Axel Capriles
Qué
tienen en común Dilma Rousseff, Recep Erdogan, Michelle Bachelet, Vladimir
Putin y Juan Manuel Santos? A pesar de ser personajes muy distintos, todos son
gobernantes reelectos. Y la reelección es un hecho excesivamente frecuente que
no debe ser tomado a la ligera. Casi todos los presidentes o primeros ministros
en el ejercicio del poder tienden a ser elegidos para un mandato adicional. Sea
de manera limpia y justa o de forma grosera y fraudulenta, como ha sido en
Venezuela, el hecho es que, la mayoría de las veces, quien está en el gobierno
tiene una ventaja muy grande sobre sus contrincantes a pesar de regirse por un
método político supuestamente objetivo e imparcial. La democracia ha sido
deformada por el mecanismo del voto porque no contó con el peso que adquiriría
el Estado en el siglo XX ni con los infinitos recursos de manipulación y
conformación del poder. En demasiadas ocasiones, la gente vota por el
gobernante de turno solo porque depende de una bolsa familia que provee el
Estado (por definición, representante de lo público y no caudal de una persona)
o porque simplemente se acostumbra, como hubiera observado Bolívar, a obedecer.
En los
últimos años se ha moldeado una falsa corriente de opinión que opone el poder
del dinero privado y el mercado a la bienaventuranza del Estado. La realidad es
que lo que llaman mercado (entendido, frecuentemente, como una persona con
voluntad y llena de maldad) es hoy dominado por un hiperbólico capitalismo de
Estado. Recorra con su mirada Kuala Lumpur desde el piso 88 de las Torres
Petronas de la compañía de petróleo y gas de Malasia o párese bajo la sede de
la Televisión Central de China, en Pekín, para que sienta lo que, es de verdad,
el poder del Estado. El fondo soberano Abu Dhabi Investment Authority tiene más
de 627.000 millones de dólares en activos. Las compañías bajo control del
Estado representan más de 80% del valor del mercado chino y alrededor de 65%
del ruso. Las principales compañías de telefonía o petroleras del mundo son
propiedad de los Estados. El común de la gente tiende a pensar en el poder del
Estado con vista en el gobierno central, pero no toman en cuenta los fondos o
las compañías con que los gobiernos manipulan a la gente y los mercados. En
Venezuela, casi la mitad del presupuesto se maneja por fuera. Frente a un
candidato con recursos escasos y uno que reparte, aunque sean mendrugos, de la
inmensa bolsa del Estado, ¿por quién votará un ser indefenso que vive con menos
de 2 dólares al día?
Vía El Nacional
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