REINALDO ROJAS
| EL UNIVERSAL
martes 28 de octubre de 2014 12:00 AM
Hace doscientos años, apenas
instaurada la Segunda República gracias a los triunfos militares
obtenidos por el Ejército Libertador en la Campaña Admirable, el pueblo
venezolano irrumpió en la historia. Lo paradójico es que lo hace en
contra de la propia República fundada en 1811, es decir, en contra de la
independencia de Venezuela. ¿Cómo se explica esto?
Tal como sucedió en el resto de países que formaron parte del imperio español, la declaración de independencia fue iniciativa de los blancos criollos, estamento étnico que como clase social estaba constituida por los grandes dueños de tierras y esclavos pero que en el ámbito del poder político apenas habían logrado dominar los cabildos frente al exclusivo monopolio de los altos cargos por parte de los funcionarios españoles, los llamados blancos peninsulares. La obra emancipadora vendría a completar esa carencia, que el propio Bolívar denominó el ejercicio de la tiranía activa y dominante.
La coyuntura favorable a estos cambios se da en 1808. Las tropas de Francia ocupan suelo español y bajo la presión del emperador Napoleón Bonaparte, abdican al trono español el rey Carlos IV y su hijo Fernando VII, dejando en manos de los franceses los destinos tanto de la monarquía como del imperio. La respuesta del pueblo español no se hizo esperar. El 2 de mayo de 1808 Madrid se levanta contra la ocupación francesa y se crean en la península y en las principales ciudades de Hispanoamérica, las juntas defensoras de los derechos de Fernando VII.
La nuestra se instala el 19 de abril de 1810 y da paso al primer gobierno autónomo de los criollos en el territorio venezolano, encabezado por los alcaldes de Caracas. El 5 de julio se declara la independencia y se aprueba la primera Constitución del país. Jurídicamente hablando, había nacido la República de Venezuela.
Sin embargo, sabemos, que este nuevo orden republicano fue efímero. Los errores cometidos por el gobierno, claramente expuestos por Bolívar en su "Manifiesto de Cartagena", la sublevación de los canarios en Caracas y de sectores realistas en Valencia, el terremoto de 1812 y la pérdida del Castillo de Puerto Cabello, entre otros factores, señalan la muerte de la República con la capitulación firmada en San Mateo, el 26 de julio de 1812, por Miranda y Monteverde.
Ya, en la guerra de 1812, se aprecia la participación de esclavos y sectores populares del lado realista. Pero la hecatombe social es la que se vive en 1814, cuando la caída de la II República es el producto de una rebelión popular liderizada por el asturiano José Tomás Boves. No son sólo las batallas ganadas, el reparto de propiedades y la imposición de la "guerra a muerte" contra el blanco, lo que va a proyectar a Boves en nuestra historia republicana. Lo más significativo es su transformación en el primer caudillo de la democracia venezolana.
¿Cómo es posible esta mutación?
En primer lugar, porque nuestra guerra de independencia fue también una guerra civil. Es ese odio al blanco criollo lo que capitaliza Boves. Pero, en segundo lugar, hay también una acción política ya que el saqueo de bienes y propiedades que era práctica común de los ejércitos para el financiamiento de la guerra, Boves lo transforma en un modo de vida entre sus soldados, naciendo el mito del caudillo distribuidor de la tierra. Y finalmente, su condición de hombre de la guerra, forjado en el campo de batalla, hablando, durmiendo, comiendo y sufriendo junto a sus hombres. Juan Uslar Pietri, destaca sus rasgos como jefe de campaña. Fue el primero en movilizar grandes masas para la guerra, esa atronadora avalancha de jinetes llaneros que desarticuló las tácticas de guerra europea. Si para Miranda, el Ejército patriota estaba condenado al fracaso porque era un "bochinche", Boves aprovechó para sus fines el carácter disgregador y anárquico de aquella indisciplinada montonera. Lo seguían porque les daba valor y confianza, luchando medio desnudo con la lanza en la mano. Llegó a movilizar un ejército de 7 a 8 mil hombres, formado mayoritariamente por esclavos, negros libres y zambos. Héroe y bandolero a la vez, es Juan Vicente González quien lo califica como el "primer jefe de la democracia venezolana".
¿En el siglo XX?
De ser cierto este planteamiento, tenemos entonces que la idea de democracia no nació en Venezuela en el siglo XX. Sus primeros pasos se dieron en nuestro proceso de independencia: La democracia política fundada en la Constitución y en las leyes y la democracia social sobre la justicia y la igualdad. ¿Será por eso que en la mentalidad venezolana no hay democracia sin igualdad? Bolívar lo reconoció en 1819. Ha sido difícil conciliar ambas dimensiones de la democracia en nuestra historia. Pero allí está el rostro del Urogallo, la imagen del terrible asturiano para recordarlo.
