En: http://www.lapatilla.com/site/2014/09/18/jose-domingo-blanco-mingo-plan-marshall-para-venezuela/
A propósito del trabajo publicado el pasado domingo en Siete Días de
El Nacional, “Los sueños rotos de los dólares Cadivi”, escrito por el
colega Franz Von Bergen, recordé las múltiples oportunidades en las que
entrevisté al doctor Arturo Uslar Pietri, quien nunca dejó de manifestar
su inmensa preocupación por Venezuela y uno de sus peores flagelos: la
corrupción. Von Bergen, para quienes no tuvieron la oportunidad de leer
el trabajo, realiza un estupendo análisis sobre todo lo que pudo haberse
construido y desarrollado en el país con los 25 millardos de dólares
que se fugaron, en los últimos años, en empresas de maletín. Sin duda,
una historia penosa y sórdida que engrosará el vergonzoso capítulo
dedicado a la corrupción venezolana. El doctor Uslar nos alertaba
siempre sobre este tema. Al aire o con los micrófonos apagados, Uslar
Pietri ponía como ejemplo el Plan Marshall. Enumeraba con una precisión
asombrosa la cifra con la que se logró la reconstrucción de Alemania
después de la Segunda Guerra Mundial y reflexionaba perplejo sobre cómo
era posible que con este Plan –cuyo monto fue de 13 mil millones de
dólares – se hubiese alcanzado en tan corto tiempo lo que parecía
imposible. Y me pregunto: ¿Cuántos “Plan Marshall” habríamos podido
cubrir con el dinero que se ha perdido, desaparecido, desviado o robado
en estos últimos 15 años? Si estuviésemos conducidos por dirigentes
honestos, hoy Venezuela sería una potencia.
Sin embargo, nuestra situación es de indigencia. Somos unos
limosneros internacionales, arañando recursos para cubrir el enorme
desastre y la incompetencia del régimen. ¡Y con la cantidad de dólares
que ha entrado en la cosa pública y que de tan mala manera han
administrado! No puede ser que los venezolanos nos tropecemos con
informaciones que, prácticamente, ya no nos impactan como, por ejemplo
“que aumenta en 150% el gasto adicional con respecto a 2013”. Es más, el
presupuesto de la Nación arrancó en Bs 552,6 millardos y hoy en día
está en Bs. 865,8 millardos. De acuerdo con los informes que han sido
presentados a la Asamblea Nacional, en casi 9 meses, los diputados le
han autorizado al Ejecutivo 313,2 millardos de bolívares en operaciones
extraordinarias; ese gasto adicional supera en 150% al aprobado durante
el mismo período del año pasado, que fue de 125 millardos. ¿Cómo es
posible? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que nuestros recursos se
despilfarren sin controles ni auditorías? ¿Hasta cuándo los dineros
públicos se manejarán como si se tratase de las cuentas personales de la
gente del gobierno?
Otra arista de este mismo tema, es el importante pronunciamiento de
la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo que alerta sobre las
consecuencias por la venta de Citgo Petroleum, filial de PDVSA en
Estados Unidos. Con los ingresos de la venta de Citgo, el gobierno
quiere pagar deuda. Pero, el asunto es que todos los venezolanos somos
accionistas de PDVSA, y esta venta no la puede hacer Maduro sin
consultarnos. Es más, sería una falta muy grave si ya lo hizo. ¿Para qué
usarán el dinero de la venta? ¿Para más corrupción y despilfarro? Ese
inesperado arrebato del gobierno por vender Citgo no es más que un
intento desesperado por obtener liquidez. Cuando la solución no es
vender una empresa, otrora orgullo de PDVSA, mucho menos empeñarla, ni
subastarla: bastaría con que los miembros del gobierno hicieran “una
vaca”, que por cierto, dudo que los empobrezca, y firmaran un
chequecito de sus jugosas cuentas bancarias. Vender Citgo es perder una
de las ventajas que tenemos a la hora de atender el mercado americano.
Salir de allí, es cerrarnos las puertas y encaminarnos, aún más
aceleradamente a la bancarrota. Además con otro agravante: no tenemos
garantía de saber con exactitud el destino final de los dólares que se
obtengan por la venta.
Un aspecto que debe llamarnos poderosamente la atención -y esto solo
para fijarnos en un poder elemental, pilar de toda democracia- es un
reciente estudio comparativo elaborado por los amigos de la ONG
Transparencia, capítulo Venezuela, que acaba de revelar, nada más y nada
menos, que nuestra Asamblea Nacional –esa que aprueba los créditos
adicionales- ocupa la última casilla del índice latinoamericano de
transparencia legislativa, con un penoso promedio de 21%, contra el
promedio regional que llega al 40%. El análisis se centró en cuatro
puntos operativos: normatividad, gestión, presupuesto y rendición de
cuentas. Y nuestro poder Legislativo resultó el peor valorado de todos.
Esto es muy grave, porque estamos hablando de una instancia que, en
teoría, debería aprobar leyes que vayan en beneficio del colectivo
nacional; pero, resulta que la dictadura que se vive en nuestra
Asamblea, permite que el Ejecutivo no tenga control alguno y mucho menos
el resto de los poderes. Si no se supervisa la sana administración de
los recursos del Estado, es imposible sacar al país de la pobreza donde
está hundida ¡ni con mil “Plan Marshall” subsidiados con la renta
petrolera!… ¿Cuántos Plan Marshall se hubieran podido desarrollar con
los dólares que se han robado en los últimos 15 años? Si no estuviésemos
gobernados por buitres, hoy, sin temor a equivocarme, seríamos una gran
potencia ¡hasta envidiados por Alemania!
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