En: http://www.eluniversal.com/2011/01/28/opi_art_arropados-con-miel-e_28A5056691.shtml
Arropados con miel en cama de cebolla
DANIEL MORALES ROMERO | EL UNIVERSAL
viernes 28 de enero de 2011 01:33 PM
La cultura culinaria se ha desarrollado en los últimos años y ha penetrado en toda la sociedad. Además, el creciente costo de la vida ha hecho aflorar la iniciativa y el ingenio de las familias para suplir con imaginación muchas de las cosas a las que han tenido que renunciar debido a la pérdida del poder adquisitivo. Esta fusión de hechos han propiciado nuevas tendencias: no hay que salir de casa para disfrutar de la alta cocina.
Ahora resulta que entre mis amigos, varios vamos ganando alguna experiencia gourmet. Y no es que hayamos hecho algún curso, o tengamos pretensiones de convertirnos en chef. Es simplemente una nueva forma de compartir, de relacionarse, y por qué no, de expresar la amistad con sensibilidad culinaria.
Siempre recuerdo una vez a un chef que se acercó a la mesa donde estaba para preguntarme cómo me había parecido la ensalada. Descubrí que lo que le interesaba saber era si me había dado cuenta de los detalles. Me quedé pensativo ese día; no me había dado cuenta que los chefs son unos artistas con mucha sensibilidad, y que la cultura culinaria también requiere de cierta educación para apreciar los detalles: ¡menos mal!, no me hubiera dado cuenta que las nueces acarameladas daban un argumento final al plato, como si de una obra de teatro se tratara. Es en serio.
No tengo mucha experiencia inventando en la cocina, porque entre otras cosas tampoco es que tenga mucha posibilidad para involucrarme en ella. Además, y gracias a Dios, en mi casa cocinan muy sabroso y variado, combinando el buen gusto con la sobriedad, lo propio del lugar -cultura nacional-, con las nuevas tendencias que van apareciendo. Comida casera, de la casa. La mejor. Por eso, tampoco es que tenga mucho que inventar. Sin embargo, las reuniones familiares y sociales de diversa índole han estado en continua evolución, y quizá por eso he incursionado de vez en cuando en la cocina.
La próxima vez que me reúna con mis amigos voy a preparar unos medallones arropados con miel en cama de cebolla. La verdad es que no sé si este plato existe, pero mi imaginación ha decantado por ahí y quiero compartirla.
Siempre que cocino me gusta combinar sabores extremos, y como siempre cocino para alguien, voy haciendo bromas en función de las disposiciones de "apertura" que les pido a mis comensales para que experimenten sin prejuicios esa combinación de sensaciones que les ofrezco. Entre risas, y alguna copita, no importa cómo quede el invento, siempre van a decir que no era para tanto, y que me hacen responsable de cualquier consecuencia. Solo alguna vez, algún amigo ha reconocido el mérito -en términos relativos, claro está- de mi composición... y por supuesto mis amigos más cercanos jamás reconocen que les gustó: lo más que dicen es un "no está mal".
Bueno, me voy a dejar de rodeos y les cuento cómo pienso llevar a cabo mi proyecto de los medallones. No se cuándo tendré oportunidad de hacerlos. Ahora, si alguien se atreve, por favor cuéntenme por e-mail cómo le quedó.
Cebollas: picadas en juliana. Se cocinan a fuego lento en mantequilla hasta que cristalicen...
Miel: en una sartén se cocinan en mantequilla dientes de ajo rebanados con perejil y cuando cristalice el ajo se vierte la miel. A fuego lento se aseguran que la miel se fusiona con el ajo y el perejil.
Medallones: se adoban con sal y pimienta negra al gusto. En una sartén bien caliente se sellan los medallones (recomiendo más mantequilla con perejil), y se retiran rápidamente.
Preparación: ... ¿se recuerdan de las cebollas cristalizadas? Cuando cristalicen viertan vino de cocinar al gusto en la olla de la cebolla (fuego lento). Se colocan los medallones encima para que se cocinen un poco por dentro (recomiendo medallones bebé para que puedan manejarse mejor con el término de la carne). Cuando se consuma el vino, bañen los medallones en cama de cebolla con la miel, y guardan un poco para el plato final. Dejen cocinar un poco más y a servir...
