Thursday, September 18, 2014

Las prioridades de la revolución so Wall Street y los perros de la guerra

En: http://konzapata.com/2014/09/las-prioridades-de-la-revolucion-son-wall-street-y-los-perros-de-la-guerra/

Lo han dicho Ricardo Hausmann y Miguel A. Santos: que el Gobierno opta por hacerle default al pueblo (al no honrar los compromisos que tiene con el sector salud y alimentos) y queda bien con Wall Street. Los tenedores de bonos tienen trato VIP dentro del chavismo. Primero la deuda, después vienes tú. ¿Hemos visto que el Gobierno haga default a los vendedores de armas y equipos antimotines?



Por Gloria M. Bastidas.- Si el chavismo crítico hubiera hecho la correlación que han hecho los economistas Ricardo Hausmann y Miguel Ángel Santos, estaría alzado. Si los articulistas de Aporrea se hubieran percatado de lo que se han percatado Hausmann y Santos, habría un escándalo mayúsculo en el portal revolucionario (y también en Marea Socialista). Si la oposición –y, sobre todo, su más emblemático exponente: Henrique Capriles Radonski– se hubiese percatado por sus propios medios, o si hubiera deglutido, asimilado, la afirmación de Hausmann y Santos, si la hubiera evaluado en su justa dimensión, habría demostrado que tiene visión política para atacar al Gobierno por donde más puede dolerle. O afectarle. Pero no. Pareciera que lo que han dicho el ex ministro de Cordiplan y el profesor del IESA (y también, valga aclararlo, el columnista de Konzapata, Juan Antonio Avellaneda) queda para el coto cerrado de los especialistas. Para los lectores calificados de los artículos de opinión. Y resulta que lo que ellos sostienen es trascendental, sobre todo en un momento en el que Maduro y sus aliados pretenden hacerle creer al país que se han decantado por el socialismo duro y puro y que han abandonado toda fórmula neoliberal, que están libres de toda traza capitalista. ¿Qué es lo que han dicho Hausmann y Santos? En dos palabras: que el Gobierno prefiere hacerle defaultal pueblo venezolano y no a Wall Street. Que su prioridad es honrar la deuda externa y no, por ejemplo, los compromisos contraídos con el sector salud o con el sector alimentos.
Eso es demasiado importante como para dejarlo pasar por debajo de la mesa: quien toma esa decisión es un Gobierno que está montado en el poder bajo el manto de la retórica socialista y anticapitalista. Pero una retórica que ha pasado al plano de la realidad mediante la expropiación y el más vil atropello de la iniciativa privada en nombre del catecismo chavista. Así que una medida semejante desnuda tanto al Rey como lo hubiera desnudado haber anunciado un paquete de ajustes económicos en cadena de radio y televisión. Hacerledefault a la gente supone rendirse ante las leyes del mercado. El gobierno “humanista” ha puesto al pueblo en un segundo plano y ha colocado a los tenedores de bonos de la deuda en un privilegiado primer lugar. Les da un trato VIP. La revolución también tiene su sala VIP. Que no venga a recitarnos entonces El manifiesto comunista. Tamaña desproporción debería tener un costo político, que el Gobierno no termina de pagar. Y es lo que la oposición no ve. La oposición está miope.
Le pasa lo que ocurre en el cuento La carta robada, de Edgar Allan Poe. El prefecto de París, y su equipo, buscan desesperadamente la misiva. El escrutinio se hace en los sitios más recónditos de la mansión donde supuestamente se halla. En los lugares más insospechados. Pero la carta estaba en un tarjetero que estaba colgado sobre la chimenea: a la vista de todos. Quien la encuentra es el avezado detective Auguste Dupin. Bueno, está a la vista de todos (por lo que han dicho Hausmann, Santos y el propio Avellaneda) que el Gobierno pone en último lugar a la gente. Ellos lo han dicho con oraciones directas, con una sintaxis impecable. Y la oposición, sin brújula idiomática, como si desconociera el peso que tienen las palabras, lo contundentes que pueden llegar a ser para desarmar al adversario político, al contrincante, no descodifica el mensaje y no lo capitaliza. Un mensaje que traducido a grafiti callejero pudiera ser: “Primero Wall Street, después vienes tú”.
