jueves 27 de enero de 2011
Dialogar con malandros es complicidad, por Gustavo Coronel
Ulises jamás hubiera retornado a su isla si hubiera dialogado con las sirenas
Hay miembros de la oposición a Hugo Chávez quienes piensan de buena fe que los llamados que este sujeto ha hecho a la coexistencia pacífica, al diálogo, a la colaboración, son sinceros. Pero esos son pocos. Lamentablemente, están surgiendo algunos opositores quienes “pretenden” creerle a Chávez para sacar provecho personal de sus engañosos llamados. Hay hasta uno que otro con aspiraciones presidenciales quienes piensan que “acercarse” a Chávez les puede dar buenos dividendos políticos en 2012. Y no es porque sean estúpidos, sino porque se las quieren echar de vivos, a la venezolana, esa manera de pensar que nos mantiene en el más horroroso atraso.
Se necesita ser bien lerdo o bien invertebrado desde el punto de vista ético para aceptar la tesis del diálogo con un déspota sin escrúpulos como Hugo Chávez. Han sido doce años de abusos de poder, de robo, de corrupción desenfrenada, de entregas indignas de soberanía y recursos a países extranjeros, de desastres tipo Pudreval, CVG, PDVSA y caóticos programas “sociales” a nivel doméstico. Y todavía hay gente que pueda pensar en dialogar con ese sujeto? Yo quisiera que algunos de estos “próceres de la conciliación” nos explicaran en que basan su optimismo al acercarse al déspota.
Aunque hablar de conciliación, de diálogo, de acercamiento, suena bien y hablar en contra de eso suena mál es necesario correr el riesgo de sonar mál, para decir que dialogar con un criminal es hacerse cómplice del crimen. Hay quienes abogan por esta “reconciliación” como una estrategia para, eventualmente, compartir el poder con el malandro. Pero, al tratar de obtener una cuota de poder están entregando las banderas de la democracia y de la libertad.
La historia está llena de ejemplos desastrosos de gentes quienes por perfidia, cobardía, debilidad, ingenuidad o espíritu franciscano (admirable pero equivocado) condujeron a sus sociedades o grupos a los más horrorosos abismos. En la Alemania nazi, en la Unión Soviética de Stalin, en la Argentina de Perón y Evita o en la Zimbabue de Mugabe el camino hacia la tragedia ha estado pavimentado de comeflores o de oportunistas, cuyos esfuerzos al final resultan en lo mismo, en más despotismo y más sufrimiento.
Algún día el país sabrá cobrarles a estos comeflores o a estos oportunistas su complicidad con el malandro.
Hay miembros de la oposición a Hugo Chávez quienes piensan de buena fe que los llamados que este sujeto ha hecho a la coexistencia pacífica, al diálogo, a la colaboración, son sinceros. Pero esos son pocos. Lamentablemente, están surgiendo algunos opositores quienes “pretenden” creerle a Chávez para sacar provecho personal de sus engañosos llamados. Hay hasta uno que otro con aspiraciones presidenciales quienes piensan que “acercarse” a Chávez les puede dar buenos dividendos políticos en 2012. Y no es porque sean estúpidos, sino porque se las quieren echar de vivos, a la venezolana, esa manera de pensar que nos mantiene en el más horroroso atraso.
Se necesita ser bien lerdo o bien invertebrado desde el punto de vista ético para aceptar la tesis del diálogo con un déspota sin escrúpulos como Hugo Chávez. Han sido doce años de abusos de poder, de robo, de corrupción desenfrenada, de entregas indignas de soberanía y recursos a países extranjeros, de desastres tipo Pudreval, CVG, PDVSA y caóticos programas “sociales” a nivel doméstico. Y todavía hay gente que pueda pensar en dialogar con ese sujeto? Yo quisiera que algunos de estos “próceres de la conciliación” nos explicaran en que basan su optimismo al acercarse al déspota.
Aunque hablar de conciliación, de diálogo, de acercamiento, suena bien y hablar en contra de eso suena mál es necesario correr el riesgo de sonar mál, para decir que dialogar con un criminal es hacerse cómplice del crimen. Hay quienes abogan por esta “reconciliación” como una estrategia para, eventualmente, compartir el poder con el malandro. Pero, al tratar de obtener una cuota de poder están entregando las banderas de la democracia y de la libertad.
La historia está llena de ejemplos desastrosos de gentes quienes por perfidia, cobardía, debilidad, ingenuidad o espíritu franciscano (admirable pero equivocado) condujeron a sus sociedades o grupos a los más horrorosos abismos. En la Alemania nazi, en la Unión Soviética de Stalin, en la Argentina de Perón y Evita o en la Zimbabue de Mugabe el camino hacia la tragedia ha estado pavimentado de comeflores o de oportunistas, cuyos esfuerzos al final resultan en lo mismo, en más despotismo y más sufrimiento.
Algún día el país sabrá cobrarles a estos comeflores o a estos oportunistas su complicidad con el malandro.
Publicado por Gustavo Coronel
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