THAYS PEÑALVER | EL UNIVERSAL
jueves 19 de enero de 2012 12:00 AM
Miren en que terminaron aquellos "años de conspiraciones con sueldo fijo". Debe ser terrible y doloroso para estos revolucionarios no solo haber llegado tarde a la revolución sino haberla desbaratado en tiempo récord. Fueron muchos años reuniéndose con agentes rusos y cubanos para llegar después de la caída del Muro de Berlín, la rendición del 99% de los fuerzas de liberación. Tantas horas sin dormir viajando con pasaportes falsos otorgados por la KGB para poder ir a Cuba sin que nadie se diera cuenta o sin que nadie quisiera darse cuenta, tantos que fueron a los tecnológicos de Europa del Este y a la Lumumba a aprender como se descose el Estado de derecho y las bases de la democracia, para convertirlo en "Estado de desecho" y además responsabilizar a otros.
¿Qué habrán pensado todos oyendo esta memoria y cuenta?, ¿qué habrán sentido aquellos periodistas que recibieron ordenes del Kremlin para azotar sin piedad la estructura política de Venezuela?, ¿los historiadores que se prestaron para deformar nuestra realidad histórica y que además fueron condecorados con medallas soviéticas? Debe ser tan terrible ver a sus colegas revolucionarios de shopping en Miami, recorriendo Europa en sendos aviones privados, insultando por Twitter a los escuálidos desde el VIP de cualquier aeropuerto del mundo o desde la madrileña Ortega y Gassett donde compran sin recato. Esta es parte de la realidad, de la memoria y cuenta que dejan en su trágico paso por Venezuela aquellos que se habían conjurado contra la burguesía dando lecciones revolucionarias y hoy convertidos en no precisamente pequeño-burgueses. Más que una memoria, fue un cuento de cómo fue que se logró sustituir el cuatro por el Ipod, a Alí Primera por Beyoncé y las cervezas de los botiquines del centro, por los restaurantes más caros del este de Caracas y del mundo.
Si fue duro para la oposición resistir 9 horas de perorata, para los verdaderos revolucionarios habrá sido peor oír la narración sobre como ocurrió la sustitución de una clase social por otra. Como las casas revolucionarias son ahora mejores que las capitalistas, "las otras eran ratoneras, estas son más grandes, están bien equipadas", como todos los televisores son LCD, como antes no podían viajar, ahora sí, "ahora hemos sacado a todos de la pobreza" y hay más pequeño burgueses que nunca, ahora todos pueden ir a clínicas privadas por los seguros y así fue como vimos materializado el despropósito y la desfachatez de esta revolución que se instaló en nuestro país inflada y vacía por dentro, sin nada noble que ofrecer a sus seguidores, más que billete del bueno.
Esta última memoria simplemente cuenta como el socialismo del siglo XXI fue asesinado por sus propios seguidores, que el 2012 es el último año de la revolución, porque está cayó hecha pedazos y no por la fuerza de la realidad, sino por la de los reales. Lo que dejó la revolución fue esto: ningún gobierno había repartido tanto, ninguno regaló tanto, ninguno subvencionó jamás tanto, ninguno trajo tanto importado, la revolución es tan genial que logró lo impensable, 1,5 millones de viajeros al año y la vuelta del "miami tabarato".
Por eso poco a poco llegó la gran construcción. La de una férrea oposición que logró volverle a ganar a los revolucionarios, un abanico de líderes que representan la diversidad de los pensamientos y la pluralidad de la democracia. La nueva Venezuela terminó de germinar este año y su consigna es una: este país es de todos y se terminó la división entre hermanos. ¿Qué no volverán? Les informo que ¡Ya volvieron! y con la frente en alto y la dignidad intacta.
¿Qué habrán pensado todos oyendo esta memoria y cuenta?, ¿qué habrán sentido aquellos periodistas que recibieron ordenes del Kremlin para azotar sin piedad la estructura política de Venezuela?, ¿los historiadores que se prestaron para deformar nuestra realidad histórica y que además fueron condecorados con medallas soviéticas? Debe ser tan terrible ver a sus colegas revolucionarios de shopping en Miami, recorriendo Europa en sendos aviones privados, insultando por Twitter a los escuálidos desde el VIP de cualquier aeropuerto del mundo o desde la madrileña Ortega y Gassett donde compran sin recato. Esta es parte de la realidad, de la memoria y cuenta que dejan en su trágico paso por Venezuela aquellos que se habían conjurado contra la burguesía dando lecciones revolucionarias y hoy convertidos en no precisamente pequeño-burgueses. Más que una memoria, fue un cuento de cómo fue que se logró sustituir el cuatro por el Ipod, a Alí Primera por Beyoncé y las cervezas de los botiquines del centro, por los restaurantes más caros del este de Caracas y del mundo.
Si fue duro para la oposición resistir 9 horas de perorata, para los verdaderos revolucionarios habrá sido peor oír la narración sobre como ocurrió la sustitución de una clase social por otra. Como las casas revolucionarias son ahora mejores que las capitalistas, "las otras eran ratoneras, estas son más grandes, están bien equipadas", como todos los televisores son LCD, como antes no podían viajar, ahora sí, "ahora hemos sacado a todos de la pobreza" y hay más pequeño burgueses que nunca, ahora todos pueden ir a clínicas privadas por los seguros y así fue como vimos materializado el despropósito y la desfachatez de esta revolución que se instaló en nuestro país inflada y vacía por dentro, sin nada noble que ofrecer a sus seguidores, más que billete del bueno.
Esta última memoria simplemente cuenta como el socialismo del siglo XXI fue asesinado por sus propios seguidores, que el 2012 es el último año de la revolución, porque está cayó hecha pedazos y no por la fuerza de la realidad, sino por la de los reales. Lo que dejó la revolución fue esto: ningún gobierno había repartido tanto, ninguno regaló tanto, ninguno subvencionó jamás tanto, ninguno trajo tanto importado, la revolución es tan genial que logró lo impensable, 1,5 millones de viajeros al año y la vuelta del "miami tabarato".
Por eso poco a poco llegó la gran construcción. La de una férrea oposición que logró volverle a ganar a los revolucionarios, un abanico de líderes que representan la diversidad de los pensamientos y la pluralidad de la democracia. La nueva Venezuela terminó de germinar este año y su consigna es una: este país es de todos y se terminó la división entre hermanos. ¿Qué no volverán? Les informo que ¡Ya volvieron! y con la frente en alto y la dignidad intacta.
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