ADOLFO R. TAYLHARDAT | EL UNIVERSAL
miércoles 18 de enero de 2012 12:00 AM
Durante la presentación de su memoria y cuenta -que más que cuenta fue una perorata interminable y aburrida de sandeces- el führer relató anécdotas sobre su pasado como conspirador contra la democracia venezolana. Esas revelaciones, por sí mismas, servirían, en cualquier país serio, para la apertura de un juicio por traición a la patria con base en el principio de que "a confesión de parte, relevo de pruebas".
Entre las incontables barbaridades que dijo figura el anuncio de que había decidido cerrar el consulado venezolano en Miami. "Lo cerramos. No habrá consulado en Miami". Inmediatamente, dándose cuenta de "la pata que estaba metiendo" morigeró el anuncio diciendo que se trataba del "cierre administrativo" de esa oficina consular mientras se analiza el caso de la consul declarada persona non-grata..
Días antes el conductor de la Cancillería habia advertido que "en su momento" el régimen daría "una respuesta clara, firme y oportuna sobre ese tema".
Normalmente, cuando un funcionario diplomático o consular es declarado persona non-grata, lo que procede es la reciprocidad, es decir una medida equivalente o en todo caso proporcionada. Es lo que podía esperarse de ese anuncio. Pero la ignorancia del Derecho Internacional, específicamente de la Convención de Viena sobre Derecho Consular, o la soberbia que caracteriza al Gobierno, o posiblemente el deseo de recuperar los afectos de su jefe, el conductor de la Cancillería se fue a un extremo sin precedentes. Como para despejar dudas acerca de quien inspiró ese disparate, el führer dijo que había sido Maduro quien le había recomendado cerrar el consulado.
Evidentemente Venezuela tiene el derecho soberano de tomar una decisión de esa naturaleza. Razón tiene el vocero del Departamento de Estado cuando dijo que esa es una decisión soberana del régimen venezolano.
Pero la soberanía no puede invocarse para justificar desatinos ni incurrir en insensateces. Si lo que pretende el Gobierno es fustigar al Gobierno norteamericana, en realidad lo que ha hecho es autoflagelarse. La mayoría de las importaciones provenientes de Estados Unidos se despachan precisamente desde Miami. El cierre del consulado deja en el limbo esas importaciones, en su mayoría de productos alimenticios, sin la posibilidad de cumplir los trámites consulares correspondientes. Además significa dejar de percibir cuantiosas sumas por concepto de ingresos consulares.
Por otra parte, los más de 160.000 venezolanos que viven en Florida y en los estados a los cuales se extiende la jurisdicción del consulado han quedado desamparados, sin la protección del Estado venezolano e imposibilitados de realizar trámites consulares como son, entre otros la obtención o renovación de pasaportes, la realización de actos del registro civil, los trámites de registro electoral, los trámites ante Cadivi (remesas de pensionados y jubilados). También ciudadanos norteamericanos que deseen viajar a Venezuela por motivos de negocios o simplemente como turistas, no podrán obtener la visa necesaria. Todas esas personas tendrán que acudir a oficinas consulares distantes, con el agravante de que no tienen la competencia necesaria para atender todos lo asuntos que lleva el consulado en Miami.
Según el führer la medida del Gobierno norteamericano de expulsar a la cónsul venezolana "es injusta, atropellante, es inmoral la expulsión de la señora cónsul que solo cumplía con su obligación".
Como su memoria es deliberadamente corta, cuando le conviene, echa en el saco del olvido las medidas igualmente injustas y atropellantes que él mismo le aplicó en el pasado a funcionarios norteamericanos en Venezuela como la expulsión, el 11 de septiembre de 2008, del embajador norteamericano Patrick Duddy, a quien acusó de estar involucrado en un plan magnicida -"A partir de este momento tiene 72 horas el embajador yanqui en Caracas para salir de Venezuela" dijo entonces- y el retiro, el 8 de agosto de 2010, del placet ya otorgado al embajador designado Larry Palmer. Esto sin contar los epítetos insultantes que en numerosas ocasiones le ha dirigido al Presidente de Estados Unidos.
