Sunday, December 28, 2014

La diplomacia del "sí pero no"

En: http://prodavinci.com/blogs/la-diplomacia-del-si-pero-no-por-rafael-rojas/

Rafael Rojas

Lo que sucedió en días recientes en la sede de la OEA, en Washington, es buena muestra de las tensiones que provocarán los gobiernos del ALBA dentro de la comunidad interamericana en los próximos meses. La Cumbre de las Américas de Panamá y la presencia en la misma de los gobiernos de Estados Unidos y Cuba son, ya, la coyuntura que marca el forcejeo entre dos tipos de diplomacia regional, obligadas a coexistir: la interamericana y la “bolivariana”. Las comillas son, aquí, inevitables porque Simón Bolívar, al igual que José Martí, no era contrario al entendimiento entre Estados Unidos y América Latina.

Tras el anuncio de la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el pasado 17 de diciembre, la OEA, organismo directamente implicado en esa negociación, decidió mostrar, públicamente, su satisfacción con el acuerdo entre Washington y La Habana. Los gobiernos de Bolivia y Venezuela, sin embargo, pensaron que la declaración no debía limitarse a saludar dicho acuerdo sino que debía exigir a la administración Obama el fin del embargo comercial contra la isla y, eventualmente, reemplazar, en la redacción del texto, la palabra “normalización” por la de “restablecimiento” de relaciones.

A pesar de que el presidente Obama, en su alocución del 17 de diciembre, y el propio Raúl Castro, en su último mensaje a la Asamblea Nacional del Poder Popular, dejaron en claro que no es potestad del presidente, sino del Congreso, la revocación del embargo, los gobiernos “bolivarianos”, en sintonía con la propaganda oficial cubana, intentaron mantener el equívoco de una demanda a Washington que su gobierno no puede satisfacer, aunque quiera. La maniobra ilustra muy bien la diplomacia del “sí pero no”, que históricamente ha caracterizado a La Habana: queremos relaciones con Estados Unidos, pero también necesitamos, simbólicamente, la confrontación con el “imperialismo yanqui”.

La exigencia de un cambio en la redacción del mensaje, reemplazando “normalización” por “restablecimiento” de relaciones, buscaba reafirmar el principio de que no habrá normalidad diplomática entre Estados Unidos y Cuba hasta que no se derogue el embargo. Lo cual es más que cuestionable, ya que la normalización se refiere a los vínculos diplomáticos entre dos países, que han vivido una fractura de más de medio siglo, y no a la superación de todas las diferencias que dividen a sus gobiernos. El embargo sería, a partir de ahora, motivo de diferendo, no entre Washington y La Habana, sino entre la Casa Blanca y el Capitolio.

Por esta vez, el intento de Bolivia y Venezuela de boicotear o alterar el pronunciamiento de la OEA, fracasó. A pesar del apoyo de Ecuador, Nicaragua y El Salvador, los gobiernos caribeños se abstuvieron, abriendo un flanco que habrá que seguir con cuidado en los próximos meses. El respaldo del Caribe a la resolución de la OEA, en contra de la maniobra del ALBA, podría reflejar una mayor identificación, en esa zona latinoamericana, con el proceso de normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

El Caribe ha sido tradicionalmente un área inmersa en las dinámicas interamericanas. No es extraño que en esa región fronteriza, que divide a las dos Américas, se introdujera la Guerra Fría en el hemisferio occidental. En los próximos años, es ahí donde se limarán algunas de las fricciones que genera el regreso de Cuba a la OEA. A la pérdida de liderazgo de Venezuela en esa zona, se suma el ascenso de una corriente regional, interesada en priorizar la estabilidad migratoria, entre países con un alto porcentaje de sus ciudadanías, afincado en los Estados Unidos.

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