ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL
miércoles 25 de enero de 2012 12:00 AM
Seré lo más claro que pueda. Ya llevo 13 años con este cuento. Estoy enfermo, pero me curé. No puedo ir ni siquiera a un juego de Magallanes. No duermo, no puedo salir a la calle, mis más cercanos allegados se la pasan viajando y gastando los dólares del socialismo en el imperio, mucho cubano raspando la olla, los argentinos por lo suyo, los brasileños ya no creen en nuestra garantías de inversión y hasta Daniel Ortega nos pide dólares directamente, sin pena, para no subir sus tarifas eléctricas.
Es decir, el capitalismo está más duro que nunca. Los trabajadores que a estas alturas deberían ser más comunistas que Fidel, se la pasan es pidiendo billete y aumentos en los contratos colectivos. Muchos no salen de un concierto de Madonna o jugando en Las Vegas. Hasta a mis más cercanos combatientes los han pillado en Orlando, con toda su gordura, en bermudas y todo, comprando como loco en un mall de ese mundo salvaje. Lo de las camionetotas me tiene loco. No hay cosa que guste más a mis socialistas que un buen carrote alemán o una camionetota. En diciembre daba grima ver a la gente saltando, llenas de bolsas, comprando todo lo que estaba en las vidrieras. Hubo centros comerciales donde no se podía entrar. Para ir al show de Elton John las entradas se agotaron desde que salió la primera cuña. Claro que son los chavistas los más interesados. Por ahí están los reales. Los socialistas más combatientes hace rato que dejaron El Valle o San Juan para mudarse a La Lagunita o a mejores urbanizaciones del Este, no en apartamentos, sino en casotas. Cuando llega la mujer de un militar de viaje se ven hasta cuatro soldaditos uniformados, cargándole las maletas. Ya no hay boletos para Miami ni en agosto ni en septiembre.
Si usted entra a un restaurante de carne, tiene que ser de carne, de los más tradicionales de Caracas, si acaso puede entrar, lo primero que verá será a chavistas hablando de sus negocios, militares de uniforme y todo bajando las de 18 años venidas del otro imperio o grupos de iraníes o cubanos terminando con la mesada. En los casinos destacan por sus billeteras los más conocidos parlamentarios del duro régimen comunista. Al menos Cadivi descansa con los socialistas. Esta gente no pide sus cupos. Hacen abanicos de verdes. No los necesitan. Las fincas más bonitas, con piscina y parrillera al lado del río son de mis compatriotas revolucionarios. No importa que no produzcan ni un marrano. En el interior, un buen socialista equivale a lo que antes era un adeco nuevo rico. Echones y habladores. El tema: la plata nueva, las casas nuevas, los viajes nuevos y la reelección.
Por eso debo ganar en octubre. Ahora es cuando hay trabajo aquí. Hasta que el cuerpo aguante.
Es decir, el capitalismo está más duro que nunca. Los trabajadores que a estas alturas deberían ser más comunistas que Fidel, se la pasan es pidiendo billete y aumentos en los contratos colectivos. Muchos no salen de un concierto de Madonna o jugando en Las Vegas. Hasta a mis más cercanos combatientes los han pillado en Orlando, con toda su gordura, en bermudas y todo, comprando como loco en un mall de ese mundo salvaje. Lo de las camionetotas me tiene loco. No hay cosa que guste más a mis socialistas que un buen carrote alemán o una camionetota. En diciembre daba grima ver a la gente saltando, llenas de bolsas, comprando todo lo que estaba en las vidrieras. Hubo centros comerciales donde no se podía entrar. Para ir al show de Elton John las entradas se agotaron desde que salió la primera cuña. Claro que son los chavistas los más interesados. Por ahí están los reales. Los socialistas más combatientes hace rato que dejaron El Valle o San Juan para mudarse a La Lagunita o a mejores urbanizaciones del Este, no en apartamentos, sino en casotas. Cuando llega la mujer de un militar de viaje se ven hasta cuatro soldaditos uniformados, cargándole las maletas. Ya no hay boletos para Miami ni en agosto ni en septiembre.
Si usted entra a un restaurante de carne, tiene que ser de carne, de los más tradicionales de Caracas, si acaso puede entrar, lo primero que verá será a chavistas hablando de sus negocios, militares de uniforme y todo bajando las de 18 años venidas del otro imperio o grupos de iraníes o cubanos terminando con la mesada. En los casinos destacan por sus billeteras los más conocidos parlamentarios del duro régimen comunista. Al menos Cadivi descansa con los socialistas. Esta gente no pide sus cupos. Hacen abanicos de verdes. No los necesitan. Las fincas más bonitas, con piscina y parrillera al lado del río son de mis compatriotas revolucionarios. No importa que no produzcan ni un marrano. En el interior, un buen socialista equivale a lo que antes era un adeco nuevo rico. Echones y habladores. El tema: la plata nueva, las casas nuevas, los viajes nuevos y la reelección.
Por eso debo ganar en octubre. Ahora es cuando hay trabajo aquí. Hasta que el cuerpo aguante.
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