Thursday, October 30, 2014

La crítica en Venezuela

En: http://www.eluniversal.com/opinion/141030/la-critica-en-venezuela

RICARDO GIL OTAIZA |  EL UNIVERSAL
jueves 30 de octubre de 2014  12:00 AM

La escritura literaria trae consigo el cotejo, el análisis de las obras, y para esto es muy necesaria la crítica. En nuestra historia hallamos interesantes voces que en algún momento se erigieron en fieles de la balanza, para conferirle al trabajo literario la fuerza y el dinamismo que buscaban elevadas cimas en nuestras letras. Sin pretender ser exhaustivos podríamos señalar a Juan Vicente González, Rufino Blanco Bombona, Gonzalo Picón Febres, Mariano Picón-Salas, Arturo Uslar Pietri, Salvador Garmendia, Juan Liscano, Oscar Sambrano Urdaneta, Alexis Márquez Rodríguez, Domingo Miliani, Carlos Pacheco, Lubio Cardozo, Rodolfo Izaguirre, Julio Miranda y Luis Barrera Linares, entre otros, quienes representan importantes generaciones de intelectuales que desde el estudio académico (la mayoría en el seno de las más importantes universidades del país) cimentaron las estructuras de lo que en algún momento fue una crítica literaria seria y consolidada. Con el correr del tiempo a estos nombres se unieron los de otros: Alberto Rodríguez Carucci, Álvaro Contreras, Carlos Sandoval, Enrique Plata Ramírez, Víctor Bravo, Gregory Zambrano, Alberto Jiménez Ure, Luis Britto García, Ramón Ordaz, Gabriel Mantilla Chaparro, Liduvina Carrera, Miguel Ángel Campos y Francisco Javier Pérez, los cuales se han erigido en las décadas recientes en vasos comunicantes entre el autor, la obra y sus potenciales lectores.

Como se puede apreciar, tenemos ya una larga tradición en la crítica literaria. Si bien la mayoría de los personajes citados no han sido sólo analistas y hermeneutas, sino también escritores con obra propia en los distintos géneros, sus esfuerzos por acercarse a la obra de los autores del ayer, y a la de sus contemporáneos, han traído como resultado el conocimiento y la comprensión del hecho literario con sello local, así como su proyección a lo interno y fuera de nuestras fronteras. Cabe destacar que la prensa nacional ha jugado (o jugó, en todo caso) un papel importante en todo este proceso, porque como bien lo expresara Arturo Uslar Pietri en múltiples oportunidades, los intelectuales venezolanos y de América Latina nos hemos fogueado en las páginas de los periódicos.

No obstante, y a pesar de lo arriba enunciado, nuestra crítica se ha ido quedando entumecida en los años recientes, adosada a las cuatro paredes de las aulas universitarias, archivada en los anaqueles de las bibliotecas, para convertirse tan sólo en mecanismo de ascenso en el escalafón universitario, como parte de trabajos de grado y tesis doctorales, como ponencias en congresos y bienales, que dicen mucho a los académicos, pero muy poco a una sociedad que ve con curiosidad (no exenta de reticencias) la labor de la crítica; como si se tratara de algo inoficioso, pueril, anclado a una elite intelectual. En la actualidad nuestra crítica adolece de raquitismo, de debilidad argumentativa y de carácter, de ausencia de personalidad, hasta el punto de no impactar lo que aquí se produce en materia de libros. Habrá que reinventarla para que, como ocurre en otros contextos, sea la fuerza que impulsa a publicar, pero con mucha dignidad.

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