En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/31/laureano-marquez-carta-al-banco-mundial/
Laureano Márquez
SRES. BANCO MUNDIAL
Su Despacho.
Ante todo, no se asusten, que la presente no tiene como finalidad
pedirles plata. Más bien, el tono de esta misiva es de reclamo por una
información aparecida en The Wall Street Journal según la cual ustedes
afirman que Venezuela y Haití son los peores países del continente para
hacer negocios. Están supremamente equivocados como dirían en Bogotá. No
sé cómo va el tema en Haití, pero Venezuela es, sin la menor duda, el
mejor país para hacer negocios no solo de América Latina, sino me atrevo
a afirmar, sin exageración, que del planeta Tierra y sus alrededores.
Hace poco, luego de abandonar el cargo, el ministro de Planificación nos
informó de sectores que han devengado ganancias por el orden de los
20.000.000.000,00 de dólares, todo esto, además, libre de impuesto sobre
la renta. Muestren ustedes en sus registros a otro país donde se hayan
hecho tan buenos negocios en tan poco tiempo. Claro, que un pequeño
detalle es que todos los negocios aquí se hacen es con el gobierno, lo
que constituye parte de nuestro problema. ¿Quién va a querer en el fondo
salir de un gobierno —y esta es parte de la contradicción nacional— que
es simultáneamente tan destructivo y a la vez tan rentable? Si alguna
expresión resume este tiempo es aquella del “vivamos, callemos y
aprovechemos” con la que Picón Salas denunció otro momento de nuestra
historia.
Venezuela, señores del Banco Mundial, es un país floreciente en buenos negocios y he, a continuación, algunos de ellos:
- Los bolichicos: se trata de jóvenes que no
sobrepasan los 30 y que descubrieron que el control de cambios existente
en el país es el negocio más lucrativo que ha existido en la historia
de la humanidad. Según cuentan los especialistas, esta transacción
funciona así: usted pide dólares preferenciales para importar productos y
hace intercambios comerciales con empresas que están fuera, bien
fundadas por usted mismo, o empresas constituidas ad hoc venezueliensis.
El negocio consiste en que usted no importa lo que dice importar, lo
que termina no importándole a nadie.
- Cupo Cadivi: Venezuela es el único país del mundo
en el que usted se va de viaje y regresa con mucho más dinero del que se
fue, después de pasar una semana en algún destino turístico. El negocio
consiste en que usted “raspa” literalmente el cupo de divisas que le
asigna el Estado. “Raspar”, para que nos entendamos, consiste en pasar
la tarjeta de crédito realizando compras ficticias para obtener divisas
en efectivo que usted luego puede vender en el mercado negro o paralelo.
Para ello existen raspadores especializados en cupo venezolano
distintos lugares del mundo. Cuentan los entendidos que los de Cuba
funcionan bastante bien, porque para raspar en la tierra de Martí
asignan el cupo completo. El negocio en este caso lo realizan no solo
los venezolanos, sino que produce un efecto multiplicador en los países
donde se encuentran los centros de raspado. Este ramo de nuestra
floreciente economía ha producido incluso empresas de viaje que pagan
los gastos de grupos de personas y negocian el cupo. Mayoristas, que
llaman.
- El bachaqueo: consiste en aprovecharse de la
absurda regulación que tienen los productos de la cesta básica en
Venezuela, que en la mayor parte de los casos están fijados por debajo
de los costos de producción. Este negocio presenta modalidades diversas.
Una consiste en comprar y revender al precio real los productos. Otra,
en sacar los productos del país y llevarlos a países vecinos, donde
también pueden ser vendidos a precio real. Este negocio presenta una
variante farmacéutica que se ha nutrido de la regulación de las
medicinas.
- La exportación privada de gasolina: es como el
bachaqueo pero con el combustible, un producto más riesgoso y difícil de
transportar. Aquí también hay detallistas (pimpineros) y mayoristas
(gandoleros). La idea es transportar la gasolina, que en Venezuela se
regala, a los países vecinos, donde se vende al precio de mercado
internacional.
- El cemento: luego de su brillante expropiación, la
floreciente industria del cemento, como todo lo que ha caído en las
garras del gobierno, inició su declive, pero esto marcó el inicio de un
nuevo negocio: el poco cemento que se produce se destina a la Misión
Vivienda; de allí se desvía a la venta privada, donde se cotiza hasta a
Bs. 1000 el saco (un millón de los de antes). Como existe un círculo
vicioso de dinero que no es fruto del esfuerzo, hay mucha gente que lo
paga. Este, según cuentan, es uno de los negocios más productivos de
este momento.
La lista es larga, no podemos enumerarlos todos. Menester es decir
que, por otro lado, de manera paralela a esas eficientes muestras de
impulso empresarial, se ejecuta un proceso de desestímulo, castigo y
penalización de toda actividad honestamente productiva, para que la
gente entienda de una vez que por el lado del esfuerzo y la decencia no
va a conseguir nada, si no pasa por la taquilla oficial. Aun así,
Venezuela es un país tan rendidor que en estos tiempos hay ¡incluso!
quien ha hecho dinero trabajando decentemente y sin corromperse. Pero de
todos los negocios, sin duda el mejor sería comprar el gobierno por lo
que vale y venderlo por lo que él dice que vale. Lástima que a estas
alturas ya nadie dé ni medio.
Señores del Banco Mundial: rectifiquen antes de que sea demasiado
tarde y nuestros conductores decidan retirar todos los depósitos que
tiene con ustedes y los dejen en la quiebra.
No comments:
Post a Comment