El problema es que la llamada al diálogo de Chávez no pasa de ser un señuelo, ya que hoy las noticias apuntan hacia la confirmación de las inversiones rusas en las plantaciones de plátano del Sur del Lago de Maracaibo, motivo real de las ilegales y violentas expropiaciones efectuadas por Chávez sobre parte fundamental de las haciendas más productivas del país, así como la entrega a los turcos y chinos del negocio de las cacareadas viviendas, mientras negocia con estos últimos la importación de insumos agrícolas y de todo tipo para seguir ahogando el sector productivo nacional. Todas estas políticas no hacen sino profundizar su acción para concentrar en el gobierno todas las riendas económicas, incrementar la dependencia de los venezolanos de los productos y servicios importados y seguir destruyendo al sector privado del país.
Mientras tanto, las fuerzas de la alternativa democrática de oposición parecen haber caído en la trampa del gobierno y han bajado la guardia en las acciones que recomendaba su carácter de depositarios de la mayoría nacional, con el fin de, entre otras, obener la derogatoria de la ley habilitante, desacatar el paquete de leyes inconstitucionales aprobadas por la extinta Asamblea Nacional a última hora, demandar la libertad de los presos políticos y exigir una clara rendición de cuentas sobre el uso de los cuantiosos recursos obtenidos por Chávez durante los doce años de su gobierno. Las noticias de hoy no dejan lugar a dudas de que la oposición se entretiene con el juego de las variadas candidaturas que ya se asoman, mientras los gobernadores se ponen a la orden de Chávez para realizar acciones conjuntas de diverso orden con el gobierno chavista y, por su parte, las cámaras de construcción privadas reclaman parte de los jugosos negocios envueltos en la nave insignia donde Chávez ha cifrado su arribo a la victoria en las próximas elecciones del 2012: la construcción de 300 mil viviendas en los próximos dos años.
En otras palabras, así como Chávez se las ingenió para lograr que Colombia bajara el perfil en las reclamaciones iniciadas por Uribe en la Haya para juzgarlo, mediante un pacto de no agresión con Santos, ahora, bajo el pretexto del diálogo, sin entregar nada efectivo a cambio, ha logrado que la oposición baje la guardia y le tienda un puente cómodo para llegar con éxito a las elecciones del 2012. Se impone, entonces, una rectificación urgente de esta conducta de la oposición democrática, pues todavía es tiempo de llamar a un "Vuelvan Caras" para denunciar y derrotar esta nueva maniobra del teniente-coronel Chávez, en su afán estratégico de consolidar su dictadura castrocomunista en Venezuela. Quien tenga ojos que vea...A continuación, el artículo de Moleiro.
En: http://www.lapatilla.com/site/2011/01/26/alonso-moleiro-chavez-breve-pausa-ya-regresamos/
Alonso Moleiro: Chávez: breve pausa, ya regresamos
enero 26, 2011 6:39 am
La palabra no es “recule”, porque el vocablo trae consigo un sesgo despectivo en el cual se comete, de nuevo, el error de subestimarlo, pero algo parece indicar que el presidente Hugo Chávez y sus seguidores se ha detenido un instante para reunir bastimento y hacer un recuento de fuerzas en vista de las señales de peligro que ofrece el panorama en el mediano plazo
Afirmo esto perfectamente consciente en que los llamados a diálogo iban a tener una duración corta, y que, llamando a dialogar, tanto Chávez como los dirigentes que le acompañan, iban a hacer lo que están haciendo: conversar sin conversar, e intentar envolver a cualquier interlocutor potencial en una secuencia interminable de sofismas con el objeto de disolver pasivos y ganar tiempo.
Una maniobra que constituye todo un clásico de los tiempos de José Vicente Rangel en la Vicepresidencia –nadie descarte, por cierto, que sea éste el autor de la “parada” hoy en vigor
Veamos: con todo y los desplantes posteriores a su alocución presidencial, el presidente ha regresado a su discurso la palabra “democracia”; se ha esmerado en explicarle a los demás porqué su proyecto no es una dictadura ni él un dictador; e, incluso, ha querido, al menos verbalmente, tenderle una mano los gobernadores de la oposición.
Todavía más: algunos de los elementos más polémicos del debate público que el chavismo ha colocado sobre la mesa, conocen, en este momento, cuando menos una demora. Esperan un cambio de seña.
Algo parece sugerir que el presidente, aunque no lo diga, -porque jamás lo dirá- posee información fidedigna reciente que confirma su lenta pero indetenible erosión en las encuestas. Merma que es ya inobjetable en muchas barriadas de Caracas –y, en general, en todos los epicentros urbanos del país- y que, en el pasado reciente, ha tenido expresiones en estado que antes le pertenecían, y que pueden estar en trance de desprenderse, como Anzoátegui, Bolívar e incluso Falcón
Nadie debe engañarse: Chávez ni va a negociar ni va a dialogar con nadie. El presidente avanza y retrocede, si lo necesita, pero jamás pacta. Pero el esguince que estamos presenciando puede ayudarlo a recomponer su imagen ante la ciudadanía descontenta: la de un hombre que escucha la crítica, que no ha perdido el sentido común y que sigue teniendo alguna sintonía con la Constitución Nacional promovida por él mismo en el ya lejano 1999. Esa bocanada de oxígeno puede producir una reconexión que le permita llegar mejor a 2012.
