ELIDES J. ROJAS L.
| EL UNIVERSAL
miércoles 31 de diciembre de 2014 12:00 AM
El año 15 del socialismo del
siglo XXI arrancó sin disimulos de ningún tipo afianzando el rumbo hacia
la cubanización de Venezuela, que es el destino final de este proceso,
independientemente de las desviaciones pragmáticas que dan vueltas
alrededor de la buena vida, del billete parejo y de los dólares del
petróleo. No obstante esas nimiedades mundanas, el socialismo avanza y
va dejando sus huellas por todo el país. Este año que termina tiene un
buen registro para la historia. Veamos.
El Gobierno se lanzó a finales del año 2013 una de las medidas más populistas que se conozcan en tiempos de revolución: el Dakazo. Un asalto programado no solo a Daka y sus aparatos sino a muchas tiendas, ferreterías, zapaterías, abastos. Un asalto masivo, en algunos casos acordados con los propietarios; pero en su mayoría en contra de la voluntad del comerciante y sus empleados. El resultado era previsible y así arrancó el año 2014. Se vaciaron las tiendas y desaparecieron los televisores, las computadoras, los radios. De hecho todavía no hay. Hay tiendas que quedaron de pura vitrina desde esa época. La medida dejó en claro que el venezolano no come cuento a la hora de despalillar barato o gratis cualquier cosa. Eso lo supo Chávez y eso también lo sabe Maduro.
La cosa pintaba mal, muy mal. Más de lo que la cúpula del pensamiento socialista se imaginaba. Pero no importa, para eso y mucho más existe el imperio, la, guerra económica y la derecha amarilla, eternos culpables de todo lo malo que pase en tierras socialistas. De hecho el Gobierno lanzó una cosa que llamó ofensiva económica por ahí en el tercer trimestre que a estas alturas se puede ver con claridad el rolo de fracaso alcanzado. Esa ofensiva, además de propaganda y cadenas, solo dejó más desabastecimiento, más escasez, más inflación. Esos son los males más agresivos del año que se acaba. Más de 12 meses haciendo cola para comprar un kilito de harina para las arepas o un desodorante diferente al de bolita. Más de doce meses buscando de farmacia en farmacia el medicamento perdido. Más de doce meses en fila hasta para echar gasolina. Y, muchas veces sin luz.
Pero eso no es lo peor. Por mucho que la propaganda insista en afirmar que hay muy poco desempleo, entre la buhonería y el trabajo de mala calidad se puede decir que alrededor del 60% de la fuerza laboral está matando un tigre gigantesco y eterno como el comandante de la historia. Esta es una señal inequívoca de que el país avanza a paso de vencedores rumbo hacia un extraño desarrollo. Poca gente trabaja, la plata no rinde, los mejores talentos huyeron del país y la industria no crece. La gran mayoría trabaja para el Gobierno conformando una burocracia enorme e improductiva que hace que los propios sindicatos reclamen una inversión realmente útil y no solamente gasto y salarios. Esta muerte lenta, acompañada por becas y misiones, terminó por forjar a una generación de venezolanos que no les gusta trabajar. El problema es que el Gobierno no tiene con qué seguir manteniendo esta mantequilla institucional, chavista y socialista.
Y la cosa no para. Inflación de locos, casi hiperinflación para el próximo año, un dólar disparado y sin control y un precio petrolero en caída libre, dibujan el resto del cuadro llamado 2014. Y, también, muestran lo que será el año que se inicia mañana.
Pero, a pesar de todo, esperemos un 2015 que permita abrigar esperanzas de alcanzar algún día un futuro mejor. Al menos eso.
@ejrl
El Gobierno se lanzó a finales del año 2013 una de las medidas más populistas que se conozcan en tiempos de revolución: el Dakazo. Un asalto programado no solo a Daka y sus aparatos sino a muchas tiendas, ferreterías, zapaterías, abastos. Un asalto masivo, en algunos casos acordados con los propietarios; pero en su mayoría en contra de la voluntad del comerciante y sus empleados. El resultado era previsible y así arrancó el año 2014. Se vaciaron las tiendas y desaparecieron los televisores, las computadoras, los radios. De hecho todavía no hay. Hay tiendas que quedaron de pura vitrina desde esa época. La medida dejó en claro que el venezolano no come cuento a la hora de despalillar barato o gratis cualquier cosa. Eso lo supo Chávez y eso también lo sabe Maduro.
La cosa pintaba mal, muy mal. Más de lo que la cúpula del pensamiento socialista se imaginaba. Pero no importa, para eso y mucho más existe el imperio, la, guerra económica y la derecha amarilla, eternos culpables de todo lo malo que pase en tierras socialistas. De hecho el Gobierno lanzó una cosa que llamó ofensiva económica por ahí en el tercer trimestre que a estas alturas se puede ver con claridad el rolo de fracaso alcanzado. Esa ofensiva, además de propaganda y cadenas, solo dejó más desabastecimiento, más escasez, más inflación. Esos son los males más agresivos del año que se acaba. Más de 12 meses haciendo cola para comprar un kilito de harina para las arepas o un desodorante diferente al de bolita. Más de doce meses buscando de farmacia en farmacia el medicamento perdido. Más de doce meses en fila hasta para echar gasolina. Y, muchas veces sin luz.
Pero eso no es lo peor. Por mucho que la propaganda insista en afirmar que hay muy poco desempleo, entre la buhonería y el trabajo de mala calidad se puede decir que alrededor del 60% de la fuerza laboral está matando un tigre gigantesco y eterno como el comandante de la historia. Esta es una señal inequívoca de que el país avanza a paso de vencedores rumbo hacia un extraño desarrollo. Poca gente trabaja, la plata no rinde, los mejores talentos huyeron del país y la industria no crece. La gran mayoría trabaja para el Gobierno conformando una burocracia enorme e improductiva que hace que los propios sindicatos reclamen una inversión realmente útil y no solamente gasto y salarios. Esta muerte lenta, acompañada por becas y misiones, terminó por forjar a una generación de venezolanos que no les gusta trabajar. El problema es que el Gobierno no tiene con qué seguir manteniendo esta mantequilla institucional, chavista y socialista.
Y la cosa no para. Inflación de locos, casi hiperinflación para el próximo año, un dólar disparado y sin control y un precio petrolero en caída libre, dibujan el resto del cuadro llamado 2014. Y, también, muestran lo que será el año que se inicia mañana.
Pero, a pesar de todo, esperemos un 2015 que permita abrigar esperanzas de alcanzar algún día un futuro mejor. Al menos eso.
@ejrl
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