ADOLFO P. SALGUEIRO | EL UNIVERSAL
sábado 28 de enero de 2012 12:00 AM
El sábado pasado comentamos la inconveniencia de retirar a Venezuela del Ciadi del cual son miembros 157 Estados; el martes 24 el Ejecutivo dio el paso formal. También nos fuimos de la Comunidad Andina. Solo falta que renunciemos a la Organización Mundial de Comercio (OMC) para que el aislamiento comercial internacional sea total a excepción de la "gloriosa" ALBA en la que somos únicos "paganini".
Gracias a la ventana que abre Internet -el gran agente de la globalización del pensamiento- algunos lectores, con distinto grado de léxico y educación, nos hicieron llegar comentarios críticos a nuestra posición acusándonos de ser tarifados de la oligarquía antinacional. Por más que tal arreglo nos caería de perla informamos que no existe, nuestra única dependencia es de la conciencia y del juicio de lo que nos parece mejor para nuestra patria para la que queremos soberanía y progreso de verdad, no de slogans.
Para mostrar cómo en varios lugares del mundo se penaliza -democráticamente y dentro de la ley- a los países que desafían las normas de convivencia veamos algunos casos, no del pasado, sino de las páginas que aun hoy reseña la prensa actual.
En Hungría el autoritario primer ministro Viktor Orban (apodado "el Chávez húngaro" en un artículo del diario argentino La Nación del 22/1) aprovechando su carisma al servicio de la demagogia, consiguió introducir reformas constitucionales vigentes a partir del inicio de este año que son contrarias a los compromisos de su país con la Unión Europea a la que pertenece. Tales reformas -igual que las de Chávez- someten a los poderes del Estado, a la prensa y eliminan la autonomía del banco central como en nuestro caso.
Es por ello que la Comisión de la Unión Europea acaba de exigir a Hungría que en plazo perentorio -no para "algún día"- restituya los parámetros de la legalidad comunitaria o será excluida. Aquí se acabó el cuento de la soberanía como excusa. El que quiera ir por la suya tiene que ir solo lo cual en el siglo XXI es harto difícil.
Con Irán pasa otro tanto. No es solo EEUU y la ONU los que le imponen sanciones sino que ahora la Unión Europea (27 Estados) acaba de decretar el embargo a las compras de su petróleo. Irán reclama el derecho de adelantar un programa nuclear pero la norma internacional -también aceptada por ellos- requiere que tal cosa se haga bajo supervisión y ellos no quieren. A lo mejor se salen con la suya pero el precio que pagará la economía y el pueblo será alto.
El exdictador de Yemen, Ali Abdullah Saleh, que por más de veinte años tuvo a su pueblo sometido, tuvo que dejar el poder por la presión de sus vecinos que le dificultaron la vida por el irrespeto a los derechos humanos. ¿Para dónde cogió? ¡Para el "imperio" porque está enfermo y quiere curarse!
Naturalmente no abogamos por sanciones ni perjuicios para Venezuela que en definitiva pagará el pueblo pero sí ponemos de relieve que las piruetas circenses que hace nuestro gobierno con el slogan de la soberanía nos llevan por el camino en el que -con razón o sin ella- el verdadero "soberano" (el pueblo) pagará las consecuencias negativas.
Gracias a la ventana que abre Internet -el gran agente de la globalización del pensamiento- algunos lectores, con distinto grado de léxico y educación, nos hicieron llegar comentarios críticos a nuestra posición acusándonos de ser tarifados de la oligarquía antinacional. Por más que tal arreglo nos caería de perla informamos que no existe, nuestra única dependencia es de la conciencia y del juicio de lo que nos parece mejor para nuestra patria para la que queremos soberanía y progreso de verdad, no de slogans.
Para mostrar cómo en varios lugares del mundo se penaliza -democráticamente y dentro de la ley- a los países que desafían las normas de convivencia veamos algunos casos, no del pasado, sino de las páginas que aun hoy reseña la prensa actual.
En Hungría el autoritario primer ministro Viktor Orban (apodado "el Chávez húngaro" en un artículo del diario argentino La Nación del 22/1) aprovechando su carisma al servicio de la demagogia, consiguió introducir reformas constitucionales vigentes a partir del inicio de este año que son contrarias a los compromisos de su país con la Unión Europea a la que pertenece. Tales reformas -igual que las de Chávez- someten a los poderes del Estado, a la prensa y eliminan la autonomía del banco central como en nuestro caso.
Es por ello que la Comisión de la Unión Europea acaba de exigir a Hungría que en plazo perentorio -no para "algún día"- restituya los parámetros de la legalidad comunitaria o será excluida. Aquí se acabó el cuento de la soberanía como excusa. El que quiera ir por la suya tiene que ir solo lo cual en el siglo XXI es harto difícil.
Con Irán pasa otro tanto. No es solo EEUU y la ONU los que le imponen sanciones sino que ahora la Unión Europea (27 Estados) acaba de decretar el embargo a las compras de su petróleo. Irán reclama el derecho de adelantar un programa nuclear pero la norma internacional -también aceptada por ellos- requiere que tal cosa se haga bajo supervisión y ellos no quieren. A lo mejor se salen con la suya pero el precio que pagará la economía y el pueblo será alto.
El exdictador de Yemen, Ali Abdullah Saleh, que por más de veinte años tuvo a su pueblo sometido, tuvo que dejar el poder por la presión de sus vecinos que le dificultaron la vida por el irrespeto a los derechos humanos. ¿Para dónde cogió? ¡Para el "imperio" porque está enfermo y quiere curarse!
Naturalmente no abogamos por sanciones ni perjuicios para Venezuela que en definitiva pagará el pueblo pero sí ponemos de relieve que las piruetas circenses que hace nuestro gobierno con el slogan de la soberanía nos llevan por el camino en el que -con razón o sin ella- el verdadero "soberano" (el pueblo) pagará las consecuencias negativas.
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