Por Elizabeth Fuentes.- No hay nada más
peligroso que una polémica de farándula. El mundo del entretenimiento es
poderoso, una industria que, según el filósofo y economista Jacques
Attali, en pocos años será más productiva que el petróleo.
De allí que cualquier buen asesor de
marketing político, lo primero que recomienda al aspirante a líder es
entender que la política es un show y los líderes, personajes
fundamentales del espectáculo. Si no se tiene carisma, hay que aprender
al menos lecciones de teatro. Si no se tiene humor, evitar los chistes
malos. Si no se cuenta con la cultura suficiente, hablar poco. Y,
obviamente, si un grupo de artistas famosos declaran en su contra, jamás
pero jamás responderle porque la polémica llenará los titulares y
ningún líder político podrá medirse con un famosillo sin quedar mal,
porque todos desconfían de los políticos y, en contraste, aman a esos
nuevos dioses del Olimpo que son ahora los cantantes, misses, actores y
demás privilegiados por la fama.
Ya a principios de año, cuando las protestas
de febrero, artistas de la talla de Madonna, Rihhana, Ricky Martin,
Miley Cirus, Rubén Blades, Juanes, Laura Pausini, Chino y Nacho, Marc
Anthony y muchas ex misses, declararon públicamente en contra de la
represión desatada por el régimen hacia los estudiantes. Y al presidente
no se le ocurrió otra cosa que responder incoherencias del tipo los que se meten con el país quedan “secos” como un “desierto” y “olvidados por el olvido”
En su auxilio, aparecieron los pocos
faranduleros cuadrados con el chavismo-Roque Valero, Winston Vallenilla,
Maradona -, a defender al gobierno a punta de consignas.
Pero
ahora Maduro se enfrenta a un adversario más peligroso, porque José
Luis Rodríguez – y nunca lo ocultó- siempre tuvo ambiciones políticas y
un verbo picante. Basta escuchar las coherencias de sus argumentos
durante la reciente polémica donde se batió (y le ganó) a todo un
presidente de la República quien, casualmente, se encuentra en su
momento más bajo en cuanto a popularidad y buena gestión se refiere. Y
El Puma no habla debido a una coyuntura específica, sino como un líder
opositor que le está roncando en la cueva. Ojalá y no se le ocurra a
Schemmel- si es que funciona como asesor en estas lides-, aconsejarle
que le retire la nacionalidad, como hicieron con María Conchita Alonso,
porque le regalaría a Rodríguez como ocho rounds más en ese boxeo donde
Maduro, seguramente, podría salir noqueado, al menos en popularidad. Más
noqueado de lo que ya está, mejor dicho.
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