Mientras tanto, el Psuv aprueba una línea política para los dos años que quedan y el gobierno hace un último esfuerzo –que ya será agónico- por enfrentar y resolver los problemas más graves que aquejan a la ciudadanía. Esos que todos los días se agravan, y que han entibiado sensiblemente el fervor de sus seguidores. La vuelta a la carga con los temas álgidos podrá tener lugar cuando se produzca el reaprovisionamiento y se recarguen las fuerzas
Lo que el presidente quiere hacer ya sido expresado con toda claridad por él mismo, por su partido y por su dirigencia. A éstas alturas se necesitaría chuparse el dedo para no darse cuenta de eso. Lo que pueden estar sugiriendo las circunstancias es que la decisión de acelerar antes de tiempo, de materializar la promesa de radicalizar sin calcular todos los extremos del riesgo, podría precipitar una debacle definitiva en la relación entre el chavismo y las masas.
Quizás, sólo quizás, esto indique que la pequeña tregua, la breve elipsis argumental que está planteada en este momento, puede ser un poco más larga de lo que algunos creen.
Es cierto que esta conjetura puede quedar desbaratada mañana con cualquier anuncio emanado de Miraflores. Ninguna crónica escrita puede salvarse de un imprevisto como ése. Esa ruptura, de todas formas, esta destinada a producirse en cualquier momento.
Afirmo esto perfectamente consciente en que los llamados a diálogo iban a tener una duración corta, y que, llamando a dialogar, tanto Chávez como los dirigentes que le acompañan, iban a hacer lo que están haciendo: conversar sin conversar, e intentar envolver a cualquier interlocutor potencial en una secuencia interminable de sofismas con el objeto de disolver pasivos y ganar tiempo.
Una maniobra que constituye todo un clásico de los tiempos de José Vicente Rangel en la Vicepresidencia –nadie descarte, por cierto, que sea éste el autor de la “parada” hoy en vigor
Veamos: con todo y los desplantes posteriores a su alocución presidencial, el presidente ha regresado a su discurso la palabra “democracia”; se ha esmerado en explicarle a los demás porqué su proyecto no es una dictadura ni él un dictador; e, incluso, ha querido, al menos verbalmente, tenderle una mano los gobernadores de la oposición.
Todavía más: algunos de los elementos más polémicos del debate público que el chavismo ha colocado sobre la mesa, conocen, en este momento, cuando menos una demora. Esperan un cambio de seña.
Algo parece sugerir que el presidente, aunque no lo diga, -porque jamás lo dirá- posee información fidedigna reciente que confirma su lenta pero indetenible erosión en las encuestas. Merma que es ya inobjetable en muchas barriadas de Caracas –y, en general, en todos los epicentros urbanos del país- y que, en el pasado reciente, ha tenido expresiones en estado que antes le pertenecían, y que pueden estar en trance de desprenderse, como Anzoátegui, Bolívar e incluso Falcón
Nadie debe engañarse: Chávez ni va a negociar ni va a dialogar con nadie. El presidente avanza y retrocede, si lo necesita, pero jamás pacta. Pero el esguince que estamos presenciando puede ayudarlo a recomponer su imagen ante la ciudadanía descontenta: la de un hombre que escucha la crítica, que no ha perdido el sentido común y que sigue teniendo alguna sintonía con la Constitución Nacional promovida por él mismo en el ya lejano 1999. Esa bocanada de oxígeno puede producir una reconexión que le permita llegar mejor a 2012.
Mientras tanto, el Psuv aprueba una línea política para los dos años que quedan y el gobierno hace un último esfuerzo –que ya será agónico- por enfrentar y resolver los problemas más graves que aquejan a la ciudadanía. Esos que todos los días se agravan, y que han entibiado sensiblemente el fervor de sus seguidores. La vuelta a la carga con los temas álgidos podrá tener lugar cuando se produzca el reaprovisionamiento y se recarguen las fuerzas
Lo que el presidente quiere hacer ya sido expresado con toda claridad por él mismo, por su partido y por su dirigencia. A éstas alturas se necesitaría chuparse el dedo para no darse cuenta de eso. Lo que pueden estar sugiriendo las circunstancias es que la decisión de acelerar antes de tiempo, de materializar la promesa de radicalizar sin calcular todos los extremos del riesgo, podría precipitar una debacle definitiva en la relación entre el chavismo y las masas.
Quizás, sólo quizás, esto indique que la pequeña tregua, la breve elipsis argumental que está planteada en este momento, puede ser un poco más larga de lo que algunos creen.
Es cierto que esta conjetura puede quedar desbaratada mañana con cualquier anuncio emanado de Miraflores. Ninguna crónica escrita puede salvarse de un imprevisto como ése. Esa ruptura, de todas formas, esta destinada a producirse en cualquier momento.
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