Tal como sucedió en el resto de países que formaron parte del imperio español, la declaración de independencia fue iniciativa de los blancos criollos, estamento étnico que como clase social estaba constituida por los grandes dueños de tierras y esclavos pero que en el ámbito del poder político apenas habían logrado dominar los cabildos frente al exclusivo monopolio de los altos cargos por parte de los funcionarios españoles, los llamados blancos peninsulares. La obra emancipadora vendría a completar esa carencia, que el propio Bolívar denominó el ejercicio de la tiranía activa y dominante.
La coyuntura favorable a estos cambios se da en 1808. Las tropas de Francia ocupan suelo español y bajo la presión del emperador Napoleón Bonaparte, abdican al trono español el rey Carlos IV y su hijo Fernando VII, dejando en manos de los franceses los destinos tanto de la monarquía como del imperio. La respuesta del pueblo español no se hizo esperar. El 2 de mayo de 1808 Madrid se levanta contra la ocupación francesa y se crean en la península y en las principales ciudades de Hispanoamérica, las juntas defensoras de los derechos de Fernando VII.
La nuestra se instala el 19 de abril de 1810 y da paso al primer gobierno autónomo de los criollos en el territorio venezolano, encabezado por los alcaldes de Caracas. El 5 de julio se declara la independencia y se aprueba la primera Constitución del país. Jurídicamente hablando, había nacido la República de Venezuela.
Sin embargo, sabemos, que este nuevo orden republicano fue efímero. Los errores cometidos por el gobierno, claramente expuestos por Bolívar en su "Manifiesto de Cartagena", la sublevación de los canarios en Caracas y de sectores realistas en Valencia, el terremoto de 1812 y la pérdida del Castillo de Puerto Cabello, entre otros factores, señalan la muerte de la República con la capitulación firmada en San Mateo, el 26 de julio de 1812, por Miranda y Monteverde.
Ya, en la guerra de 1812, se aprecia la participación de esclavos y sectores populares del lado realista. Pero la hecatombe social es la que se vive en 1814, cuando la caída de la II República es el producto de una rebelión popular liderizada por el asturiano José Tomás Boves. No son sólo las batallas ganadas, el reparto de propiedades y la imposición de la "guerra a muerte" contra el blanco, lo que va a proyectar a Boves en nuestra historia republicana. Lo más significativo es su transformación en el primer caudillo de la democracia venezolana.
¿Cómo es posible esta mutación?
En primer lugar, porque nuestra guerra de independencia fue también una guerra civil. Es ese odio al blanco criollo lo que capitaliza Boves. Pero, en segundo lugar, hay también una acción política ya que el saqueo de bienes y propiedades que era práctica común de los ejércitos para el financiamiento de la guerra, Boves lo transforma en un modo de vida entre sus soldados, naciendo el mito del caudillo distribuidor de la tierra. Y finalmente, su condición de hombre de la guerra, forjado en el campo de batalla, hablando, durmiendo, comiendo y sufriendo junto a sus hombres. Juan Uslar Pietri, destaca sus rasgos como jefe de campaña. Fue el primero en movilizar grandes masas para la guerra, esa atronadora avalancha de jinetes llaneros que desarticuló las tácticas de guerra europea. Si para Miranda, el Ejército patriota estaba condenado al fracaso porque era un "bochinche", Boves aprovechó para sus fines el carácter disgregador y anárquico de aquella indisciplinada montonera. Lo seguían porque les daba valor y confianza, luchando medio desnudo con la lanza en la mano. Llegó a movilizar un ejército de 7 a 8 mil hombres, formado mayoritariamente por esclavos, negros libres y zambos. Héroe y bandolero a la vez, es Juan Vicente González quien lo califica como el "primer jefe de la democracia venezolana".
¿En el siglo XX?
De ser cierto este planteamiento, tenemos entonces que la idea de democracia no nació en Venezuela en el siglo XX. Sus primeros pasos se dieron en nuestro proceso de independencia: La democracia política fundada en la Constitución y en las leyes y la democracia social sobre la justicia y la igualdad. ¿Será por eso que en la mentalidad venezolana no hay democracia sin igualdad? Bolívar lo reconoció en 1819. Ha sido difícil conciliar ambas dimensiones de la democracia en nuestra historia. Pero allí está el rostro del Urogallo, la imagen del terrible asturiano para recordarlo.
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