Aquíles Báez
Por sus habilidades podría haber sido un
perfecto hombre del renacimiento. Caricaturista, cuentista, poeta,
actor, cantante, compositor, publicista, humorista y generador de una
cultura que representa la venezolanidad. Nació en Barbacoas, que
entonces pertenecía al estado Guárico y ahora es parte del estado
Aragua. Su obra esta en el corazón de todos nosotros, así como su
espíritu y su simpatía. Es, como dice la canción que le compuso Ignacio
Izcaray, “Simón para cada día / de los días venideros./ Simón para el
día entero, / Simón de todos los días”.
Los oficios de Simón
El Tío Simón, o Simón a secas, como lo
llamamos quienes le tenemos confianza, posee una capacidad sorprendente
para mutar de oficio. Es conocido como compositor e intérprete de música
venezolana, pero muchas personas desconocen sus capacidades como actor y
no precisamente cómico. Además de haber protagonizado películas como La Isla de Sal,
de Clemente de la Cerda, con figuras como Lila Morillo, Simón puede
cambiarle a cualquiera la percepción de sus habilidades histriónicas al
verlo trabajar como actor dramático. Una actuación magistral como la de La empresa no perdona un momento de locura,
basada en la obra teatral de Rodolfo Santana y dirigida por Mauricio
Wallenstein, le modifica a cualquiera la imagen del llanero con
liquiliqui que muchos tenemos de él.
Recuerdo una vez que estando en casa de
Mauricio Wallenstein, en México, lo oí comentar sobre la actuación de
Simón en su película, la cual catalogó como genial. Esta actuación le
mereció el premio de Mejor Actor en el prestigioso Festival de Cine de
Huelva, en España. Pero, además, Simón hizo algunas obras de teatro y
por supuesto tuvo durante años su programa cómico. Hacer reír a la gente
es todo un arte en el que Simón es un maestro y eso no es nada fácil.
Otro de los oficios poco conocidos de
Simón es el de caricaturista: es fabuloso con un lápiz. Con la chispa
que posee habría podido tranquilamente vivir de sus caricaturas, algo
que me comentó una vez el no menos genial Pedro León Zapata. Otro de sus
oficios ocultos es el de cuentista: Simón tiene un libro de cuentos del
llano que fue publicado hace algunos años, lo que convierte a Simón un
contador de caminos, un hombre que dialoga con su entorno.
Betsimar, mi linda Betsimar……
Mi cercanía con Simón viene por mi
amistad con su hija Betsimar. En los años ochenta yo asistía a clases
con el maestro Gerry Weil y la estudiante que me sucedía era Betsimar
Díaz, la hija de Simón. Por ahí empezó una amistad que ha perdurado.
Empecé a hacer proyectos con ella, quien es una poeta fabulosa y posee
una habilidad con la palabra que es única. Es mi hermana, con la que he
compartido desde despechos hasta despachos.
De esas notas graciosas con Betsimar,
hace unos años realizamos una gira apadrinados por Simón. A esa gira
fuimos Betsimar, la fabulosa soprano Elvia Sánchez (quien es la hija del
no menos importante Alfredo Sadel, el tenor favorito de las Américas) y
este servidor. Solíamos dar recitales de poesía-música y voz. Una vez
estábamos en la radio de Barinitas, haciéndole promoción a uno de esos
eventos, y el locutor dijo: “Acá tenemos a Betsimar Díaz, la hija de
Simón Díaz, luego está Elvia Sánchez, la hija de Alfredo Sadel, y está
Aquiles Báez, el hijo de… Aquiles Báez, el hijo de…”. A la tercera vez,
le dije: “…el hijo de Ana María”.
A partir de mi amistad con Betsimar,
todo el entorno de Simón se me hizo cercano. Hemos compartido desde lo
familiar de un cumpleaños hasta participar con él en conciertos en
Puerto Rico, Chicago o Nueva York. Betsimar muchas veces, cuando hemos
andado por ahí, me lo ha endosado (cosa que le agradezco), ya que me
encanta conversar con este personaje. Después de celebrar uno de sus
cumpleaños en Nueva York, nos fuimos a un juego en el Yankee Stadium.
Éramos el padre Alexis Bastidas, mi compadre Ernesto Rangel, Simón y yo.
Cuando Simón está concentrado en algo se pone sumamente serio, casi no
abrió la boca en todo el juego, y si lo hizo fue sólo para decir un par
de cosas puntuales. La primera fue: “¿Quién es ese catire, que le toman
tantas fotos?”, a lo que respondimos: “Ése es Paul McCartney”, a lo que
nos contestó “¡Ahhh! Gordo, ¿y quién es ése?”. Luego, en el tercer
inning, dijo: “¡Esta vaina si es grande!” y en el quinto: “¡El juego
está güenísimo!”, para ripostar en el séptimo: “Catire, no veo esa
pelota, ¿por qué no nos vamos antes de que salga esta marabunta?”. Yo
pensaba que estaba fastidiado, pero lo que estaba era nervioso porque
nos regresábamos en el subway. Apenas nos montamos en el vagón no paró de hablar de la maravilla de haber ido a ese juego.
Pero con Simón tengo muchas historias,
como aquella vez en la que nos pusimos a contrapuntear en el camino de
regreso de su casa en San Sebastian de los Reyes, donde no repetimos
versos, o cuando estuvo toda una noche contando sus anécdotas con
Aquiles Nazoa en casa de Jacobo Borges y todos quedamos encantados
escuchando esas historias de humor y amor, o las veces que hemos jugado
bolas criollas y él se ha molestado conmigo porque no sé jugar… al menos
eso dice él.
