En: http://konzapata.com/2014/10/a-elias-jaua-el-triunfo-no-le-sienta-bien/
Por Elizabeth Fuentes @fuenteseliz.-
A Elías Jaua el triunfo no le
sienta bien. Quizás ese gesto de su rostro, siempre adusto, como si
estuviese pensando en algo trascendental, le ha alejado de las buenas
noticias. Y, lo peor de todo, no sabe disimular las malas. Ya lo vimos
cuando la gravedad del Hugo Chávez, incapaz de emitir una sonrisa por
más que al interior del gobierno la consigna fuese que el Comandante
Eterno estaba en franca mejoría. Bastaba ver la cara de Elías Jaua para
descubrir la verdad, como si un rayos X le atravesara la mirada hasta
dejar ver el desamparo que perfumaba por esos días a todo el tren
ejecutivo. Tampoco pudo disimular cuando lo derrotó Capriles, mandado a
esa horca electoral por Chávez a ver si el joven triunfaba en algo por
sí solo. El mal humor también lo acompañó cuando le encasquetaron aquel
cargo burocrático en el Estado Miranda como un premio de consolación
ante su fracaso, palabra que lo ha perseguido ante cada uno de los
siete cargos por los que ha pasado en los últimos 15 años. Con su cara
de cañón anduvo mientras fue Ministro de la Secretaria – trabajaba al
lado de Hugo Chávez, hay que entender-, y cara de cañón cuando fue
Ministro para la Economía Comunal, por allá en el 2003, asunto que como
sabemos se convirtió en una estruendosa gran nada porque, ocho años
después, lo han puesto a ocupar un ministerio casi similar pero con la
cuarta parte del presupuesto necesario para arrear los votos, que es
para lo que se fundan y refundan ministerios de este tipo. No lo hizo
bien en Agricultura (hoy sufrimos las consecuencias, por si hay dudas
al respecto) y entre uno y otro cargo, pasó la histórica vergüenza de
ser rechazado como embajador por el gobierno argentino debido a que
había sospechas de que el alumno quema cauchos de la UCV, pudiera
convertirse en un exportador de la naciente revolución bolivariana.
Solo durante su paso por Cancillería le vimos sonreír una vez y fue,
qué mala suerte, mientras estrechaba la mano del Vicepresidente de
Estados Unidos, John Kerry, foto que rodó por todas las redes sociales
con los comentarios pertinentes. En fin, que el triunfo no le sienta
bien. Lo atosiga, lo enreda. Apegado a la teoría -dicen que el exceso de
teoría paraliza la práctica-, ya sabemos que viaja con un maletín
cargado no sólo de revólveres y balas, sino de un bojote de papeles y
documentos políticos, típico de quienes no tienen más nada qué hacer,
sino ganar elecciones y garantizarse a sí mismos otros tantos años de
lectura de documentos inútiles mientras el presupuesto de la Nación les
paga la luz, el mercado y los escoltas. Pero si el triunfo no le sienta,
el azar le juega malas pasadas, porque justo cuando finalmente Jaúa
aparecía en algunas encuestas por encima de Cabello y Ramírez- su
reconocido adversario al interior del chavismo-, viene el azar y le
juega semejante desgracia: ser descubierto con las manos en la masa
actuando como el más conspicuo representante de esa historia que llevan
15 años tratando de borrar. Jaua trocado en un privilegiado y
poderoso miembro de un cogollo partidista, disfrutando gratis de los
viajes en los aviones de Pdvsa mientras el pueblo no tiene ni cómo
comprar un pasaje de autobús. Sólo le faltó, para terminarla de poner,
que hubiese estado aún en su rol de Canciller mientras su niñera trataba
de meter su revolver ilegalmente en Brasil. Y que Rafael Ramírez
continuase en Pdvsa, para embarrarlo también con este escándalo.
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