Monday, September 8, 2014

Esta revolución es una lotería millonaria

En: http://konzapata.com/2014/09/esta-revolucion-es-una-loteria-millonaria/

Por Johan Rodríguez Perozo.- 
 
Si algo ha caracterizado la rutina del manejo del poder del régimen instaurado por Hugo Chávez, eso es precisamente el azar en la toma de decisiones. El manejo del erario público, como sostén económico del proyecto político, es manejado con criterios dignos de administradores del Kino. El bombo que es el reparto de poder en la cúpula chavista, como tiros de dado o reparto de cartas en la mesa de Black Jack, discurre ágilmente tocando con la suerte a quienes comparten la mesa de apuestas. La estructura burocrática está en juego, sorteos periódicos mantienen en vilo las expectativas de apostadores y mirones de palo. Cualquier burusa que resbale de la mesa es buena, hay quienes se conforman con cualquier cosa.
En la galería, dependiendo de la ubicación del Bingo clandestino, acuden los de menor capacidad para apostar. La base de apoyo político sabe que, en esa lotería que es el reparto de dádivas, al final algo le puede tocar. En este sentido, premiados y pavosos sacan sus cuentas; entren que caben cien, dice el portero principal. Quien recibió la herencia lo hizo como quien se gana el Kino acumulado. El poder recién caído del cielo es una fortuna que no estaba en la cuenta. Por lo tanto, en el rol de nuevo rico, la tendencia es dilapidar  lo que la suerte ha traído.
La lotería representada en el proyecto político que detenta el poder, también tiene sus clasificaciones. No todos los apostadores juegan en la misma ruleta. Los de menor capacidad de puja, tienen posibilidad de optar por ejemplo, por apartamentos de la Misión Vivienda en cualquier barrio de Caracas. Si es muy afortunado, le puede tocar en la Avenida Libertador. A los más limpios, les sale el bingo cuyos premios menores le asignan cualquier misión que permita pegarle el pecho a la taquilla quince y último.
Según el nivel de las apuestas, los jugadores optan por jugosos premios dignos de su obsecuencia con el régimen. Dependiendo del acercamiento con los círculos del poder, le sale incursión por los vericuetos de Cadivi o la importación de alimentos. La asignación de cupos de cabilla, cemento y aluminio están reservados para garitos y apostadores de media monta. Si tiene un pana gobernador, puede recibir tarjeta de invitación. Los contratos de construcción y riego de asfalto, entran también en esta clasificación.
También hay casinos más sofisticados. A éstos sólo ingresan los más cercanos al primer anillo de poder. Se les supone mayor capacidad de apuesta. Son aquellos que además de dragonear en cualquier mesa, en verdad tienen con qué responder a la hora de echar el resto. Para ese nivel de jugadores la exigencia es más alta, si cumplen con los requisitos. Entonces pueden optar por los premios más jugosos. La lista de recompensas son apetecibles y por lo tanto, la rapiña es más riesgosa.
Los premios en esta instancia van desde reparto de contratos en PDVSA hasta licitaciones arregladas como las de Smarmatic. Si se imponen las capta huellas, más de uno jugará con dados cargados. El reparto petrolero es para grandes ligas, apostadores de paltó y corbata. Y si tienen acento gringo, mejor. El croupier que reparte cartas en esta mesa tiene su propia lista de jugadores clase “A”, apostadores trasatlánticos. En una sala especial, creada a tales efectos, juegan quienes prefieren negocios como premios más estables. Son los apostadores por los medios. El régimen pone los reales y el jugador la cédula laminada con su empresa de maletín. Esta apuesta es la más fácil, pues se trata de identificar a los apostadores de casinos ajenos al régimen, temerosos de ser objeto de confiscación. Una vez ubicados, se lleva a cabo la operación, disfrazada de subasta, es verdad, pero como cualquier apuesta arreglada, todo queda para la especulación.
De esta manera se reparte la lotería de periódicos y emisoras de radio. Si sale su número, se puede ir pa’la casa con la asignación de una emisora bajo el brazo. Algunas llevan en el paquete empresas donde se imprime el papel de las loterías  y quien se gane ese bingo, controla la emisión del papel. La mesa especial maneja también unos premios bonos, es el reparto de la burocracia donde hay apostadores fortuitos que no quieren recibir premios, sólo desean que los pongan donde haiga. En este sentido, la premiación consistente en la asignación de cargos  es de las más apetecidas. Los premios van desde Ministerios y Direcciones Generales (hay pa’repartir como arroz), pasando por embajadas y diferentes cargos diplomáticos.
Pero no crea usted estimado lector, que el régimen se queda con todo. Aquello de Democracia participativa y protagónica no es puro discurso. Para quienes adversan al régimen también hay oportunidad. Lo único malo es que estos apostadores han sido clasificados como maulas, es decir, mala paga, pues. Es por ello que para no dejarlos afuera, se les dejó campo abierto para que opten en la lotería que es el régimen por los siguientes premios, los cuales será  de su exclusividad. La asignación fortuita y sin garantía de Cadivi para estudiantes, el bombo donde se rifan las expropiaciones, en la persecución al contrabando también tienen oportunidad. Un premio muy especial es ponerlo a merced del hampa (tiene posibilidad de obtener un premio extra de secuestro, pasando por arrebatón y hasta un pasaje sin retorno a la  morgue de Bello Monte le puede salir), otro premio es una incorporación a la lista del desabastecimiento (no importa si es de alimentos o medicina, a los efectos es igual) y por último, puede usted ganarse el premio mayor, el Kino acumulado durante varios sorteos, un viaje pa’la cárcel con un juicio sin testigos y de larga duración.

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