ANTONIO COVA MADURO | EL UNIVERSAL
miércoles 25 de enero de 2012 12:00 AM
Veloz se acerca Venezuela al primer acontecimiento histórico que nos brindará este singular año 2012: una elecciones Primarias abiertas que entre seis candidatos escogerán al que la Oposición, unida como nunca antes en su variada historia, llevará como su "único candidato" a la Presidencia de la República. En otras palabras, será el que ha de enfrentar a Hugo Chávez en el momento más complicado para quien ha bloqueado cualquier opción distinta a la suya.
Todos sabemos que no sólo hemos de escoger a ese único candidato, sino que la oportunidad -única en nuestra historia reciente- será aprovechada también para que cada región escoja su candidato a Gobernador (excepción hecha del Alcalde Mayor de Caracas, que ya se ha decidido sea Antonio Ledezma), y cada municipio escoja al suyo para Alcalde. Hay, incluso, una novedad digna de ser tomada en cuenta: en municipios donde gobierna la Oposición también los actuales alcaldes han de concurrir a estas Primarias.
Esta decisión supone que la mayoría de los venezolanos en edad de votar tendremos que hacer tres escogencias, aunque nadie duda que la más vital y decisiva será la que corresponde al candidato único para enfrentar a Chávez. A partir del 13 de febrero, entonces, ya Venezuela sabrá quién muy probablemente será su próximo Presidente.
La cúpula chavista lo sabe. Sabe que concurren a estas elecciones con plomo en el ala (nunca la palabra "plomo" ha tenido un significado tan crucial como ahora) en la medida en que son bastante magros los logros de estos trece años de horror que Venezuela ha soportado con una paciencia que sólo iguala a la de Job; y en la medida en que es muy duro concurrir a semejante enlace con un hombre enfermo, que se empeña en no creerlo, y menos aceptarlo. Es él... o el diluvio.
Los chavistas de a pie temen no sólo a las Primarias de la oposición, sino en mayor medida al -para ellos- fatídico 7 de octubre. Saben que en la casi segura posibilidad de perder, quedarán a la intemperie: la élite chupasangre que tanto ha medrado del gobierno, que ha hecho y deshecho con la institucionalidad del país pondrá pies en polvorosa y los dejará a merced de quién sabe qué.
Lo que sí será significativo es el votante chavista independiente. Muchos de ellos, hambrientos de participación, podrían hasta llegar a votar este 12 de febrero; pero lo que sí puede darse por seguro es que si ven una concurrida votación en febrero no tendrán empacho en cambiar su voto tradicional por "sangre nueva" el próximo 7 de octubre. Ni su "compromiso" con esto llega a dar su vida por Chávez, ni los costos de no hacerlo revisten mayor gravedad para ellos. Chávez y su gente lo saben... ¡y lo temen!
Podemos suponer que en las grandes ciudades concurrirá más gente a votar: el chavismo gobiernero tiene pocas posibilidades de evitarlo. Será en las pequeñas ciudades y en los pueblos donde la dependencia económica de la gente puede lograr mantenerles alejados -aunque deseosos- de concurrir a votar. Sabemos que ya la maquinaria represiva se ha puesto en marcha, llegando a amenazar no sólo a los funcionarios, sino también a que su parentela vote. Como hacían los nazis en los territorios dominados: amigos, parientes y vecinos debían pagar con sus vidas el arrojo de unos cuantos.
Con respecto al miedo de que los chavistas manden a votar a su militancia: ni se les ocurriría, porque eso daría un abultado número a la oposición que es lo último que quieren. Tampoco tiene sentido a estas alturas la bola que han hecho correr: no habrá Primarias. Demasiados beneficios le dan a la oposición para caer en esa trampa; pero peor sería para el chavismo: sin Primarias desconocerían la fuerza real de la oposición. Serían como el Titanic enfrentando a un peligrosísimo iceberg. Es mejor saber cuánto mide y cuánto pesa ese iceberg.
Los candidatos opositores -todos ellos- ganarán aun perdiendo. Han recorrido el país y se han hecho conocer. Han tenido que madurar y repensar muchas de sus ideas y propuestas iniciales, al mismo tiempo que iban adquiriendo nuevas perspectivas. Todo ello es un utilísimo aval para el futuro de ellos -y de Venezuela.