Colaboraciones con Simón
Simón, cuando canta, posee un carisma y
un encanto que acaricia. Tiene un sentido estético alejado de los
patrones convencionales del canto. La música hecha con el corazón tiene
esa particularidad. La vida le regala a uno lo mas preciado, y eso es lo
que queda. He tenido la oportunidad de participar en dos discos con
Simón y ambos me han marcado como músico.
Una vez me encontraba en su casa
comiendo unas arepas y, como tenía la guitarra, me dijo: “Acompáñame ahí
un tanguito…” y después nos quedamos pegados en varios tangos. A partir
de ese día, cada vez que coincidíamos en una fiesta le acompañaba un
tango. Así surgió la idea de que hiciéramos un disco de ese género,
donde aparte de la dirección musical grabé la guitarra. Por casualidades
de la vida, estaba en Venezuela un israelí que es uno de los duros del
jazz, pianista de Paquito de Rivera y que, además, toca tango como los
dioses: Alon Yavnai. A Alon lo conocí en Boston, en donde nos hicimos
grandes amigos. Luego él se casó con una chica francesa que vivió en
Venezuela y cuyo padre todavía vivía en Caracas. Para todos fue un
regalo divino que estuviera Alon en Caracas y coincidiera con esta
grabación.
Todo tango necesita un bandoneón. Para
eso llamamos a otro gran amigo mío y maestro de ese tan particular
instrumento: Raúl Jaurena. Raúl es uno de los más celebrados
bandoneonistas, ganador del Premio Grammy. Las casualidades es que Raúl
no sólo vivió en Venezuela, sino que está casado con una caraqueña y
tiene dos hijos venezolanos. Para cerrar el grupo, necesitábamos a un
contrabajista que pudiera tener el fuelle del tango y con una técnica de
arco impecable. Así fue como llamamos a quien es, a mi juicio, uno de
los bajistas más versátiles de Venezuela: Roberto Koch. Nos adentramos
en esta aventura de hacer un disco de tangos en el Caribe, que a mí en
lo particular me encanta. Definitivamente algo exótico en la carrera de
Simón, quien cantó como si hubiera nacido en la región austral de
nuestro continente.
Un par de años más tarde, Betsimar y yo
conversamos sobre cómo hacer un disco que fueran las tonadas de Simón
pero que sonara a siglo XXI. Recuerdo que le comenté que sería bueno
hacer algo con características acústicas… con un par de músicos.
Llamamos a Nené Quintero para la percusión, quien maneja increíblemente
los espacios en la música, es un mago de los sonidos y una pieza que
encajaba perfectamente con este concepto. Y luego, una vez más, mi
hermano Roberto Koch, quien brota música por todos lados. Yo interpreté
la guitarra así como el cuatro y estuve a cargo de la dirección musical.
Este disco se llama Sabaneando y realmente me encanta el resultado. Es uno de los trabajos de los cuales me siento totalmente orgulloso.
Caballo le dan sabana
Es difícil ser objetivo cuando está el
cariño de por medio. Me une un nexo fraternal con sus hijos Betsimar,
Juan, Simón Jr., y un nexo filial con su esposa Betty y con el propio
Simón… además de los perritos de la casa.
Lo importante en este mundo es la huella
que se deja. Simón ha dejado no sólo una huella sino un rastro inmenso.
Me alegró mucho el Grammy honorario que le fue otorgado, más allá de lo
que significa para la persona, por lo que significa para el país. Sin
embargo siento que lo hermoso de un creador es cuando su obra trasciende
la obra misma y deja de ser del autor para convertirse en objetos
apreciados por la gente. Un “Caballo viejo”, “El becerrito”, “Mercedes”,
una “Tonada de luna llena” o “El pasaje del olvido” no son
composiciones de Simón: ya son parte de todos nosotros. Por eso, para
mí, Simón es dueño de un premio mucho más contundente que cualquier
estatuilla: el amor de un pueblo que se identifica con lo que él es, un
llanero que se adueñó de nuestros corazones para después regalarnos el
suyo a todos sus compatriotas. Razón por la que uno como venezolano se
llena de orgullo al verlo cantar en el Carnegie Hall.
Simón Díaz y su caballo viejo han
cabalgado los esteros, han arreado los sueños de una llanura que se
extiende en el horizonte, le ha cantado a un país ordeñando a su vaca
mariposa, y ha llenado de ese sentimiento bonito todo el territorio
nacional.
Corral de ordeño por Simón Díaz y Aquíles Báez//# Música en Prodavinci
Nota del Blog: Interesados en escuchar la grabación pueden hacerlo en el enlace de abajo.
En: http://prodavinci.com/blogs/corral-de-ordeno-por-simon-diaz-y-aquiles-baez-musicaenprodavinci/
Corral de ordeño por Simón Díaz y Aquíles Báez//# Música en Prodavinci
Nota del Blog: Interesados en escuchar la grabación pueden hacerlo en el enlace de abajo.
En: http://prodavinci.com/blogs/corral-de-ordeno-por-simon-diaz-y-aquiles-baez-musicaenprodavinci/
Por #MúsicaEnProdavinci
| 30 de diciembre, 2014
Compartimos con los lectores de Prodavinci esta versión de Corral de Ordeño del maestro Simón Díaz. La canción se encuentra en el disco Sabaneando Aquiles
Báez quien la llevó a guitarra. También se puede oír a Roberto Koch en
el contrabajo y a Carlos “Nené” Quintero en la percusión. Este proyecto
de Báez se propuso “hacer un disco que fueran las tonadas de Simón pero que sonara a siglo XXI”.
Y en su canal de Soundcloud, el propio Aquiles Báez considera que esta
versión “es una rareza de grabación muy hermosa y en la cual estoy muy
orgulloso de haber participado”.
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