ENTREVISTA // Tomás Jocelyn-Holt, vicepresidente de la Internacional Demócrata Cristiana
"El Gobierno es culturalmente similar al de Augusto Pinochet"
"No creo que una democracia se puede imponer desde afuera. En Cuba no se ha podido".
REYES THEIS | EL UNIVERSAL
martes 18 de enero de 2011 12:00 AM
A Tomás Jocelyn-Holt le correspondió la ardua labor de ser secretario ejecutivo de al Alianza Democrática (1987-1988), ente que agrupó a los partidos opuestos a la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. El hoy vicepresidente de la Internacional Demócrata Cristiana destaca las diferencias y semejanzas del proceso político chileno con la realidad venezolana actual y se atreve a vaticinar que cuando Hugo Chávez salga del poder no habrá una restauración, sino el surgimiento de un país con líderes diferentes.
-¿Cuál es la principal razón de preocupación en la comunidad internacional sobre el caso venezolano?
-La situación venezolana, desde el momento en que hubo un diálogo político donde estuvo (Jimmy) Carter y (César) Gaviria, ha sido un tema que ha exigido esfuerzos internacionales. No es un país en el que su procesos hayan alcanzado legitimidad política afuera, por el contrario, hay un gran signo de interrogación. La región está pasando por una buena década, incluso pudo sortear la crisis mejor que cualquier otra parte del mundo y Venezuela está estancada. Entonces esos signos de interrogación motivan inquietud.
-¿Usted se ha confesado optimista de la realidad venezolana, ¿por qué?
-Las personas ya han apostado por una vía electoral para poder expresarse políticamente y la oposición ha tenido triunfos importantes: Ha vuelto a la Asamblea Nacional, tuvo un resultado electoral del 52%, pero no solo los números, los avances en lo sectores urbanos y las percepciones en los sectores medios y más populares van cambiando fuertemente. La crisis económica también ha afectado al Gobierno. En algún momento el gasto fiscal venezolano iba a poner en duda las cuentas y el tema de la devaluación la veíamos venir con impactos que venían más allá de lo económico. Todos quisiéramos que Venezuela lograra recobrar un rol en la región, pero para eso tiene que tener un estado de cosas que esté en sintonía con lo que está ocurriendo en el resto de la región y es un hecho que no es así.
-¿Qué puede aportar a Venezuela la experiencia chilena?
-Hay cosas que son parecidas y otras que son distintas. Venezuela no ha tenido el exilio masivo que tuvo Chile, aquí en Venezuela no existió la intervención universitaria por sectores militares. Hay diferencias en el proceso, sería injusto juzgar a este Gobierno como si fuera una copia calcada de Pinochet, pero culturalmente lo son: No es un Gobierno que tolera mucho la crítica, es un Gobierno que se alimenta de una polarización de las sociedad en vez de estar tratando de incitar al diálogo y de llegar a acuerdos con su adversario, tiene un conflicto político no resuelto que no desea superar, porque existe un divorcio absoluto entre lo que es el Gobierno y las fuerza de oposición y en eso el Gobierno tiene la primera responsabilidad porque le corresponde gobernar.
- ¿Cómo percibe que será la transición política?
-Yo si creo que el tránsito político va a tener muchas similitudes con Chile pero no va a ser igual. Yo creo que el Gobierno venezolano ya entró en la fase de no retorno de esa etapa donde hacía elecciones tras elecciones para acumular poder. Ahora veo algo totalmente distinto, no creo que el Gobierno se vea confiado que va a ganar elecciones, por el contrario, debe ser una tortura exponerse a las derrotas electorales que ha tenido últimamente . Creo también, que aunque la clase política venezolana va tener un proceso de relegitimación, va tener que hacerlo sobre una base distinta a la del pasado. Nosotros elegimos a Aylwin que era una figura que había sido presidente del Senado del Gobierno de Allende, quien había sido su adversario político y muchos se preguntaban si don Patricio iba a ser capaz de reflejar una sociedad moderna y distinta a la que había iniciado el Gobierno militar y lo fue. Creo que aquí va ocurrir algo más radical, porque es imposible volver atrás. Estos gobiernos no pasan en vano y culturalmente la sociedad venezolana es distinta a la de antes.
-¿Se puede enfrentar gobiernos no democráticos con métodos que sí lo son?
