Andrés Oppenheimer
En su discurso sobre el estado de la Unión, el presidente Barack Obama se refirió a los conflictos armados de Irak, Siria y Afganistán, pero no dijo una palabra sobre una guerra que se está librando mucho más cerca de casa, y que está matando a más gente: la guerra contra —y entre— los carteles del narcotráfico en México y América Central.
¿Habrá sido un descuido? ¿O acaso Obama —y para ser justos, sus críticos del Partido Republicano también— está eludiendo deliberadamente referirse a una de las guerras más sangrientas del mundo, porque no tienen la menor idea de qué hacer al respecto?
Según un informe oficial de la Oficina del Procurador General de México del 11 de enero, el número de muertos de la guerra mexicana contra los carteles de la droga durante los últimos cinco años asciende a 47.515. Eso es más que los muertos en Irak durante el mismo periodo, y casi dos veces el número de víctimas en Afganistán.
Y eso sin tener en cuenta a Centroamérica. Las guerras del narcotráfico han convertido a Honduras en el país con la tasa de homicidios más alta del mundo durante el 2011, con 82 muertos por cada 100.000 residentes, seguido por El Salvador, con 66 muertos por cada 100.000 residentes, según cifras de las Naciones Unidas. En comparación, la tasa de homicidios en Estados Unidos es inferior a 5 muertes por cada 100.000 habitantes.
Tras el discurso de Obama, le pregunté al excanciller de México, Jorge Castañeda, por qué piensa que Obama omitió mencionar las guerras del narcotráfico en México y América Central. Castañeda ofreció tres posibles explicaciones.
En primer lugar, puede deberse a que el presidente mexicano Felipe Calderón no quiere que nadie describa la ofensiva mexicana contra los carteles de la droga como una “guerra”, dijo Castañeda. La palabra “guerra” ahuyenta las inversiones y el turismo, un sector clave para la economía nacional.
En segundo lugar, Washington ya no está tan contento con Calderón, afirma Castañeda. El Gobierno de Obama le reprocha sus insistentes quejas por la falta de medidas de Washington para reducir el consumo de drogas en EE UU, y por la falta de acción para frenar el contrabando de armas de EE UU que terminan en manos de los carteles de la droga de México y América Central, añadió.
En tercer lugar, aunque Washington apoya activamente la ofensiva mexicana contra el narcotráfico, Castañeda asegura que el Gobierno norteamericano está preocupado por posibles violaciones a los derechos humanos. Un reciente informe del grupo Human Rights Watch señaló que “el Ejército y la policía mexicana han cometido violaciones generalizadas a los derechos humanos en sus esfuerzos por combatir el crimen organizado, y virtualmente ninguna de esas violaciones ha sido adecuadamente investigada”.
Cuando le pregunté a un funcionario de la Casa Blanca acerca de la omisión de Obama en su discurso, me dijo que “el presidente ha dejado en claro en numerosas ocasiones la asociación sin precedentes que existe entre EE UU, México y América Central en sus esfuerzos conjuntos por combatir el crimen organizado transnacional”.
Mi opinión: EE UU apenas está empezando a salir de las guerras de Irak y Afganistán y de una severa recesión económica, y Obama está intentando generar un clima de normalidad que le será crucial para ganar las elecciones de noviembre. Dirigir la atención pública a un conflicto armado que se libra en la frontera no encaja en esa narrativa, especialmente en un año electoral.
Pero vivir en la negación no ayudará a resolver los problemas económicos y sociales que están trayendo consigo las guerras de los narcos en México y América Central. Como lo han pedido repetidamente los expresidentes de México, Brasil y Colombia, es hora de abrir un debate sobre la posibilidad de legalizar la marihuana, y utilizar esos recursos para financiar programas de educación y rehabilitación que hagan disminuir la demanda.
Otra cosa que me sorprendió en su discurso, centrado en la creación de empleos en EE UU, es que Obama solo hizo una mención pasajera sobre “las Américas”, una de las regiones del mundo que más está creciendo, que ofrece una oportunidad única para aumentar las exportaciones norteamericanas, y que además está a la vuelta de casa. Hay que reconocer que Obama tiene mejores posturas sobre temas latinoamericanos y mundiales que sus críticos republicanos. Pero ignorar la guerra que se libra al lado, y ser incapaz de presentar un plan ambicioso para incrementar los lazos económicos con México y el resto de América Latina, no va ayudar a sus países vecinos, ni a la creación de más empleos en Estados Unidos.
No comments:
Post a Comment