Luis José Semprún
4 Diciembre, 2013
Para poder consolidar su control sobre Venezuela, el castro-comunismo aplicó la célebre máxima de “divide y vencerás”. En realidad no les fue difícil, dada la discordia que nació entre nosotros durante la mal llamada cuarta república.
Sin embargo, en su última protesta, realizada el pasado 30 de diciembre, los autoconvocados identificaron y denunciaron al verdadero enemigo. Cuando fueron agredidos vilmente por los colectivos en la Plaza Venezuela, les gritaron “abajo los cubanos” y “fuera los cubanos”. En anteriores oportunidades los autoconvocados colocaron pancartas alusivas al control que ejercen los hermanos Castro sobre Nicolás Maduro y han exigido abiertamente el cese de la dominación cubana en Venezuela.
Se trata de un avance muy importante dentro de la oposición porque, si bien es cierto que los partidos protestan ocasionalmente por la injerencia cubana, los autoconvocados convirtieron este asunto en prácticamente el tema único y esencial, como en efecto lo es.
Los autoconvocados no cayeron en la trampa gubernamental y redefinieron la batalla en los términos correctos. Los dos bloques que existen en nuestro país son: los cubanos y sus sátrapas, por un lado; y los venezolanos de todas las tendencias, por el otro.
Existen diversas interpretaciones sobre lo que debe ser la unidad opositora. Unos afirman que significa la unión de los partidos, otros opinan que es el apoyo incondicional a los candidatos de la MUD, y hay quienes piensan que es el concierto para lograr un cambio de gobierno. Pero la verdadera unidad consiste en luchar todos juntos para ponerle fin a la ocupación cubana en Venezuela.
Si este último criterio se impone, no solo dentro de los autoconvocados, sino dentro de todas las fuerzas vivas de la nación (incluyendo a quienes se arrepienten de haber servido de instrumento de los cubanos), entonces lograremos la tan ansiada liberación.
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