-Algunos amigos aquí en Venezuela siempre me decían, sobre todo cuando se habían retirado de la Asamblea Nacional, que no valía la pena participar, creo que hoy la oposición venezolana piensa distinto. Sabe que están en desigualdad de condiciones, que hay trampa, que hay más votos y tiene menos representantes, que hay cercos en los medios de comunicación, saben que no hay igualdad pero han tomado la decisión de participar igual. Los venezolanos han llegado a esa conclusión después que han visto los efectos que tuvo la estrategia anterior, y creo que eso es correcto, porque han entendido que lo que está en juego, antes de sacar o cambiar al Gobierno formalmente es cambiar el estado de ánimo, sino hacen eso es muy poco lo que pueda hacer ganando, porque para que cambie el Gobierno hay que tener una sintonía previa.
-¿Qué se puede prever en el corto plazo en Venezuela?
-En los próximos meses vamos a tener una oposición que va a plantear inquietudes y un Gobierno que va a tener que dar respuestas a lo que no estaba acostumbrado. La pregunta es quién está jugando ahora la ofensiva y quién a la defensiva. Hoy en día Chávez está más aislado internacionalmente. Para un presidente que tenía muchas pretensiones, con una gran chequera que ofrecía con generosidad, su operación en la región ha sido un fracaso.
-¿Cuál es el rol que se puede esperar de la comunidad internacional?
-No creo que sea posible que una democracia se imponga desde afuera, eso no se ha podido lograr en Cuba. Estos son procesos son internos, pero la OEA, si se quiere legitimar va a tener que tocar el tema venezolano. No es correcto que se diga en la OEA que cada país tiene su sistema, eso no funciona así, porque las condiciones sobre libertades fundamentales cruzan a los países, ya ningún país puede eximirse al cumplimiento de esas libertades por sus regímenes internos. Al Gobierno le irritan las declaraciones de José Miguel Insulza, pero se va encontrar cada vez con más declaraciones.
-¿Cómo hacer para que la gente no se acostumbre al totalitarismo?
-Nosotros tuvimos dos estrategias para el plebiscito, una que decía que había que tener programa, coalición y candidato que no prosperó, solamente votamos "Sí" o "No", con profundas diferencias entre nosotros. La otra, es que entendimos que había mucho miedo y cansancio en la población por la polarización política. Entonces hicimos una campaña sin programa, candidato, ni coalición, pero atacando el principal problema sicológico de la población chilena que era el miedo y ganamos por eso. ¿Es más importante en la sociedad venezolana la discusión política o ese sentimiento de depresión porque a este esfuerzo a largo plazo nunca se le ve la salida? Este es el tema central, y yo veo que las élites políticas venezolanas entendieron eso, porque en una ocasión los medios estaban por un lado, los partidos y los empresarios por otro, hoy todos se sienten amenazados. Por eso cada vez que vengo veo otra Venezuela y eso es un proceso fascinante y cuando pasen 20 años verán el enorme esfuerzo que han hecho.
-¿Cuál es la principal razón de preocupación en la comunidad internacional sobre el caso venezolano?
-La situación venezolana, desde el momento en que hubo un diálogo político donde estuvo (Jimmy) Carter y (César) Gaviria, ha sido un tema que ha exigido esfuerzos internacionales. No es un país en el que su procesos hayan alcanzado legitimidad política afuera, por el contrario, hay un gran signo de interrogación. La región está pasando por una buena década, incluso pudo sortear la crisis mejor que cualquier otra parte del mundo y Venezuela está estancada. Entonces esos signos de interrogación motivan inquietud.
-¿Usted se ha confesado optimista de la realidad venezolana, ¿por qué?
-Las personas ya han apostado por una vía electoral para poder expresarse políticamente y la oposición ha tenido triunfos importantes: Ha vuelto a la Asamblea Nacional, tuvo un resultado electoral del 52%, pero no solo los números, los avances en lo sectores urbanos y las percepciones en los sectores medios y más populares van cambiando fuertemente. La crisis económica también ha afectado al Gobierno. En algún momento el gasto fiscal venezolano iba a poner en duda las cuentas y el tema de la devaluación la veíamos venir con impactos que venían más allá de lo económico. Todos quisiéramos que Venezuela lograra recobrar un rol en la región, pero para eso tiene que tener un estado de cosas que esté en sintonía con lo que está ocurriendo en el resto de la región y es un hecho que no es así.
-¿Qué puede aportar a Venezuela la experiencia chilena?
