ORLANDO VIERA-BLANCO| EL UNIVERSAL
domingo 22 de diciembre de 2013 12:00 AM
Quienes hacemos de observadores políticos nos está vedado predecir. Podemos tratar de acertar haciendo diagnósticos, pero la futurología va reservada a otros... Sin embargo, la explicación de lo que ocurre hoy nos permite acercarnos a lo que sucederá mañana, porque la historia en mucho es cíclica, terca y torpe como el hombre, quien la hace y la repite. De cara a como vinieron las cosas en 2013, podemos decir que nos vienen mejores tiempos en 2014 (nuevas oportunidades), para el denominado giro-país.
Ambos clivages -oposición y chavismo- han madurado. No hablo estrictamente de sus líderes, sino de sus seguidores. Tanto la disidencia de oposición ha comprendido que cualquier transición o alternancia de poder, no se agota en lo electoral, como el chavista hoy entiende que su estabilidad no puede depender de una dinámica comunal, comunista y repartita. La triada inclusión, reparto y empoderamiento, ya no es abastecida por Pdvsa. Y la cubanización del país aunque no se sienta levanta tempestades en todos los sectores de la vida nacional (chavistas, opositores, civiles o militares). El ciudadano ha comprendido que el reencuentro-país, no-pasa por una tarjeta de invitación librada por Capriles o Aveledo. Comenzamos a darnos cuenta que a la par de salir a votar, es necesario involucrarse y autoconvocarse. Nuestro core plot- político-social, es un drama de todos, donde el ciudadano ha aprendido que desenredar nuestro anclaje histórico; caudillesco, providencial, mitómano, rentista y mesiánico, pasa por no endosar ni delegar más nuestra ciudadanía. A partir de esta reflexión colectiva, el 2014 se presenta como un año de contención, nivelación y protesta, que acuclillará al gobierno, conteniendo su ninguneo comunal y despojo, abrigándolo a relajar controles y ceder.
Al Sr. Nicolás Maduro le viene una etapa muy difícil en lo económico y financiero, por ende en lo social. Amén de tener margen de maniobra entre petróleo y oro, tendrá que ajustar el precio de la gasolina, devaluar, aligerar precios de bienes y servicios (para favorecer el abastecimiento) y pagar deudas. Y eso significa más inflación, escasez y mora. Un camino será tender puentes con los sectores productivos que quedan y abrir la economía (el inteligente). Otro controlar más (el primate). Aquel camino conducirá a la gobernabilidad y cierta estabilidad. El otro decretará la confrontación y el riesgo-poder... Recientes desbordamientos de un pueblo hastiado de carencias, no podrán ser resueltos con otros: "vacíen los anaqueles". Ni habrá qué vaciar, ni el venezolano (a fin de cuentas fatigado, contestatario y aspiracional) no va a seguir saliendo de carrera a "vaciar repisas", cada vez que sepa donde hay leche, arroz o Harina Pan... Quienes mejor han comprendido el momento político son Leopoldo López y María Corina. Ambos están claros que la lucha dejó de ser de papeletas (dixit Capriles), por lo que han adoptado un discurso coherente para removilizar a la gente.
Ya no serán tiempos de tablero ni de urnas, sino de calle. Y por estas calles, otro gallo cantará y el cambio llegará...
¡Feliz Navidad!
Ambos clivages -oposición y chavismo- han madurado. No hablo estrictamente de sus líderes, sino de sus seguidores. Tanto la disidencia de oposición ha comprendido que cualquier transición o alternancia de poder, no se agota en lo electoral, como el chavista hoy entiende que su estabilidad no puede depender de una dinámica comunal, comunista y repartita. La triada inclusión, reparto y empoderamiento, ya no es abastecida por Pdvsa. Y la cubanización del país aunque no se sienta levanta tempestades en todos los sectores de la vida nacional (chavistas, opositores, civiles o militares). El ciudadano ha comprendido que el reencuentro-país, no-pasa por una tarjeta de invitación librada por Capriles o Aveledo. Comenzamos a darnos cuenta que a la par de salir a votar, es necesario involucrarse y autoconvocarse. Nuestro core plot- político-social, es un drama de todos, donde el ciudadano ha aprendido que desenredar nuestro anclaje histórico; caudillesco, providencial, mitómano, rentista y mesiánico, pasa por no endosar ni delegar más nuestra ciudadanía. A partir de esta reflexión colectiva, el 2014 se presenta como un año de contención, nivelación y protesta, que acuclillará al gobierno, conteniendo su ninguneo comunal y despojo, abrigándolo a relajar controles y ceder.
Al Sr. Nicolás Maduro le viene una etapa muy difícil en lo económico y financiero, por ende en lo social. Amén de tener margen de maniobra entre petróleo y oro, tendrá que ajustar el precio de la gasolina, devaluar, aligerar precios de bienes y servicios (para favorecer el abastecimiento) y pagar deudas. Y eso significa más inflación, escasez y mora. Un camino será tender puentes con los sectores productivos que quedan y abrir la economía (el inteligente). Otro controlar más (el primate). Aquel camino conducirá a la gobernabilidad y cierta estabilidad. El otro decretará la confrontación y el riesgo-poder... Recientes desbordamientos de un pueblo hastiado de carencias, no podrán ser resueltos con otros: "vacíen los anaqueles". Ni habrá qué vaciar, ni el venezolano (a fin de cuentas fatigado, contestatario y aspiracional) no va a seguir saliendo de carrera a "vaciar repisas", cada vez que sepa donde hay leche, arroz o Harina Pan... Quienes mejor han comprendido el momento político son Leopoldo López y María Corina. Ambos están claros que la lucha dejó de ser de papeletas (dixit Capriles), por lo que han adoptado un discurso coherente para removilizar a la gente.
Ya no serán tiempos de tablero ni de urnas, sino de calle. Y por estas calles, otro gallo cantará y el cambio llegará...
¡Feliz Navidad!
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