Composición final y acompañante: en cada plato hacen una pequeña cama de cebolla y encima dejan descansando a los medallones. Recomiendo acompañar con un arroz blanco para lograr contraste, coronado con almendras salteadas. Con la miel que quedó acaben de arropar a los medallones y extienden la cobija hasta la base del arroz.
Ahora resulta que entre mis amigos, varios vamos ganando alguna experiencia gourmet. Y no es que hayamos hecho algún curso, o tengamos pretensiones de convertirnos en chef. Es simplemente una nueva forma de compartir, de relacionarse, y por qué no, de expresar la amistad con sensibilidad culinaria.
Siempre recuerdo una vez a un chef que se acercó a la mesa donde estaba para preguntarme cómo me había parecido la ensalada. Descubrí que lo que le interesaba saber era si me había dado cuenta de los detalles. Me quedé pensativo ese día; no me había dado cuenta que los chefs son unos artistas con mucha sensibilidad, y que la cultura culinaria también requiere de cierta educación para apreciar los detalles: ¡menos mal!, no me hubiera dado cuenta que las nueces acarameladas daban un argumento final al plato, como si de una obra de teatro se tratara. Es en serio.
No tengo mucha experiencia inventando en la cocina, porque entre otras cosas tampoco es que tenga mucha posibilidad para involucrarme en ella. Además, y gracias a Dios, en mi casa cocinan muy sabroso y variado, combinando el buen gusto con la sobriedad, lo propio del lugar -cultura nacional-, con las nuevas tendencias que van apareciendo. Comida casera, de la casa. La mejor. Por eso, tampoco es que tenga mucho que inventar. Sin embargo, las reuniones familiares y sociales de diversa índole han estado en continua evolución, y quizá por eso he incursionado de vez en cuando en la cocina.
La próxima vez que me reúna con mis amigos voy a preparar unos medallones arropados con miel en cama de cebolla. La verdad es que no sé si este plato existe, pero mi imaginación ha decantado por ahí y quiero compartirla.
Siempre que cocino me gusta combinar sabores extremos, y como siempre cocino para alguien, voy haciendo bromas en función de las disposiciones de "apertura" que les pido a mis comensales para que experimenten sin prejuicios esa combinación de sensaciones que les ofrezco. Entre risas, y alguna copita, no importa cómo quede el invento, siempre van a decir que no era para tanto, y que me hacen responsable de cualquier consecuencia. Solo alguna vez, algún amigo ha reconocido el mérito -en términos relativos, claro está- de mi composición... y por supuesto mis amigos más cercanos jamás reconocen que les gustó: lo más que dicen es un "no está mal".
Bueno, me voy a dejar de rodeos y les cuento cómo pienso llevar a cabo mi proyecto de los medallones. No se cuándo tendré oportunidad de hacerlos. Ahora, si alguien se atreve, por favor cuéntenme por e-mail cómo le quedó.
Cebollas: picadas en juliana. Se cocinan a fuego lento en mantequilla hasta que cristalicen...
Miel: en una sartén se cocinan en mantequilla dientes de ajo rebanados con perejil y cuando cristalice el ajo se vierte la miel. A fuego lento se aseguran que la miel se fusiona con el ajo y el perejil.
Medallones: se adoban con sal y pimienta negra al gusto. En una sartén bien caliente se sellan los medallones (recomiendo más mantequilla con perejil), y se retiran rápidamente.
Preparación: ... ¿se recuerdan de las cebollas cristalizadas? Cuando cristalicen viertan vino de cocinar al gusto en la olla de la cebolla (fuego lento). Se colocan los medallones encima para que se cocinen un poco por dentro (recomiendo medallones bebé para que puedan manejarse mejor con el término de la carne). Cuando se consuma el vino, bañen los medallones en cama de cebolla con la miel, y guardan un poco para el plato final. Dejen cocinar un poco más y a servir...
Composición final y acompañante: en cada plato hacen una pequeña cama de cebolla y encima dejan descansando a los medallones. Recomiendo acompañar con un arroz blanco para lograr contraste, coronado con almendras salteadas. Con la miel que quedó acaben de arropar a los medallones y extienden la cobija hasta la base del arroz.
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