¿Qué significa que el Gobierno se haya colocado en una situación de default, de impago, frente al sector salud? El suplemento Siete Días del diario El Nacionalretrataba el drama en su edición del pasado 07 de septiembre. El Gobierno adeuda 6 mil 500 millones de dólares a los laboratorios y a las compañías de equipos médicos. En consecuencia, los pacientes con cáncer o los diabéticos o los hipertensos o los que sufren de hiper o hipotiroidismo o los cardiópatas o los epilépticos se han quedado sin tratamiento. Sin tratamiento porque en elranking de prioridades de la revolución es más importante el martillazo de Wall Street (y la reputación de buena pagadora que aquella puede labrarse: mucho cuidado con la imagen externa) que la biología de sus súbditos. Atención: y estamos hablando de un gobierno que -además de darle preeminencia a los tenedores de deuda en su lista de pagos, para evitar que sus finanzas sufran un accidente cerebrovascular- se gastó en armas y servicios militares, hasta el año 2013, la bicoca de 11 mil millones de dólares; es decir, lo que vale Citgo, que ahora está en subasta. Así que también podríamos decir, parafraseando a Hausmann y a Santos, que la revolución prefiere hacer default a la gente y no a los perros de la guerra. Lo que daría pie a otro grafiti callejero: “Primero las balas, después vienes tú”.
La cifra de los 11 mil millones de dólares la dio, en 2013, Anatole Isakin, director de la empresa estatal rusa Rosoboronoexport. Isakin declaró (la información fue publicada por El Nacional el pasado 24 de julio) que las exportaciones de armas y servicios militares de Rusia a América Latina habían alcanzado los 14 mil 500 millardos de dólares en los últimos doce años. El funcionario aclaró entonces que 76 por ciento de esas negociaciones tuvieron como destino Venezuela. De allí la cifra colosal de los 11 mil millones de dólares. Que nos lleva a una pregunta cuya respuesta habla del doble discurso del chavismo: ¿Alguna vez hemos visto que las empresas que venden armamento al país se quejen porque el Gobierno ha incumplido los pagos, como sí ocurre, por ejemplo, con las líneas aéreas? Esto también es trascendental. Y la oposición, no lo ve. El chavismo crítico no puede verlo: piensa que el proceso necesita un anillo de seguridad para mantenerse a flote. Que hay que defenderse del imperio. Que es un asunto estratégico. Los revolucionarios sienten que necesitan una tanqueta para elevar su espíritu bolchevique.
En realidad, el Gobierno nunca haría default a los perros de la guerra porque una de las patas que le permiten mantener al país en cintura es, precisamente, la represión. El modelo Tiananmen es mucho más importante para los jerarcas del PSUV que los indicadores de salud o de alimentación. La pólvora es su salvoconducto. No estamos en aquellos días en que Chávez gozaba de 60 por ciento de aceptación en las encuestas, en los anaqueles había leche, aceite, Harina Pan, café, en los hospitales y clínicas había (mal que bien)  insumos, y la inflación no se había desatado en la magnitud en que se ha desatado hoy, cuando estamos a un paso de la hiperinflación. No estamos en aquellos días en que Chávez era Chávez y no un muerto y se podía prescindir de los equipos antimotines y de las lacrimógenas. Estamos en una coyuntura delicada, en la que los retrasos en los pagos a los importadores de alimentos ascienden, según reportan Hausmann  y Santos, los 4 mil 200 millones de dólares. Estamos, en esta coyuntura delicada, bajo el mando de la figura desangelada de Nicolás Maduro. En cualquier momento el agua puede desbordarse. Por eso es que las bayonetas, además de los tenedores de deuda, son otra de las prioridades de este régimen. También hay que darles trato VIP a los vendedores de armas y de equipos. Los perros de la guerra son capitales en el ranking de la revolución.
Lo clave del artículo de Hausmann y Santos es que, más allá de si Venezuela incumplirá con sus compromisos internacionales (por eso el trabajo lleva el título de: “¿Hará default Venezuela?”), lo que, sin duda, sería un notición, es que advierte que, antes de caer en impago con sus acreedores externos, el Gobierno ya ha incurrido en default con la gente. Ese es un hecho que pasará a la historia. Y por el que el Gobierno debería pagar un alto costo en las urnas. Esedefault, de suyo, es también un notición. Y hay que explicarlo como lo explican ellos. Con pedagogía. No es que no hay gasas en los hospitales. No es que no hay medicamentos para los trasplantados renales. Así, en abstracto. No. Lo que hay que decir, y de allí el mérito de Hausmann, de Santos y de Avellaneda (que ha escrito  varios artículos en Konzapata explicando cómo el Gobierno ha decidido salvaguardar los intereses de los tenedores de deuda externa a costa de la economía interna), es que no hay gasas en los hospitales ni medicamentos para los transplantados renales porque el Gobierno le da más importancia a Wall Street que a la vida de los venezolanos. Esa correlación es fundamental. Si no se hace, el problema suena como un avatar más que enfrenta una administración con problemas de caja. Si se hace, el Rey queda desnudo. El ropaje socialista se deshilacha.

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