FERNANDO OCHOA ANTICH| EL UNIVERSAL
domingo 22 de diciembre de 2013 12:00 AM
El discurso de Nicolás Maduro, a los alcaldes de oposición, me pareció contradictorio y engañoso. De todas maneras, le puse mucha atención, ya que no era una de sus normales peroratas sino que se trataba de una maniobra política, ante una realidad nacional, cada día más compleja y difícil. Maduro ha entendido que no le es posible seguir gobernando sin lograr una mayor legitimidad política. Ese fue el objetivo de la convocatoria. También, tengo la impresión de que Maduro percibe que existe una real amenaza contra su gobierno. Ciertamente, el descontento popular aumenta ante la injustificada, pero inmanejable, crisis económica. Ese descontento también debe existir en la Fuerza Armada y en las diferentes estructuras de poder, las cuales siempre en Venezuela han sido fundamentales para garantizar la estabilidad de un gobierno.
En realidad, la situación es sumamente complicada. Nicolás Maduro está convencido de que es imprescindible tomar un conjunto de drásticas medidas económicas para que Venezuela pueda superar el desbarajuste económico del gobierno de Hugo Chávez. Ha dicho, para tratar de justificarse, que no es un paquetazo bajo la égida del Fondo Monetario Internacional. Mentira. Todos los ajustes económicos son, al final de cuentas, drásticas medidas que se toman, con gran sacrificio de los sectores populares, para corregir el despilfarro y el desorden administrativo. Tomar ese tipo de medidas requiere de una gran legitimidad, Imaginarse que sólo con establecer un permanente diálogo con los gobernadores y alcaldes de la oposición va a ser suficiente para obtenerla es un gravísimo error. El reto es mucho mayor...
Una importante mayoría de venezolanos exige una profunda rectificación por parte del gobierno nacional. Es cierto, que la difícil situación económica es lo que, en este momento, tiene acorralado al gobierno nacional, pero el problema político es mucho más complejo y difícil de resolver. Maduro podría hacerlo, si se decidiese a orientar a Venezuela hacia un régimen alternativo y pluralista. El primer paso que tendría que dar es la elección en la Asamblea Nacional de una nueva directiva del Consejo Nacional Electoral con el voto calificado de las 2/3 partes. Si de sus cinco miembros, 4 representaran a las dos tendencias políticas que se enfrentan en nuestra sociedad y el quinto fuera una personalidad de reconocida honorabilidad e independencia se estaría dando un paso fundamental en el restablecimiento de la democracia.
Otro aspecto fundamental de la transformación política es la reforma del sistema judicial venezolano. Éste tiene que convertirse en un cuerpo independiente de toda influencia política, en el cual los jueces puedan decidir, sin que exista sobre ellos ningún tipo de presión. Esta importante modificación, sólo se puede lograr mediante la designación de los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia mediante un trascendente acuerdo político en el Parlamento que permita su escogencia a través de una objetiva valoración de méritos. La otra organización que debe ser reorganizada a profundidad es la Fuerza Armada Nacional, la cual debe ser orientada dentro de los valores establecidos en el artículo 328 de la Constitución Nacional. La actual Ley Orgánica debe ser revisada a profundidad para adaptarla a los principios y valores constitucionales.
En verdad, no es fácil predecir las acciones que tomará Nicolás Maduro ante la compleja coyuntura política y económica que deberá enfrentar. Hasta este momento, sus actuaciones tienen que ser rechazadas por cualquier venezolano. El cuestionamiento que existe sobre su nacionalidad; su marcada subordinación a los intereses cubanos que se pusieron claramente de manifiesto en su viaje a Guyana, cuando su imprudente actuación comprometió el Acuerdo de Ginebra y nuestros intereses nacionales; la utilización ventajista de los recursos del Estado en las dos elecciones realizadas este año y su muy poca capacidad de diálogo hace difícil confiar en sus ofrecimientos a la oposición, realizados durante su reunión con los alcaldes y gobernadores, de respetar su manera de pensar y sus funciones. El tiempo dirá su última palabra.
En realidad, la situación es sumamente complicada. Nicolás Maduro está convencido de que es imprescindible tomar un conjunto de drásticas medidas económicas para que Venezuela pueda superar el desbarajuste económico del gobierno de Hugo Chávez. Ha dicho, para tratar de justificarse, que no es un paquetazo bajo la égida del Fondo Monetario Internacional. Mentira. Todos los ajustes económicos son, al final de cuentas, drásticas medidas que se toman, con gran sacrificio de los sectores populares, para corregir el despilfarro y el desorden administrativo. Tomar ese tipo de medidas requiere de una gran legitimidad, Imaginarse que sólo con establecer un permanente diálogo con los gobernadores y alcaldes de la oposición va a ser suficiente para obtenerla es un gravísimo error. El reto es mucho mayor...
Una importante mayoría de venezolanos exige una profunda rectificación por parte del gobierno nacional. Es cierto, que la difícil situación económica es lo que, en este momento, tiene acorralado al gobierno nacional, pero el problema político es mucho más complejo y difícil de resolver. Maduro podría hacerlo, si se decidiese a orientar a Venezuela hacia un régimen alternativo y pluralista. El primer paso que tendría que dar es la elección en la Asamblea Nacional de una nueva directiva del Consejo Nacional Electoral con el voto calificado de las 2/3 partes. Si de sus cinco miembros, 4 representaran a las dos tendencias políticas que se enfrentan en nuestra sociedad y el quinto fuera una personalidad de reconocida honorabilidad e independencia se estaría dando un paso fundamental en el restablecimiento de la democracia.
Otro aspecto fundamental de la transformación política es la reforma del sistema judicial venezolano. Éste tiene que convertirse en un cuerpo independiente de toda influencia política, en el cual los jueces puedan decidir, sin que exista sobre ellos ningún tipo de presión. Esta importante modificación, sólo se puede lograr mediante la designación de los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia mediante un trascendente acuerdo político en el Parlamento que permita su escogencia a través de una objetiva valoración de méritos. La otra organización que debe ser reorganizada a profundidad es la Fuerza Armada Nacional, la cual debe ser orientada dentro de los valores establecidos en el artículo 328 de la Constitución Nacional. La actual Ley Orgánica debe ser revisada a profundidad para adaptarla a los principios y valores constitucionales.
En verdad, no es fácil predecir las acciones que tomará Nicolás Maduro ante la compleja coyuntura política y económica que deberá enfrentar. Hasta este momento, sus actuaciones tienen que ser rechazadas por cualquier venezolano. El cuestionamiento que existe sobre su nacionalidad; su marcada subordinación a los intereses cubanos que se pusieron claramente de manifiesto en su viaje a Guyana, cuando su imprudente actuación comprometió el Acuerdo de Ginebra y nuestros intereses nacionales; la utilización ventajista de los recursos del Estado en las dos elecciones realizadas este año y su muy poca capacidad de diálogo hace difícil confiar en sus ofrecimientos a la oposición, realizados durante su reunión con los alcaldes y gobernadores, de respetar su manera de pensar y sus funciones. El tiempo dirá su última palabra.
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