Ayer cuando le contaba por teléfono a mi hijo mayor que vive en tierra tropical, sobre la enorme nevada que tuvimos el pasado miércoles en la noche en Washington, me dijo que a mis nietos le hubiese gustado estar aquí para jugar y retozar en la nieve. Qué más podría pedir, le dije, que mis nietos pudieran compartir esta época con nosotros, si no fuera porque deben cumplir con su calendario escolar. Sinembargo, aunque sigo añorando la presencia de mi hijo y mis nietos disfrutando de la nieve con nosotros, luego de colgar el teléfono, no pude dejar de pensar que ésta es sólo la idea romántica que yo también tenía cuando todavía no sabía lo que era vivir en una ciudad con abundante nieve en invierno como es Washington en estos días. En otras palabras, aunque el disfrute de la nieve sigue siendo siempre atractivo, ello no es sino una parte de la historia....
En efecto, comencemos por el hecho de que mucha gente tuvo que permanecer atascada en el tráfico por varias horas ese día de tormenta, hasta el punto de que un amigo me llamó preocupado a altas horas de la noche, porque su esposa hasta ese momento no había llegado a la casa luego de haber transcurrido más de 5 horas desde que había salido en su carro de la oficina. Afortunadamente, al final no le pasó nada, como me enteré a la mañana siguiente, pero la situación de angustia que sintió mi amigo y por supuesto su esposa, con motivo de este incidente, no puede ser reparada y no fué sino uno entre los muchísimos casos que se reportaron ese día, algunos de ellos con accidentes graves donde no faltaron heridos y algunos con peor suerte....
Cuando le comenté a un vecino sueco sobre el incidente, me dijo que lo que pasaba era que el área metropolitana de Washington no estaba preparada para enfrentar nevadas fuertes porque este fenómeno se había estado produciendo sólo en los últimos años, no sin dejar de alabar la diligencia que mostraban los servicios en Suecia para limpiar la nieve en forma inmediata y dejar las vías aptas para la circulación en tiempo real, es decir, en la misma medida en que se estaba produciendo la tormenta. La verdad es que no pude dejar de coincidir con mi amigo sueco, pues resulta evidente que los vehículos limpiadores de nieve, al menos en el norte de Virginia, brillaron por su ausencia durante la tormenta y sólo aparecieron al final de la misma, para realizar un trabajo lento y poco efectivo en las autopistas y grandes vías de circulación. Mientras tanto, los accidentes se sucedieron, muchos optaron por abandonar sus carros en la vía para coger la de don Fernando (un ratico a pié y otro caminando...) y la gran mayoría se quedó sembrada durante largas horas de la noche pasando el frío hereje en el sitio sin poder avanzar, hasta que mucho más tarde fueron finalmente limpiadas las vías....
A lo anterior se unen los efectos de la tormenta sobre muchas casas que se ven afectadas, así como en los servicios públicos de todo orden, especialmente la electricidad, la cual se ve interrumpida en millares de hogares, debido a la acción de la caída de ramas de árboles sobre los cables que la conducen. Algunos se sorprenderán, pero es así...En la mayoría de las ciudades del área metropolitana de Washington los tendidos de los conductores de electricidad han sido hechos al aire y no por vía subterránea, de tal forma que el desprendimiento de ramas sobre los cables generalmente hace que se interrumpa el servicio eléctrico. Obviamente, la falta de electricidad repercute sobre los demás servicios que de ésta requieren, como la televisión, la conservación y preparación de alimentos, la calefacción, la comucación por internet y pare usted de contar...
Con motivo de las tormentas ocurridas en el invierno del año pasado, fueron múltiples los reclamos que hicieron los ciudadanos a las autoridades municipales de las ciudades que fueron afectadas, con situaciones parecidas a las que se han venido enfrentando durante las tormentas del invierno de la primera parte de este año. Las municipalidades manifestaron que debido a los efectos de la crisis económica, los presupuestos se han reducido y más bien han debido disminuir personal y desatender áreas importantes de servicios bajo su responsabilidad, por lo que difícilmente podían incrementar el número de camiones y tractores limpiadores de nieve. De manera, pues, que el servicio de limpieza de nieve sigue dependiendo de empresas privadas, las cuales aprovechan el estado de necesidad y urgencia generado por la tormenta para cobrar tarifas bien altas a las ciudades, bajo el pretexto de que deben cubrir los costos de mantenimiento de sus equipos el resto del año durante el cual permanecen inactivos.
En cuanto a las fallas de electricidad, las compañías han manifestado que el tendido de cables subterráneos elevaría sustancialmente las tarifas, por lo que cada cierto tiempo se limitan a recortar, por lo visto no en forma eficiente, sólo aquellas ramas de los árboles que rozan o amenazan con rozar los cables de electricidad. Por su parte, la poda o remoción de árboles que constituyen amenazas a las casas corre por la sola cuenta de los propietarios, a cambio del pago de los elevados precios que cobran las compañías especializadas en el ramo.
Si lo anterior no bastara, piénsese en los largos días que nuestros hijos se quedan sin clase y vagueando en la casa, pues las escuelas no pelan una tormenta para decretar descanso obligatorio tanto para los alumnos como para los profesores y servicios de oficina. Igualmente, en las labores que los vecinos están llamados a realizar para limpiar la nieve de las aceras de enfrente y de las vías internas de acceso a sus casas, ya que las leyes municipales penalizan a quienes así no procedan y obligan a los propietarios a asumir la responsabilidad por los accidentes que pueda sufrir cualquier persona como consecuencia de acumulaciones de nieve o hielo no removida a tiempo. Es más, en estos últimos años, ante la tardanza de los servicios costeados por la ciudad donde vivimos, los vecinos hemos debido remover con nuestras palas la nieve caída en las propias calles para poder salir a nuestros trabajos.
Así es que, cuando piense románticamente en la nieve, bien porque desea saborear un brandy con su esposa frente a una chimenea mientras cae, o disfrutar con sus hijos y nietos retozando alegremente en el patio, piense también en los efectos que, como los anteriores, ha venido produciendo el incremento cada vez mayor de tormentas en el área metropolitana de Washington en los últimos años, del cual el presente no se escapa...Me voy, porque hoy también está cayendo una garuíta de nieve y debo combatir el reuma limpiandola antes de que alguien vaya a resbalarse...Los saluda, Jotabe
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