Thursday, October 30, 2014

Brasil, Argentina, Bolivia y Uruguay, 4 casos en los que la economía decide elecciones

En: http://konzapata.com/2014/10/brasil-argentina-bolivia-y-uruguay-cuatro-ejemplos-en-los-que-la-economia-decide-elecciones/

Por Ayrton Salamanca (Río de Janeiro).-

La economía es fundamental y tiene un peso importante en el proceso electoral, quizás mayor al de otros factores, en un escenario con condiciones y reglas democráticas más o menos claras. En ese sentido, los procesos electorales que se están desarrollando en un contexto adverso de las condiciones económicas, los candidatos del partido oficial tienen ese factor en contra. En esa situación se encontraba Dilma Rousseff y ahora Cristina Fernández de Kirchner, pues Brasil y Argentina están en recesión económica. No fue el caso de Evo Morales (reelecto) ni tampoco el caso de Tabaré Vásquez, candidato del partido oficialista Frente Amplio, Uruguay, ya que ambas economías se encuentran en crecimiento y la población goza de cierta prosperidad y expectativa de mejora.

En Brasil, los resultados electorales dieron un estrecho margen a Dilma Russef (51,64%) sobre el opositor Aecio Neves (48,36%). Si las elecciones se hubiesen realizado en 2012, quizás Dilma hibiera sido reelecta holgadamente sin pasar por el apuro de este domingo. Muchos factores adversos convergieron para impactar la economía y los instrumentos de política anticíclica utilizados no han logrado detener la caída de la economía. Dilma heredó un país en crecimiento de su antecesor Lula, que gozó el boom de los commodities y vertió ingentes recursos a la sociedad a través del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC I), que permitió sacar de la pobreza a unos 40 millones de brasileños. Dilma continúo con el plan de gastos (PAC II), pero se encontró con los coletazos de la crisis financiera internacional (2008), la etapa de maduración de muchos proyectos que se iniciaron con su antecesor, cuellos de botella en infraestructura (a pesar del PAC II), y luego vino la desaceleración del crecimiento en China y la baja de los precios de las materias primas. Se aplicaron políticas anticíclicas, como el rol de los bancos públicos para reactivar a través de los préstamos, y otras, pero ya no pueden más. Además, a la administración de Dilma la ha golpeado muchos casos importantes de corrupción, como en Petrobras, las obras del mundial, etc. Tiene muchos factores en su contra. Una a favor, el alto nivel de reservas internacionales gracias a un alto componente de inversiones a largo plazo, que si bien se han detenido, igual es una fortaleza pues no son volátiles y evitan las salidas de capitales a corto plazo.

En Argentina, la señora Fernández de Kirchner la tiene más difícil. De hecho, la mayoría de los argentinos dan por descontado que no ganaría una reelección, y la apuesta es por un gobierno más moderado que corrija las distorsiones creadas por el modelo económico aplicado por el Kirchnerismo. En efecto, al igual que Brasil la economía argentina está en recesión, pero además, asfixiada por controles, fundamentalmente en el sector externo. Argentina también gozo del boom de los commodities y la economía estuvo en crecimiento por varios años, luego de salir de aquella brutal crisis que aún está en la memoria de los argentinos y del mundo, pues hundió al país a lo más bajo, aplicando el famoso “corralito” que congeló los depósitos del público, adoptó control de cambios y no pagó la deuda externa. Con la adopción de un tipo de cambio libre, algunos arreglos de mercado y el boom de los commodities, comenzó una fase de crecimiento que duró prácticamente trece años (2003-2013), pero comenzó a hacer aguas con la caída de los precios. El modelo basado en el impuesto a la soja, subsidios, controles, empezó a mostrar señales de debilitamiento. Las fortalezas se convirtieron en debilidades. El superávit comercial se convirtió en déficit y el superávit fiscal se achica con perspectivas negativas por los precios de la soja y la recesión. El déficit comercial se agudizó por las importaciones de energía y de allí vino la expropiación de Repsol con el argumento que no hacia las inversiones suficientes para aumentar la producción de petróleo y derivados. En este contexto, la reacción de los agentes económicos fue la salida de capitales y perdidas de reservas internacionales y, la reacción del Gobierno fue el control de cambios, las limitaciones a las importaciones y más controles, que sin duda generan más distorsiones y no resuelven el problema de fondo. Y cuando daban señales positivas, como el arreglo con Repsol, el pago de la deuda al Club de París y el ajuste cambiario, vino lo del default. Así que no habrá reelección y urge esperar que el nuevo gobierno resuelva estos entuertos.

Evo Morales fue reelecto con el 60% de los votos. Tiene la economía a su favor. En 2013 el PIB tuvo un crecimiento del 6,8% y para este año se espera un crecimiento del 5,5%. Ha sabido aprovechar dos factores bastante favorables: 1) la estabilidad macroeconómica heredada y 2) el boom de los commodities. En la región, Chile y Bolivia son los países con más larga historia con baja inflación, tipo de cambio relativamente estable, bajas tasas de interés; factores necesarios para el crecimiento. Desde 1985, cuando se aplicó un programa de estabilización[1] para combatir exitosamente la hiperinflación, Bolivia goza de este contexto favorable que Evo respetó y, sin duda, ha dado sus frutos. Casualmente, Chile comienza su estabilidad desde esa misma época, con políticas neoliberales inspiradas en los Chicago Boys durante el régimen de Pinochet. Bolivia, como todo país exportador de materias primas, experimentó un shock favorable de precios, acompañado de ajuste a los precios de exportación del gas a Brasil y Argentina, con la nacionalización de la petrolera Yacimientos Petroleros Fiscales Bolivianos (YPFB). Estos precios de exportación posicionan a Bolivia con un nivel de reservas internacionales sin precedentes con más de US$14 mil millones. Y, si bien, nacionalizaron otras empresas (las que se habían privatizado), todas están dando resultados favorables.

En Uruguay, Tabaré Vázquez tiene la economía a su favor. Uruguay viene creciendo por un largo periodo y con estabilidad macroeconómica y sólida institucionalidad democrática. A diferencia de sus socios y vecinos del Mercosur (Brasil y Argentina), en 2013 el PIB creció en 4,4% y se espera 3,4% para 2014. Esto es mucho decir, pues en el pasado reciente, si sus grandes socios entraban en crisis arrastraban al pequeño socio; ya no. El país obtuvo su grado de inversión por las calificadoras de riesgo y, a nivel internacional, está bien ranqueado en transparencia y otros factores institucionales. De hecho, no se discute mucho el tema de la economía y da la sensación de que gane quien gane, seguirá con el “piloto automático” con algún pequeño viraje si es necesario. Los temas con más discusión están relacionados con el aumento de la inseguridad, y con la legalización de la marihuana y el matrimonio gay, como si la sociedad estuviera en otro estadio de desarrollo.

Y si es por la economía, Maduro no tendría ningún chance para ganar elección alguna. Con una población empobrecida, con escasez de bienes y servicios, alta inflación, delincuencia y pare de contar. Y con la baja del precio del petróleo se agudizaran los problemas. Es una crisis sin precedentes, en todos los ámbitos, paradójicamente en un país petrolero y con muchos recursos naturales. No obstante, ni las reglas democráticas ni la institucionalidad se cumplen, con lo cual los resultados electorales pudieran estar distorsionados.



En el libro Macroeconomia en la economía global, sus autores, Jeffrey Sachs y Felipe Larr

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