Lo han dicho Ricardo Hausmann y Miguel A. Santos: que el Gobierno opta por hacerle default al pueblo (al no honrar los compromisos que tiene con el sector salud y alimentos) y queda bien con Wall Street. Los tenedores de bonos tienen trato VIP dentro del chavismo. Primero la deuda, después vienes tú. ¿Hemos visto que el Gobierno haga default a los vendedores de armas y equipos antimotines?
Por Gloria M. Bastidas.- Si
el chavismo crítico hubiera hecho la correlación que han hecho los
economistas Ricardo Hausmann y Miguel Ángel Santos, estaría alzado. Si
los articulistas de Aporrea se
hubieran percatado de lo que se han percatado Hausmann y Santos, habría
un escándalo mayúsculo en el portal revolucionario (y también en Marea
Socialista). Si la oposición –y, sobre todo, su más emblemático
exponente: Henrique Capriles Radonski– se hubiese percatado por sus
propios medios, o si hubiera deglutido, asimilado, la afirmación de
Hausmann y Santos, si la hubiera evaluado en su justa dimensión, habría
demostrado que tiene visión política para atacar al Gobierno por donde
más puede dolerle. O afectarle. Pero no. Pareciera que lo que han dicho
el ex ministro de Cordiplan y el profesor del IESA (y también, valga
aclararlo, el columnista de Konzapata,
Juan Antonio Avellaneda) queda para el coto cerrado de los
especialistas. Para los lectores calificados de los artículos de
opinión. Y resulta que lo que ellos sostienen es trascendental, sobre
todo en un momento en el que Maduro y sus aliados pretenden hacerle
creer al país que se han decantado por el socialismo duro y puro y que
han abandonado toda fórmula neoliberal, que están libres de toda traza
capitalista. ¿Qué es lo que han dicho Hausmann y Santos? En dos
palabras: que el Gobierno prefiere hacerle defaultal
pueblo venezolano y no a Wall Street. Que su prioridad es honrar la
deuda externa y no, por ejemplo, los compromisos contraídos con el
sector salud o con el sector alimentos.
Eso
es demasiado importante como para dejarlo pasar por debajo de la mesa:
quien toma esa decisión es un Gobierno que está montado en el poder bajo
el manto de la retórica socialista y anticapitalista. Pero una retórica
que ha pasado al plano de la realidad mediante la expropiación y el más
vil atropello de la iniciativa privada en nombre del catecismo
chavista. Así que una medida semejante desnuda tanto al Rey como lo
hubiera desnudado haber anunciado un paquete de ajustes económicos en
cadena de radio y televisión. Hacerledefault a
la gente supone rendirse ante las leyes del mercado. El gobierno
“humanista” ha puesto al pueblo en un segundo plano y ha colocado a los
tenedores de bonos de la deuda en un privilegiado primer lugar. Les da
un trato VIP. La revolución también tiene su sala VIP. Que no venga a
recitarnos entonces El manifiesto comunista.
Tamaña desproporción debería tener un costo político, que el Gobierno
no termina de pagar. Y es lo que la oposición no ve. La oposición está
miope.
Le pasa lo que ocurre en el cuento La carta robada,
de Edgar Allan Poe. El prefecto de París, y su equipo, buscan
desesperadamente la misiva. El escrutinio se hace en los sitios más
recónditos de la mansión donde supuestamente se halla. En los lugares
más insospechados. Pero la carta estaba en un tarjetero que estaba
colgado sobre la chimenea: a la vista de todos. Quien la encuentra es el
avezado detective Auguste Dupin. Bueno, está a la vista de todos (por
lo que han dicho Hausmann, Santos y el propio Avellaneda) que el
Gobierno pone en último lugar a la gente. Ellos lo han dicho con
oraciones directas, con una sintaxis impecable. Y la oposición, sin
brújula idiomática, como si desconociera el peso que tienen las
palabras, lo contundentes que pueden llegar a ser para desarmar al
adversario político, al contrincante, no descodifica el mensaje y no lo
capitaliza. Un mensaje que traducido a grafiti callejero pudiera ser:
“Primero Wall Street, después vienes tú”.
¿Qué significa que el Gobierno se haya colocado en una situación de default, de impago, frente al sector salud? El suplemento Siete Días del diario El Nacionalretrataba
el drama en su edición del pasado 07 de septiembre. El Gobierno adeuda 6
mil 500 millones de dólares a los laboratorios y a las compañías de
equipos médicos. En consecuencia, los pacientes con cáncer o los
diabéticos o los hipertensos o los que sufren de hiper o hipotiroidismo o
los cardiópatas o los epilépticos se han quedado sin tratamiento. Sin
tratamiento porque en elranking de
prioridades de la revolución es más importante el martillazo de Wall
Street (y la reputación de buena pagadora que aquella puede labrarse:
mucho cuidado con la imagen externa) que la biología de sus súbditos.
