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L os regímenes de
corte totalitario como el que asola al
país, contienen una abundancia de zonas grises que no permiten establecer las fronteras
entre quienes son sus fanáticos seguidores y quienes lo hacen embelesados con las promesas y migajas que
les ofrece el populismo. El
proceso político-social que ha permitido la entronización del régimen, se
afirma que es producto de una
"responsabilidad compartida", sin considerar las motivaciones que han
condicionado las actitudes de los resistentes y de los apoyadores frente al gobierno. En la
mayoría de los casos, el
terror desarrollado por el régimen, basado en un discurso con imagen de una
fuerza inclusiva pero que en su acción cotidiana, se ha caracterizado hasta la saciedad por rasgos excluyentes que han servido para
desalentar a la oposición y amedrentar a quienes la apoyan. La inclusión del
régimen, se fundamenta en la exclusión ajena y en la exigencia a sus seguidores de un servilismo aberrante,
sordo y ciego.
No seríamos realistas si no comprendemos que existe una inmensa zona de diversos tipos de obligada convivencia de los ciudadanos con el poder omnímodo del régimen. Hay abundancia de situaciones y motivaciones en las personas que las llevan a adoptar actitudes que podrían ser calificadas como complicidades atenuadas. Esos tipos de relaciones no pueden separarse del engaño, la mentira, la intimidación y de las formas perversamente falsas como el régimen ha pretendido erigirse en el instrumento de redención para una vida mejor. Todo ello, para conformar una especie de advertencia para los resistentes, que genera resignación a los receptores de los cambios políticos y una sensación de superioridad para quienes acompañan "al proceso".
Mucha gente no cree que está ocurriendo una catástrofe nacional que nos afecta a todos; no ha advertido la imposibilidad de construir un país en el que se prescinda de un gran contingente humano por no coincidir con la visión ideológica del dictador, ni tampoco el acelerado derrumbamiento del régimen. Aún no se han percatado de la naturaleza y métodos totalitarios, cuyas características principales son el discurso populista, el engaño, la mentira, la adhesión fanática y programada de las masas, y el despliegue de fuerzas de choque que dan a los desprevenidos ciudadanos una sensación de gran poderío del régimen y su partido. Ello influye en el ánimo de las personas, facilita la aparición de sentimientos de impotencia y la consecuente neutralización de los principios y tradiciones democráticas. Contra todo eso hay que luchar y convencernos de que cuando el totalitarismo avanza, están en peligro de desaparición los derechos a pensar por nosotros mismos, a expresar libremente nuestras creencias, a tomar con nuestro libre albedrío las decisiones que atañen a nuestra vida y las de nuestro grupo familiar. El tomar conciencia de lo que nos ocurre y nos seguirá ocurriendo es consecuencia del régimen que tenemos y que de no detenerlo ahora los males serán mayores; esa es la mejor defensa de que podemos disponer ante esa terrible amenaza.
No seríamos realistas si no comprendemos que existe una inmensa zona de diversos tipos de obligada convivencia de los ciudadanos con el poder omnímodo del régimen. Hay abundancia de situaciones y motivaciones en las personas que las llevan a adoptar actitudes que podrían ser calificadas como complicidades atenuadas. Esos tipos de relaciones no pueden separarse del engaño, la mentira, la intimidación y de las formas perversamente falsas como el régimen ha pretendido erigirse en el instrumento de redención para una vida mejor. Todo ello, para conformar una especie de advertencia para los resistentes, que genera resignación a los receptores de los cambios políticos y una sensación de superioridad para quienes acompañan "al proceso".
Mucha gente no cree que está ocurriendo una catástrofe nacional que nos afecta a todos; no ha advertido la imposibilidad de construir un país en el que se prescinda de un gran contingente humano por no coincidir con la visión ideológica del dictador, ni tampoco el acelerado derrumbamiento del régimen. Aún no se han percatado de la naturaleza y métodos totalitarios, cuyas características principales son el discurso populista, el engaño, la mentira, la adhesión fanática y programada de las masas, y el despliegue de fuerzas de choque que dan a los desprevenidos ciudadanos una sensación de gran poderío del régimen y su partido. Ello influye en el ánimo de las personas, facilita la aparición de sentimientos de impotencia y la consecuente neutralización de los principios y tradiciones democráticas. Contra todo eso hay que luchar y convencernos de que cuando el totalitarismo avanza, están en peligro de desaparición los derechos a pensar por nosotros mismos, a expresar libremente nuestras creencias, a tomar con nuestro libre albedrío las decisiones que atañen a nuestra vida y las de nuestro grupo familiar. El tomar conciencia de lo que nos ocurre y nos seguirá ocurriendo es consecuencia del régimen que tenemos y que de no detenerlo ahora los males serán mayores; esa es la mejor defensa de que podemos disponer ante esa terrible amenaza.
Vía Tal Cual
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