Charito Rojas
Las únicas personas realmente ciegas en la época de navidad son las que no tienen la navidad en su corazón.” Helen Keller (1880–1968), autora, activista política y oradora estadounidense sordociega.
El 15 de diciembre de 1999 llovía torrencialmente en la costa central de Venezuela. Era día electoral, se votaba el referéndum aprobatorio de la nueva Constitución que Hugo Chávez se preciaba de haber creado. Cuando los periodistas le preguntaron qué estaba haciendo el gobierno con lo que ocurría en Vargas, le restó importancia diciendo que “eran pequeñas emergencias”.
La muerte de decenas de miles de personas en esta tragedia de Vargas no era prioridad para un gobierno que desde ese entonces demostró que su prioridad era ganar elecciones y permanecer en el poder. En segundo plano siempre han estado el bienestar de los ciudadanos, la prosperidad del país y el respeto por los derechos de las personas que habitan esta tierra.
Desde hace ya 15 años nuestras navidades se han visto empañadas por una agitación política, social y económica ocasionada por un régimen que no respeta no siquiera estos días que deben ser de paz, armonía, encuentro familiar y celebración religiosa. Si no me creen, demos un vistazo a lo que han sido nuestras navidades bajo el gobierno de estos “grinch” que aprovechan estos días para echar broma pareja con elecciones y anuncios angustiantes.
En 1998, quienes desde siempre sabíamos la naturaleza de la especie, pasamos una navidad con la incertidumbre de lo que venía a Venezuela con este personaje en la presidencia. Y nunca nos faltó razón. El 15 de diciembre de 1999, en medio de la tragedia del deslave, se aprobó una Constitución que redujo el congreso a una sola cámara, llamándolo, como en Cuba, Asamblea Nacional; “reorganizó” los poderes públicos, haciéndolos sumisos al poder ejecutivo; aumentó el período presidencial de cinco a seis años; estableció la posibilidad de reelección inmediata por un período; concedió derecho al voto a los militares activos y para rematar, amanecimos en enero de 2000 con el nombre cambiado a República Bolivariana de Venezuela.
En diciembre de 2000 y después de unas elecciones presidenciales y parlamentarias, el 3 de diciembre se nombran sin respetar las condiciones mínimas de elegibilidad los nuevos miembros del TSJ, del CNE, el Contralor, Fiscal y Defensor. Guapo y apoyado, el presidente culmina el año intentando obligar a la educación privada a enseñar los principios chavistas e insultando a la jerarquía eclesiástica. Ya para entonces había clavado la primera dentellada a PDVSA nombrando una directiva que despidió a la plana media de la gerencia, sustituyéndolos por neófitos de carnet rojo; en octubre afrontó un primer intento de huelga por parte de la industria petrolera. Soberbio, dice que el plan es llevar la producción de 2,8 millones en ese momento a 5,8 millones para 2009. El tiempo y la incapacidad demostraron que, como siempre, todo quedó en bravuconadas.
Diciembre de 2001 arrancó con un terrible clima de confrontación con el presidente y un clamor que pedía su renuncia. Armado con una ley habilitante, había promulgado 49 leyes que atentaban contra la propiedad privada, la educación, la libre empresa. El 10 de diciembre hay un paro general convocado por Fedecámaras y apoyado por la central obrera CTV.
2002 fue quizás el peor año de los venezolanos, entre los muchos peores años que hemos sufrido gracias al finado. Después de los sucesos de abril llámese renuncia, golpe, vacío de poder o lo que fuese, la conflictividad estalló (después de multitudinarias marchas) en las navidades. Un paro nacional, que congeló al país e hizo imposibles las fiestas decembrinas, bloqueo los suministros a la población. Se llamo paro petrolero porque la industria se unió al paro nacional y tomo el papel protagónico ya que literalmente le corto el combustible al país.
2003 arrancó con ese paro. Ese año fueron despedidos 20.000 trabajadores calificados de PDVSA y la sociedad civil se movilizó a buscar firmas para revocar al presidente. El 5 de febrero de 2003 se instaura el control de cambio en Venezuela, a una tasa de 1,6 bolívares por dólar. La medida es tomada según el gobierno para evitar la “fuga de capitales” y tras el paro que golpeó con fuerza la economía del país. Diciembre fue la fecha en que se realizó el “reafirmazo”, en el cual se volvieron a recoger firmas ya que el CNE había rechazado la mayoría de las presentadas, por “planas”. Agotados, nuevamente los venezolanos tuvimos unas estropeadas navidades.
El 9 de febrero de 2004 el gobierno venezolano devalúa la moneda y fija la tasa oficial en 1,92 bolívares por dólar. El presidente gana el referendo revocatorio y se producen en diciembre unas elecciones donde la oposición pierde control de gobernaciones y alcaldías. Ese 14 de diciembre, el finado funda el ALBA, para conmemorar que fue un 14 de diciembre pero de 1994 cuando fue a La Habana a reunirse por primera vez con su mentor político Fidel Castro. Para hacer más felices las navidades, el 22 de diciembre la Fiscalía solicita la detención de los ex gerentes de PDVSA. Para celebrar el nacimiento del Niño Dios, comienza la oleada de expropiaciones en Venezuela.
