MIGUEL ÁNGEL SANTOS | EL UNIVERSAL
viernes 27 de enero de 2012 12:00 AM
Aún cuando los debates de los candidatos a las primeras estén ya en su fase de rendimientos marginales decrecientes, me siguen atrayendo por dos razones fundamentales: 1) Son un ejercicio de tolerancia y respeto a las ideas y sobretodo a las normas (Ah, los micrófonos apagados cuando se acaba el tiempo) totalmente ajeno al ultraje al que hemos estado sometidos, y 2) El lenguaje que utilizan los candidatos allí nos revela sus preconcepciones y sus ideas, en particular en relación con nuestra economía.
Por ejemplo, durante este último, Pablo Medina repitió en varias ocasiones que "el problema de Venezuela no es un problema de recursos", o peor aún, que "Pdvsa es suficiente para promover el empleo total" (sic). Al igual que muchos compatriotas, sigue anclado en la vieja y equivocada idea de "somos ricos". Entre sus ideas para recuperar el empleo propuso una "gran alianza entre los trabajadores y el Estado", en donde el sector privado no aparecía por ninguna parte.
Cuando se dio inicio a lo que el moderador llamó "la ronda de preguntas de economía", prácticamente todos centraron su minuto o minuto y medio en el petróleo. Leopoldo López hizo referencia a la necesidad de expandir nuestra capacidad de producción. María Corina Machado propuso abrir una ronda de inversión privada para desarrollar nuestro potencial petrolero, haciendo énfasis en la inversión privada de los venezolanos en el sector. Pablo Pérez esbozó una de las ideas más novedosas de la noche: una especie de vinculación directa entre la seguridad social y la industria petrolera sobre la cual no abundó en detalles. Son todas buenas ideas. Pero sólo Henrique Capriles tuvo a bien intervenir para enfatizar que el petróleo se le había quedado pequeño a Venezuela. Insistió en que estamos produciendo menos que hace cuarenta años y somos ya bastante más del doble de la gente, por lo que lo que más nos urge es trascender el petróleo como fuente esencial de producción. Basta pensar que si en 1975 se nos hubiese ocurrido darle a cada venezolano su cuota parte del petróleo en volumen, cada uno hubiese recibido en el año 92 barriles. Al cierre del año 2010 esa cifra apenas llega a 28. ¡71% menos!
No quiero decir que haya sido una idea exclusiva de Henrique Capriles. Leopoldo López también hizo mucho énfasis en desarrollar nuestra capacidad exportadora no-petrolera, haciendo uso de un cliché que a mí (es un tema personal) no me gusta demasiado: "Hecho en Venezuela". Ahora: ¿cómo convertimos a Venezuela en una economía más competitiva? He ahí la cuestión. El país va a quedar es un estado de destrucción tal de su aparato productivo que un impulso inicial de inversión nos podría ayudar a crecer a tasas muy aceleradas. Para ir más allá, para crecer dos o tres décadas, necesitamos entrarle de frente al tema de nuestra productividad. Para tener una idea, entre 1980-2008, la productividad de nuestra economía fue negativa, nada menos que 0,6% anual en medio de un crecimiento promedio algo menor a 2%. Es decir, que tenemos grandes limitaciones para crecer a punta de inversión y de trabajo, porque hay algo que no hemos aprendido o algo que necesitamos cambiar que va mucho más allá. Ese es el verdadero reto.
Por ejemplo, durante este último, Pablo Medina repitió en varias ocasiones que "el problema de Venezuela no es un problema de recursos", o peor aún, que "Pdvsa es suficiente para promover el empleo total" (sic). Al igual que muchos compatriotas, sigue anclado en la vieja y equivocada idea de "somos ricos". Entre sus ideas para recuperar el empleo propuso una "gran alianza entre los trabajadores y el Estado", en donde el sector privado no aparecía por ninguna parte.
Cuando se dio inicio a lo que el moderador llamó "la ronda de preguntas de economía", prácticamente todos centraron su minuto o minuto y medio en el petróleo. Leopoldo López hizo referencia a la necesidad de expandir nuestra capacidad de producción. María Corina Machado propuso abrir una ronda de inversión privada para desarrollar nuestro potencial petrolero, haciendo énfasis en la inversión privada de los venezolanos en el sector. Pablo Pérez esbozó una de las ideas más novedosas de la noche: una especie de vinculación directa entre la seguridad social y la industria petrolera sobre la cual no abundó en detalles. Son todas buenas ideas. Pero sólo Henrique Capriles tuvo a bien intervenir para enfatizar que el petróleo se le había quedado pequeño a Venezuela. Insistió en que estamos produciendo menos que hace cuarenta años y somos ya bastante más del doble de la gente, por lo que lo que más nos urge es trascender el petróleo como fuente esencial de producción. Basta pensar que si en 1975 se nos hubiese ocurrido darle a cada venezolano su cuota parte del petróleo en volumen, cada uno hubiese recibido en el año 92 barriles. Al cierre del año 2010 esa cifra apenas llega a 28. ¡71% menos!
No quiero decir que haya sido una idea exclusiva de Henrique Capriles. Leopoldo López también hizo mucho énfasis en desarrollar nuestra capacidad exportadora no-petrolera, haciendo uso de un cliché que a mí (es un tema personal) no me gusta demasiado: "Hecho en Venezuela". Ahora: ¿cómo convertimos a Venezuela en una economía más competitiva? He ahí la cuestión. El país va a quedar es un estado de destrucción tal de su aparato productivo que un impulso inicial de inversión nos podría ayudar a crecer a tasas muy aceleradas. Para ir más allá, para crecer dos o tres décadas, necesitamos entrarle de frente al tema de nuestra productividad. Para tener una idea, entre 1980-2008, la productividad de nuestra economía fue negativa, nada menos que 0,6% anual en medio de un crecimiento promedio algo menor a 2%. Es decir, que tenemos grandes limitaciones para crecer a punta de inversión y de trabajo, porque hay algo que no hemos aprendido o algo que necesitamos cambiar que va mucho más allá. Ese es el verdadero reto.
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