencer. Es el que la mueve con recursos inimaginables, el que quita y da, y el que nunca ha mostrado predilección en eso de rendir pleitesía a los Castro como nuevos dueños del Estado venezolano. Su plan de mostrarse como el hombre fuerte y dejar al descubierto las debilidades de Maduro ha dado resultado, hasta el 20 de mayo que estalló el niple grabado por el G2 y que al final evidenció la denuncia hecha por el general Antonio Rivero sobre la invasión cubana desde la fortaleza Tiuna.
El G2 asume a Diosdado como la verdadera oposición en su intento por apoderarse en pleno de todo el poder, primero porque está dentro del gran negocio en que devino la revolución, tiene el PSUV, desde la presidencia de la AN tiene injerencia en el resto de los aún llamados poderes públicos, control de las gobernaciones y alcaldías chavistas, los registros, y hasta de los nombres los candidatos rojitos para las próximas elecciones municipales.
Para el gobierno cubano inoculado en Miraflores, Maduro es el presidente y Diosdado es la oposición y ambos cuentan con el apoyo del chavismo, mientras la otra extensa mitad del país son los antichavistas dependientes de una MUD que a ratos luce desprestigiada, pero que ahora cuentan con un líder natural que es Capriles, paladín de la lucha contra los abusos y la justicia de ese poder que ataca, persigue, graba, señala, mete preso, exilia, dilapida capitales, expropia, humilla, y se expande como lo ha hecho en la isla del mar de la felicidad por más de 50 años.
Para ellos la política es un asunto de negocios a repartir entre las cabezas de la organización, siempre y cuando se tenga claro quién es la oposición y cuál es el enemigo a destruir. Capriles representa no solo ese proceso contra la involución castrochavista en Venezuela sino en todo el continente. Todo esto en medio de una crisis económica y de de escasez sin precedentes.
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