CARLOS MACHADO ALLISON| EL UNIVERSAL
martes 31 de diciembre de 2013 12:00 AM
El 8D los triunfadores indiscutibles fueron el populismo, el abuso del poder, la intimidación, la violación de la libertad de prensa, radio y televisión, el empleo ilimitado de los recursos del Estado, la corrupción, el hampa y ese extraordinario aliado que agrupa indiferencia, estupidez, rencores personales e ideas bizarras, que definen la abstención. ¿Fraude en las mesas? Quizás aquí y allá, donde no hay testigos o donde alguna banda de facinerosos logró intimidar a los electores, pero no creo que eso tenga un peso significativo como lo tuvo el 40% de abstención. El 8D era un juicio con 15 jurados: 5 dijeron que el Gobierno era inocente, 4 lo culparon y 6 otorgaron el beneficio de la duda.
No voy a criticar a la MUD, pienso que con escasos recursos hizo lo que podía hacer, pero si me parece criticable que algunos comiencen a buscar culpables en lugar de fortalecer la unión. Que los resultados llaman a una reflexión y cambios en la estrategia, pues siempre y en cualquier país ocurre tal cosa, no sólo en la oposición, sino también entre los seguidores del Gobierno. Los primeros deben buscar soluciones para alcanzar la mayoría a nivel nacional, el Gobierno concentrará ahora su atención donde perdió, es decir, en nueve de las ciudades más grandes del país. Ya el alcalde de Libertador mostró cuál será el estilo: no asistió a la reunión de coordinación con los restantes y el alcalde mayor. El Gobierno central seguirá creando instancias paralelas, les negará recursos a los municipios donde fue derrotado, desacreditará y perseguirá a los alcaldes y concejales y, dirá, como hizo el presidente hace unos días, que quien manda es solamente él.
La culpa
Muchas encuestas ilustran una gran paradoja. La mayoría está descontenta con el Gobierno, lo culpa de la escasez que supera el 22%, la inflación que cerrará por encima del 40%, la inseguridad personal, el desorden, la basura y los apagones, pero temen que un cambio les quite las misiones, las becas, el subsidio a los alimentos, los precios regulados y otras dádivas de la apuesta gubernamental. Gana el Gobierno donde falta comida, trabajo, vivienda y servicios, pero donde también se benefician de los programas sociales y sueñan con una vivienda. Pierde donde existen más recursos, ingresos, trabajo, educación y servicios.
Gobierno y oposición deben mirar hacia fuera, cerca de nosotros donde gobiernos de izquierda, centro o derecha están haciendo las cosas mejor. Lula y ahora Rousseff, preservaron las reformas económicas de sus predecesores conservadores; Humala no ha sido, como se temía, otro Evo y Perú progresa. A Uruguay, Paraguay y Colombia, tampoco les ha ido mal. En Chile regresan los socialistas, pero seguirán la misma ruta que les ha dado 20 años de progreso; en Ecuador el discurso presidencial es radical, pero circula el dólar y casi no hay inflación. Aquí no habrá Feliz Navidad y en el 2014 no habrá prosperidad. Así lo ha decidido el partido más poderoso, el que suma al 40% de los venezolanos que no fueron a votar.
No voy a criticar a la MUD, pienso que con escasos recursos hizo lo que podía hacer, pero si me parece criticable que algunos comiencen a buscar culpables en lugar de fortalecer la unión. Que los resultados llaman a una reflexión y cambios en la estrategia, pues siempre y en cualquier país ocurre tal cosa, no sólo en la oposición, sino también entre los seguidores del Gobierno. Los primeros deben buscar soluciones para alcanzar la mayoría a nivel nacional, el Gobierno concentrará ahora su atención donde perdió, es decir, en nueve de las ciudades más grandes del país. Ya el alcalde de Libertador mostró cuál será el estilo: no asistió a la reunión de coordinación con los restantes y el alcalde mayor. El Gobierno central seguirá creando instancias paralelas, les negará recursos a los municipios donde fue derrotado, desacreditará y perseguirá a los alcaldes y concejales y, dirá, como hizo el presidente hace unos días, que quien manda es solamente él.
La culpa
Muchas encuestas ilustran una gran paradoja. La mayoría está descontenta con el Gobierno, lo culpa de la escasez que supera el 22%, la inflación que cerrará por encima del 40%, la inseguridad personal, el desorden, la basura y los apagones, pero temen que un cambio les quite las misiones, las becas, el subsidio a los alimentos, los precios regulados y otras dádivas de la apuesta gubernamental. Gana el Gobierno donde falta comida, trabajo, vivienda y servicios, pero donde también se benefician de los programas sociales y sueñan con una vivienda. Pierde donde existen más recursos, ingresos, trabajo, educación y servicios.
Gobierno y oposición deben mirar hacia fuera, cerca de nosotros donde gobiernos de izquierda, centro o derecha están haciendo las cosas mejor. Lula y ahora Rousseff, preservaron las reformas económicas de sus predecesores conservadores; Humala no ha sido, como se temía, otro Evo y Perú progresa. A Uruguay, Paraguay y Colombia, tampoco les ha ido mal. En Chile regresan los socialistas, pero seguirán la misma ruta que les ha dado 20 años de progreso; en Ecuador el discurso presidencial es radical, pero circula el dólar y casi no hay inflación. Aquí no habrá Feliz Navidad y en el 2014 no habrá prosperidad. Así lo ha decidido el partido más poderoso, el que suma al 40% de los venezolanos que no fueron a votar.
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