Estas Primarias tendrán muchos beneficiarios en el tiempo y en el espacio. Es por eso que el chavismo las teme, pero nada ha podido ni podrá hacer para torcerlas o evitarlas. Para quienes desde largo tiempo enfrentamos a esta pesadilla, las Primarias serán no sólo reveladoras, sino de gran fruto y por fin le quitarán temor y angustia al hecho de realizarlas. ¡Era hora!
Todos sabemos que no sólo hemos de escoger a ese único candidato, sino que la oportunidad -única en nuestra historia reciente- será aprovechada también para que cada región escoja su candidato a Gobernador (excepción hecha del Alcalde Mayor de Caracas, que ya se ha decidido sea Antonio Ledezma), y cada municipio escoja al suyo para Alcalde. Hay, incluso, una novedad digna de ser tomada en cuenta: en municipios donde gobierna la Oposición también los actuales alcaldes han de concurrir a estas Primarias.
Esta decisión supone que la mayoría de los venezolanos en edad de votar tendremos que hacer tres escogencias, aunque nadie duda que la más vital y decisiva será la que corresponde al candidato único para enfrentar a Chávez. A partir del 13 de febrero, entonces, ya Venezuela sabrá quién muy probablemente será su próximo Presidente.
La cúpula chavista lo sabe. Sabe que concurren a estas elecciones con plomo en el ala (nunca la palabra "plomo" ha tenido un significado tan crucial como ahora) en la medida en que son bastante magros los logros de estos trece años de horror que Venezuela ha soportado con una paciencia que sólo iguala a la de Job; y en la medida en que es muy duro concurrir a semejante enlace con un hombre enfermo, que se empeña en no creerlo, y menos aceptarlo. Es él... o el diluvio.
Los chavistas de a pie temen no sólo a las Primarias de la oposición, sino en mayor medida al -para ellos- fatídico 7 de octubre. Saben que en la casi segura posibilidad de perder, quedarán a la intemperie: la élite chupasangre que tanto ha medrado del gobierno, que ha hecho y deshecho con la institucionalidad del país pondrá pies en polvorosa y los dejará a merced de quién sabe qué.
Lo que sí será significativo es el votante chavista independiente. Muchos de ellos, hambrientos de participación, podrían hasta llegar a votar este 12 de febrero; pero lo que sí puede darse por seguro es que si ven una concurrida votación en febrero no tendrán empacho en cambiar su voto tradicional por "sangre nueva" el próximo 7 de octubre. Ni su "compromiso" con esto llega a dar su vida por Chávez, ni los costos de no hacerlo revisten mayor gravedad para ellos. Chávez y su gente lo saben... ¡y lo temen!
Podemos suponer que en las grandes ciudades concurrirá más gente a votar: el chavismo gobiernero tiene pocas posibilidades de evitarlo. Será en las pequeñas ciudades y en los pueblos donde la dependencia económica de la gente puede lograr mantenerles alejados -aunque deseosos- de concurrir a votar. Sabemos que ya la maquinaria represiva se ha puesto en marcha, llegando a amenazar no sólo a los funcionarios, sino también a que su parentela vote. Como hacían los nazis en los territorios dominados: amigos, parientes y vecinos debían pagar con sus vidas el arrojo de unos cuantos.
Con respecto al miedo de que los chavistas manden a votar a su militancia: ni se les ocurriría, porque eso daría un abultado número a la oposición que es lo último que quieren. Tampoco tiene sentido a estas alturas la bola que han hecho correr: no habrá Primarias. Demasiados beneficios le dan a la oposición para caer en esa trampa; pero peor sería para el chavismo: sin Primarias desconocerían la fuerza real de la oposición. Serían como el Titanic enfrentando a un peligrosísimo iceberg. Es mejor saber cuánto mide y cuánto pesa ese iceberg.
Los candidatos opositores -todos ellos- ganarán aun perdiendo. Han recorrido el país y se han hecho conocer. Han tenido que madurar y repensar muchas de sus ideas y propuestas iniciales, al mismo tiempo que iban adquiriendo nuevas perspectivas. Todo ello es un utilísimo aval para el futuro de ellos -y de Venezuela.
Estas Primarias tendrán muchos beneficiarios en el tiempo y en el espacio. Es por eso que el chavismo las teme, pero nada ha podido ni podrá hacer para torcerlas o evitarlas. Para quienes desde largo tiempo enfrentamos a esta pesadilla, las Primarias serán no sólo reveladoras, sino de gran fruto y por fin le quitarán temor y angustia al hecho de realizarlas. ¡Era hora!
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