Atención: y estamos hablando de un gobierno que -además de darle
preeminencia a los tenedores de deuda en su lista de pagos, para evitar
que sus finanzas sufran un accidente cerebrovascular- se gastó en armas y
servicios militares, hasta el año 2013, la bicoca de 11 mil millones de
dólares; es decir, lo que vale Citgo, que ahora está en subasta. Así
que también podríamos decir, parafraseando a Hausmann y a Santos, que la
revolución prefiere hacer default a la gente y no a los perros de la guerra. Lo que daría pie a otro grafiti callejero: “Primero las balas, después vienes tú”.
La
cifra de los 11 mil millones de dólares la dio, en 2013, Anatole Isakin,
director de la empresa estatal rusa Rosoboronoexport. Isakin declaró
(la información fue publicada por El Nacional el
pasado 24 de julio) que las exportaciones de armas y servicios
militares de Rusia a América Latina habían alcanzado los 14 mil 500
millardos de dólares en los últimos doce años. El funcionario aclaró
entonces que 76 por ciento de esas negociaciones tuvieron como destino
Venezuela. De allí la cifra colosal de los 11 mil millones de dólares.
Que nos lleva a una pregunta cuya respuesta habla del doble discurso del
chavismo: ¿Alguna vez hemos visto que las empresas que venden armamento
al país se quejen porque el Gobierno ha incumplido los pagos, como sí
ocurre, por ejemplo, con las líneas aéreas? Esto también es
trascendental. Y la oposición, no lo ve. El chavismo crítico no puede
verlo: piensa que el proceso necesita un anillo de seguridad para
mantenerse a flote. Que hay que defenderse del imperio. Que es un asunto
estratégico. Los revolucionarios sienten que necesitan una tanqueta
para elevar su espíritu bolchevique.
En realidad, el Gobierno nunca haría default a
los perros de la guerra porque una de las patas que le permiten
mantener al país en cintura es, precisamente, la represión. El modelo
Tiananmen es mucho más importante para los jerarcas del PSUV que los
indicadores de salud o de alimentación. La pólvora es su salvoconducto.
No estamos en aquellos días en que Chávez gozaba de 60 por ciento de
aceptación en las encuestas, en los anaqueles había leche, aceite,
Harina Pan, café, en los hospitales y clínicas había (mal que bien)
insumos, y la inflación no se había desatado en la magnitud en que se ha
desatado hoy, cuando estamos a un paso de la hiperinflación. No estamos
en aquellos días en que Chávez era Chávez y no un muerto y se podía
prescindir de los equipos antimotines y de las lacrimógenas. Estamos en
una coyuntura delicada, en la que los retrasos en los pagos a los
importadores de alimentos ascienden, según reportan Hausmann y Santos,
los 4 mil 200 millones de dólares. Estamos, en esta coyuntura delicada,
bajo el mando de la figura desangelada de Nicolás Maduro. En cualquier
momento el agua puede desbordarse. Por eso es que las bayonetas, además
de los tenedores de deuda, son otra de las prioridades de este régimen.
También hay que darles trato VIP a los vendedores de armas y de equipos.
Los perros de la guerra son capitales en el ranking de la revolución.
Lo
clave del artículo de Hausmann y Santos es que, más allá de si Venezuela
incumplirá con sus compromisos internacionales (por eso el trabajo
lleva el título de: “¿Hará default Venezuela?”), lo que, sin duda, sería
un notición, es que advierte que, antes de caer en impago con sus
acreedores externos, el Gobierno ya ha incurrido en default con la gente. Ese es un hecho que pasará a la historia. Y por el que el Gobierno debería pagar un alto costo en las urnas. Esedefault,
de suyo, es también un notición. Y hay que explicarlo como lo explican
ellos. Con pedagogía. No es que no hay gasas en los hospitales. No es
que no hay medicamentos para los trasplantados renales. Así, en
abstracto. No. Lo que hay que decir, y de allí el mérito de Hausmann, de
Santos y de Avellaneda (que ha escrito varios artículos en Konzapata explicando
cómo el Gobierno ha decidido salvaguardar los intereses de los
tenedores de deuda externa a costa de la economía interna), es que no
hay gasas en los hospitales ni medicamentos para los transplantados
renales porque el Gobierno le da más importancia a Wall Street que a la
vida de los venezolanos. Esa correlación es fundamental. Si no se hace,
el problema suena como un avatar más que enfrenta una administración con
problemas de caja. Si se hace, el Rey queda desnudo. El ropaje
socialista se deshilacha.
No comments:
Post a Comment