-Hay cosas que son parecidas y otras que son distintas. Venezuela no ha tenido el exilio masivo que tuvo Chile, aquí en Venezuela no existió la intervención universitaria por sectores militares. Hay diferencias en el proceso, sería injusto juzgar a este Gobierno como si fuera una copia calcada de Pinochet, pero culturalmente lo son: No es un Gobierno que tolera mucho la crítica, es un Gobierno que se alimenta de una polarización de las sociedad en vez de estar tratando de incitar al diálogo y de llegar a acuerdos con su adversario, tiene un conflicto político no resuelto que no desea superar, porque existe un divorcio absoluto entre lo que es el Gobierno y las fuerza de oposición y en eso el Gobierno tiene la primera responsabilidad porque le corresponde gobernar.
- ¿Cómo percibe que será la transición política?
-Yo si creo que el tránsito político va a tener muchas similitudes con Chile pero no va a ser igual. Yo creo que el Gobierno venezolano ya entró en la fase de no retorno de esa etapa donde hacía elecciones tras elecciones para acumular poder. Ahora veo algo totalmente distinto, no creo que el Gobierno se vea confiado que va a ganar elecciones, por el contrario, debe ser una tortura exponerse a las derrotas electorales que ha tenido últimamente . Creo también, que aunque la clase política venezolana va tener un proceso de relegitimación, va tener que hacerlo sobre una base distinta a la del pasado. Nosotros elegimos a Aylwin que era una figura que había sido presidente del Senado del Gobierno de Allende, quien había sido su adversario político y muchos se preguntaban si don Patricio iba a ser capaz de reflejar una sociedad moderna y distinta a la que había iniciado el Gobierno militar y lo fue. Creo que aquí va ocurrir algo más radical, porque es imposible volver atrás. Estos gobiernos no pasan en vano y culturalmente la sociedad venezolana es distinta a la de antes.
-¿Se puede enfrentar gobiernos no democráticos con métodos que sí lo son?
-Algunos amigos aquí en Venezuela siempre me decían, sobre todo cuando se habían retirado de la Asamblea Nacional, que no valía la pena participar, creo que hoy la oposición venezolana piensa distinto. Sabe que están en desigualdad de condiciones, que hay trampa, que hay más votos y tiene menos representantes, que hay cercos en los medios de comunicación, saben que no hay igualdad pero han tomado la decisión de participar igual. Los venezolanos han llegado a esa conclusión después que han visto los efectos que tuvo la estrategia anterior, y creo que eso es correcto, porque han entendido que lo que está en juego, antes de sacar o cambiar al Gobierno formalmente es cambiar el estado de ánimo, sino hacen eso es muy poco lo que pueda hacer ganando, porque para que cambie el Gobierno hay que tener una sintonía previa.
-¿Qué se puede prever en el corto plazo en Venezuela?
-En los próximos meses vamos a tener una oposición que va a plantear inquietudes y un Gobierno que va a tener que dar respuestas a lo que no estaba acostumbrado. La pregunta es quién está jugando ahora la ofensiva y quién a la defensiva. Hoy en día Chávez está más aislado internacionalmente. Para un presidente que tenía muchas pretensiones, con una gran chequera que ofrecía con generosidad, su operación en la región ha sido un fracaso.
-¿Cuál es el rol que se puede esperar de la comunidad internacional?
-No creo que sea posible que una democracia se imponga desde afuera, eso no se ha podido lograr en Cuba. Estos son procesos son internos, pero la OEA, si se quiere legitimar va a tener que tocar el tema venezolano. No es correcto que se diga en la OEA que cada país tiene su sistema, eso no funciona así, porque las condiciones sobre libertades fundamentales cruzan a los países, ya ningún país puede eximirse al cumplimiento de esas libertades por sus regímenes internos. Al Gobierno le irritan las declaraciones de José Miguel Insulza, pero se va encontrar cada vez con más declaraciones.
-¿Cómo hacer para que la gente no se acostumbre al totalitarismo?
-Nosotros tuvimos dos estrategias para el plebiscito, una que decía que había que tener programa, coalición y candidato que no prosperó, solamente votamos "Sí" o "No", con profundas diferencias entre nosotros. La otra, es que entendimos que había mucho miedo y cansancio en la población por la polarización política. Entonces hicimos una campaña sin programa, candidato, ni coalición, pero atacando el principal problema sicológico de la población chilena que era el miedo y ganamos por eso. ¿Es más importante en la sociedad venezolana la discusión política o ese sentimiento de depresión porque a este esfuerzo a largo plazo nunca se le ve la salida? Este es el tema central, y yo veo que las élites políticas venezolanas entendieron eso, porque en una ocasión los medios estaban por un lado, los partidos y los empresarios por otro, hoy todos se sienten amenazados. Por eso cada vez que vengo veo otra Venezuela y eso es un proceso fascinante y cuando pasen 20 años verán el enorme esfuerzo que han hecho.
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