Las navidades de 2005 no fueron mejores. El 2 de marzo de ese año, una nueva devaluación llevo la moneda al cambio de 2,15 bolívares frente al dólar. Las expropiaciones sobre todo agrícolas fueron masivas. En uno de sus más graves errores, la oposición no va a las elecciones legislativas del 4 diciembre alegando desconfianza en el árbitro electoral y el chavismo copa los 167 escaños de la AN, en un proceso que registró una abstención cercana al 75%. Con esa sensación de pérdida, las hallacas sabían a tierra.
Para variar, en 2006 hubo elecciones: el 4 de diciembre es nuevamente reelecto el presidente. Promete que va a llevar a Venezuela al “socialismo del siglo XXI” y el 28 de diciembre, vestido de militar, da su regalo navideño, anunciando que le va a quitar la concesión a RCTV, la televisora decana de Venezuela.
En 2007 el presidente sufre su primera derrota electoral tras años de aplastantes victorias, cuando su propuesta para reformar la constitución para profundizar el proyecto socialista fue rechazada por un estrecho margen. Lo llamó, muy gallardamente, “una victoria de mierda” y dijo “No se pudo por ahora pero la mantengo. Buscaré la manera, seguro más lento”. En efecto, en los años subsiguientes, a través de una asamblea totalmente roja y de leyes habilitantes, logró imponer por decreto casi todas las reformas que propuso. El año terminó con desabastecimiento de 60% en 10 rubros básicos, con la leche en niveles de carencia de 90%. Hallacas escuálidas ese año.
En 2008 el presidente anuncia una nueva devaluación con dos tipos de cambio: Bs. 2,60 para sectores prioritarios (alimentación y salud) y Bs. 4,30 para el resto. Dice que es para “el reimpulso de la economía productiva” pero ese año expropia entre otros, a Lácteos Los Andes, Tropigas, Vengas, cementeras, Sidor. En diciembre, hay de nuevo elecciones, donde la oposición gana gobernaciones emblemáticas. Como regalo de navidad, anunció la expropiación del Sambil La Candelaria y pide un referendo para tener reelección indefinida, el cual es aprobado con 55% en febrero de 2009. Este año la conflictividad social y el retroceso económico no se detienen. La inflación es del 25% y el régimen pone preso a quien engorde al presidente. El 10 de diciembre es detenida la juez Maria Afiuni.
En 2010, una devaluación encubierta elimina el cambio dual y lo lleva a 4,30, creando también el SITME, que da dólares entre 5 y 6 bolívares. La noticia es para celebrar el año nuevo, ya que la da el 30 de diciembre. Para este año se contabilizan desde 2004 nada menos que 779 expropiaciones, la mayoría de ellas sin indemnización. Venezuela cierra 2010 como el único país latinoamericano (junto a Haití) con recesión. El 25 de diciembre muere el ex presidente Carlos Andrés Pérez. Qué navidades.
El año 2011 es signado por la incertidumbre sobre la enfermedad del presidente. Hay crisis eléctrica en el país, la inversión privada cae en 43%, se realiza un censo nacional que termina el 6 de diciembre y el 31 de diciembre muere el bolívar para dar paso al bolívar fuerte. Estas navidades son trágicas cuando fuertes lluvias dejan miles de damnificados en todo el país.
Las navidades 2012 fueron más que dramáticas. El 8 de diciembre el presidente, reelecto dos meses antes, anuncia que su enfermedad puede imposibilitarlo para seguir en el poder y deja a Nicolas Maduro como encargado de la Presidencia. Fuertes rumores agrian las hallacas de este año, con acento en el 30 de diciembre cuando se dice que el presidente falleció en La Habana. En ese clima, unas elecciones de gobernadores el 16 de diciembre terminan por empichar el clima navideño.
Ya con nuevo presidente, la historia de las navidades 2013 no es muy diferente: interminables cadenas bloquean los aguinaldos, anuncios amenazantes, agitación todos los días. Sin duda que el heredero al igual que su papá político, no tiene espíritu navideño.
Los venezolanos necesitamos un poco de sosiego. Es navidad, caray, a callarse un rato. Sabemos que no les interesa que es el nacimiento de Jesús, que las familias se reúnen, que el amor debe predominar. No les pedimos fe, solo silencio. Permitan al país un poco de navidad, ya que nos la han amargado los últimos 14 años. Ni el llamarse Nicolás lo frena para boicotear unas fiestas que son de alegría.
No hay que dejar que los “grinch” rojos se apoderen de la navidad. Hagan la burbuja, encuéntrense con su familia, con sus seres queridos, acérquense a Dios, para que nos ayude a tener la necesaria paz para vivir en armonía. Pidamos al Niño Jesús tolerancia, misericordia, diálogo, hermandad. Y respeto hacia las decisiones electorales de los ciudadanos, hacia sus derechos. A bajar el tono y disfrutar la Navidad. Que Dios nos bendiga siempre.
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