¡Así, así es que se gobierna! braman y aplauden los fundamentalistas y fanáticos chavistas sin detenerse a pensar que la improvisación y la soberbia con la cual se manejan las relaciones exteriores hunden al país cada vez más en el aislamiento y el desprestigio. La vida dentro de la comunidad internacional exige un comportamiento sereno, serio, responsable y digno, libre de arrogancias y desplantes innecesarios. Pero ya sabemos que bajo el actual régimen eso, y muchas cosas más, equivalen a
Entre las incontables barbaridades que dijo figura el anuncio de que había decidido cerrar el consulado venezolano en Miami. "Lo cerramos. No habrá consulado en Miami". Inmediatamente, dándose cuenta de "la pata que estaba metiendo" morigeró el anuncio diciendo que se trataba del "cierre administrativo" de esa oficina consular mientras se analiza el caso de la consul declarada persona non-grata..
Días antes el conductor de la Cancillería habia advertido que "en su momento" el régimen daría "una respuesta clara, firme y oportuna sobre ese tema".
Normalmente, cuando un funcionario diplomático o consular es declarado persona non-grata, lo que procede es la reciprocidad, es decir una medida equivalente o en todo caso proporcionada. Es lo que podía esperarse de ese anuncio. Pero la ignorancia del Derecho Internacional, específicamente de la Convención de Viena sobre Derecho Consular, o la soberbia que caracteriza al Gobierno, o posiblemente el deseo de recuperar los afectos de su jefe, el conductor de la Cancillería se fue a un extremo sin precedentes. Como para despejar dudas acerca de quien inspiró ese disparate, el führer dijo que había sido Maduro quien le había recomendado cerrar el consulado.
Evidentemente Venezuela tiene el derecho soberano de tomar una decisión de esa naturaleza. Razón tiene el vocero del Departamento de Estado cuando dijo que esa es una decisión soberana del régimen venezolano.
Pero la soberanía no puede invocarse para justificar desatinos ni incurrir en insensateces. Si lo que pretende el Gobierno es fustigar al Gobierno norteamericana, en realidad lo que ha hecho es autoflagelarse. La mayoría de las importaciones provenientes de Estados Unidos se despachan precisamente desde Miami. El cierre del consulado deja en el limbo esas importaciones, en su mayoría de productos alimenticios, sin la posibilidad de cumplir los trámites consulares correspondientes. Además significa dejar de percibir cuantiosas sumas por concepto de ingresos consulares.
Por otra parte, los más de 160.000 venezolanos que viven en Florida y en los estados a los cuales se extiende la jurisdicción del consulado han quedado desamparados, sin la protección del Estado venezolano e imposibilitados de realizar trámites consulares como son, entre otros la obtención o renovación de pasaportes, la realización de actos del registro civil, los trámites de registro electoral, los trámites ante Cadivi (remesas de pensionados y jubilados). También ciudadanos norteamericanos que deseen viajar a Venezuela por motivos de negocios o simplemente como turistas, no podrán obtener la visa necesaria. Todas esas personas tendrán que acudir a oficinas consulares distantes, con el agravante de que no tienen la competencia necesaria para atender todos lo asuntos que lleva el consulado en Miami.
Según el führer la medida del Gobierno norteamericano de expulsar a la cónsul venezolana "es injusta, atropellante, es inmoral la expulsión de la señora cónsul que solo cumplía con su obligación".
Como su memoria es deliberadamente corta, cuando le conviene, echa en el saco del olvido las medidas igualmente injustas y atropellantes que él mismo le aplicó en el pasado a funcionarios norteamericanos en Venezuela como la expulsión, el 11 de septiembre de 2008, del embajador norteamericano Patrick Duddy, a quien acusó de estar involucrado en un plan magnicida -"A partir de este momento tiene 72 horas el embajador yanqui en Caracas para salir de Venezuela" dijo entonces- y el retiro, el 8 de agosto de 2010, del placet ya otorgado al embajador designado Larry Palmer. Esto sin contar los epítetos insultantes que en numerosas ocasiones le ha dirigido al Presidente de Estados Unidos.
¡Así, así es que se gobierna! braman y aplauden los fundamentalistas y fanáticos chavistas sin detenerse a pensar que la improvisación y la soberbia con la cual se manejan las relaciones exteriores hunden al país cada vez más en el aislamiento y el desprestigio. La vida dentro de la comunidad internacional exige un comportamiento sereno, serio, responsable y digno, libre de arrogancias y desplantes innecesarios. Pero ya sabemos que bajo el actual régimen eso, y muchas cosas más, equivalen a
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