FRANCISCO JOSÉ VIRTUOSO SJ| EL UNIVERSAL
jueves 5 de diciembre de 2013 12:00 AM
Me atrevo a decir que las próximas elecciones del 8-D serán quizás de las más importantes entre la nutrida agenda electoral que nos ha ocupado en los últimos años. Aunque parezca una exageración, nuestra endiablada dinámica política se ha encargado de otorgarle este lugar de honor.
Los resultados electorales del pasado 14 de abril, dejaron bien claro, que la sociedad venezolana está divida en partes iguales, en cuanto a preferencias políticas se refiere. Todo hacía pensar, que lo más lógico era que el diálogo se impusiera, como camino ineludible para el entendimiento y la cooperación, en medio de una crisis nacional que amenazaba (y sigue amenazando) de muchas formas a la gran mayoría, especialmente a los más pobres. Pero lamentablemente hemos visto lo contrario, la polarización se ha vuelto más agresiva y excluyente. Tenemos dos países de espaldas entre sí, lo que unos ven negro otros lo ven blanco, no hay puentes, ni vías de entendimiento. Por supuesto, que en este enredo los representantes de una y otra tendencia tienen sus responsabilidades, pero es objetivo afirmar que el oficialismo se ha encargado de llevar el enfrentamiento a sus extremos, en una guerra sin cuartel desde las instituciones del Estado, abusando del poder en todas las formas posibles, buscando un solo objetivo: eliminar la oposición.
En este embrollo concurrimos a esta nueva cita electoral. En ella los ciudadanos manifestaremos nuevamente nuestras preferencias políticas. Los resultados serán leídos en dos sentidos. Uno local, pues no puede ser de otra manera cuando a quienes elegiremos serán alcaldes y concejales. Pero también serán leídos a nivel nacional, tanto por el oficialismo como por la oposición. La claridad de las tendencias ayudará a todo el país a enfrentarse con el desiderátum de la voluntad popular y esta evidencia obviamente que ayudará a encontrar caminos para enfrentar esta zozobra que vivimos. Evidentemente que cada fuerza política actualmente en pugna tendrá que evaluar sus procedimientos y quizás la contundencia de los hechos obligue a entrar en razón.
Sin embargo, quien me lee puede decir: te lo compro, si y solo si, el sistema electoral venezolano y sus instituciones garantizaran que el voto es expresión de la voluntad popular. Soy muy consciente de los problemas de tipo institucional, operativos y políticos de nuestro sistema electoral. Sin embargo, ese extraño razonamiento que establece que esos problemas son justificación suficiente para no acudir a votar, es simplemente la declaración de que como ciudadanos hemos decido autoanularnos. Hay que votar, cuidar el voto y luchar por dignificar nuestro sistema electoral. Se trata de tres operaciones complementarias y necesarias que nos corresponden a todos los ciudadanos.
Los resultados electorales del pasado 14 de abril, dejaron bien claro, que la sociedad venezolana está divida en partes iguales, en cuanto a preferencias políticas se refiere. Todo hacía pensar, que lo más lógico era que el diálogo se impusiera, como camino ineludible para el entendimiento y la cooperación, en medio de una crisis nacional que amenazaba (y sigue amenazando) de muchas formas a la gran mayoría, especialmente a los más pobres. Pero lamentablemente hemos visto lo contrario, la polarización se ha vuelto más agresiva y excluyente. Tenemos dos países de espaldas entre sí, lo que unos ven negro otros lo ven blanco, no hay puentes, ni vías de entendimiento. Por supuesto, que en este enredo los representantes de una y otra tendencia tienen sus responsabilidades, pero es objetivo afirmar que el oficialismo se ha encargado de llevar el enfrentamiento a sus extremos, en una guerra sin cuartel desde las instituciones del Estado, abusando del poder en todas las formas posibles, buscando un solo objetivo: eliminar la oposición.
En este embrollo concurrimos a esta nueva cita electoral. En ella los ciudadanos manifestaremos nuevamente nuestras preferencias políticas. Los resultados serán leídos en dos sentidos. Uno local, pues no puede ser de otra manera cuando a quienes elegiremos serán alcaldes y concejales. Pero también serán leídos a nivel nacional, tanto por el oficialismo como por la oposición. La claridad de las tendencias ayudará a todo el país a enfrentarse con el desiderátum de la voluntad popular y esta evidencia obviamente que ayudará a encontrar caminos para enfrentar esta zozobra que vivimos. Evidentemente que cada fuerza política actualmente en pugna tendrá que evaluar sus procedimientos y quizás la contundencia de los hechos obligue a entrar en razón.
Sin embargo, quien me lee puede decir: te lo compro, si y solo si, el sistema electoral venezolano y sus instituciones garantizaran que el voto es expresión de la voluntad popular. Soy muy consciente de los problemas de tipo institucional, operativos y políticos de nuestro sistema electoral. Sin embargo, ese extraño razonamiento que establece que esos problemas son justificación suficiente para no acudir a votar, es simplemente la declaración de que como ciudadanos hemos decido autoanularnos. Hay que votar, cuidar el voto y luchar por dignificar nuestro sistema electoral. Se trata de tres operaciones complementarias y necesarias que nos corresponden a todos los ciudadanos.
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