Gustavo Coronel
16 Enero, 2012
Los psiquiatras se dan banquete con Hugo Chávez. En su crónica confusión de identidades ha tratado de ser Florentino, el que cantó con el Diablo, cuando el Florentino que describe Arvelo Torrealba es catire y representa la libertad. En esa porfía que se desarrolla hoy con fuerza, la verdadera identidad de Chávez es la del Diablo, el jinete de trote sombrío. Y Arvelo lo pinta fielmente: “negra se le ve la manta, negro el caballo también, bajo el negro pelo é guama, la cara no se le ve”.hace pocas horas repitió aquello de ser “águila que no caza moscas”, para insultar a María Corina Machado y decirle que “no tiene credenciales para debatir con él”. Chávez tiene alguna razón al pretender ser águila, animal cuya naturaleza es de ave de rapiña. También comparte algunos de sus hábitos.
El águila mata a sus hermanos menores, de la misma manera que él ha ido eliminando politicamente a quienes lo acompañaron en la trágica asonada de Febrero 1992. No se si Chávez sabe que en la pareja de águilas, la dominante es la hembra. Así como dejó de leer “El Oráculo del Guerrero” cuando Boris Izaquirre le advirtió su mensaje gay, así debería dejar de identificarse con esta ave.
En verdad, la identidad que lo representaría de manera más acertada es el zamuro. Vive en un ambiente político excrementicio, revolviendo en la basura ideológica para encontrar su sustento. Se alimenta de carroña y vuela despavorido a la menor señal del peligro, para regresar solo cuando el peligro ha pasado. El zamuro no hace nido.
Lo realmente importante de sus confusiones de identidad es la manera como manejó su confrontación con María Corina Machado. Usó su indigna tendencia a insultar al adversario, a descalificarlo por “no tener suficientes credenciales”.
Es evidente que nadie le ha dicho que ser ciudadano le da a un venezolano las credenciales suficientes para pedirle cuentas claras a su empleado, el presidente del país. El presidente es un empleado de los venezolanos, no es el jefe, y está allí para cuidar el patrimonio de los ciudadanos, no para malgastarlo junto con sus amigotes. Cuando un presidente se considera jefe y no empleado pasa a la categoría de autócrata usurpador del cargo.
La pretensión es aún más injusta puesto que M.C. Machado tiene, a título personal, credenciales de sobra para debatir con él. Es más educada y más instruída, es miembro de la Asamblea Nacional, representa un importante sector del país. Como puede Chávez alegar que no tiene credenciales?
La única explicación que se me ocurre es que lo que Chávez considera “credenciales” tiene que ve lo que caracteriza a quienes lo siguen y comparten su manera de pensar. El venezolano tendría entonces que ser mentiroso, cínico, ineficiente, inculto y poco transparente para tener “credenciales”.
El problema es que esos quienes lo siguen, por definición, no se atreven a debatir con él. Son politicamente castristas o castrados.
Hugo Chávez ya está desnudo frente al país y, realmente, el espectáculo es grotesco.
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