En: http://www.lapatilla.com/site/2014/09/22/pablo-aure-epidemia/
De acuerdo con la Wikipedia, la epidemia “es una descripción en la
salud comunitaria que ocurre cuando una enfermedad afecta a un número de
individuos superior al esperado en una población, durante un tiempo
determinado.
Para evitar el sensacionalismo que conlleva esta palabra en ocasiones
se utiliza el sinónimo de brote epidémico o brote. Siendo este el
concepto de epidemia, nos deberíamos preguntar entonces en qué condición
se encuentra nuestro país: ¿estaremos en presencia de una epidemia de
dengue y de chikungunya, o no? La Dra. Luisa Ortega Díaz, fiscal general
de la República, en su programa “Justicia y valores” del pasado
viernes, calificó como “un atentado contra la paz y la tranquilidad que
merecen los venezolanos” las afirmaciones que en los últimos días
habrían realizado representantes del Colegio de Médicos de Aragua y
algunos dirigentes opositores sobre la existencia de un brote epidémico.
Dijo la Fiscal: “en ninguno de los casos estamos frente a una situación
que pudiéramos decir que es un brote de epidemia”, y además especificó
que la Fiscalía procesaría penalmente a los denunciantes.
Todo este asunto nos tiene que llamar la atención. Porque si bien es
irresponsable quien causa alarma con informaciones falsas, más lo es
quien teniendo el deber de informar veraz y oportunamente, oculta la
existencia de una situación de enfermedad colectiva. No hay nada más
dañino que el misterio en ese ámbito porque hace que la gente especule a
falta de una información oficial. En el caso de las muertes ocurridas
en el Hospital Central de Maracay, todavía el Ministerio de Sanidad no
ha emitido un boletín oficial que nos diga, luego de un informe forense,
cuáles fueron las causas de las defunciones. En lugar de aclarar el
panorama sanitario, el régimen lo torna más confuso ya que arremete
contra quien nos alertó, aquí lo que está dado es procurarnos una
respuesta médica y no política.
Ayer, leíamos a los profesores José María Lugo Peña y José Corado,
ambos médicos de reconocida trayectoria (el primero, experto en Salud
Pública, y el segundo, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de
la Universidad de Carabobo, con doctorado en Inmunología en el instituto
Pasteur de Francia) quienes abordaron con meridiana claridad el tema en
cuestión. Ambos coinciden en que estamos frente a una epidemia. Refiere
el Dr. Lugo Peña que la Organización Mundial de la Salud habla de
epidemia cuando el índice aédico de una región alcanza el 1%. En
Venezuela, ese margen ronda el 89% de proliferación de vectores
transmisores del dengue y del chikungunya. Quiere esto decir que no
puede haber dudas de que sí hay una epidemia, y por ello, atendiendo a
las recomendaciones del decano Corado, el “Gobierno nacional debe
declarar emergencia por brote de chikungunya”. Tanto el decano José
Corado como el Dr. Lugo Peña, para afirmar la existencia de la epidemia,
tomaron como referencia las cifras oficiales del Ministerio para la
Salud en relación con el último boletín epidemiológico, que indica los
resultados de la primera semana de septiembre; de allí dedujeron que
existe un aumento de aproximadamente doce mil casos de dengue en
relación con el año pasado, indicándose además que en lo que va del 2014
se han atendido cuatro veces más casos de fiebre en relación con el
2013. Ninguno de los dos expertos quiso abordar lo acontecido en el
Hospital Central de Maracay, hasta tanto no haya confirmación por parte
del Instituto Nacional de Higiene.
Todos tenemos miedo
Imposible pedir no tener miedo si sabemos que nos enfrentamos a un
régimen capaz de todo, que no respeta los más elementales derechos
humanos.
Declarar o informar sobre un tema que pueda resultarle incómodo a los
que detentan el poder te puede llevar a la cárcel. Es más peligroso
para quien lo hace, declarar y protestar, que cometer cualquier delito.
Para nadie es un secreto que el régimen tiene a su merced el aparataje
judicial y con espantosa facilidad te fabrican un expediente y te
someten al escarnio público en cadena nacional. Lo hemos visto muchas
veces. En lo particular lo he sufrido en carne propia.
Pero si el pueblo tiene miedo, también los capitostes lo padecen.
Claro que Nicolás Maduro y otros gobernantes sufren de terror al ver que
poco a poco se descubren sus mentiras. Están atemorizados de perder el
poder y por eso utilizan métodos antidemocráticos para atacar a quienes
osan criticarlos. Pero no solo responden con los tribunales, sino que
previamente inventan historias fantasmagóricas para preparar el terreno y
hacer ver como criminal a un simple ciudadano que ha expresado su
descontento. Lo último que se les ha ocurrido fue decir que están
enfrentando una “guerra bacteriológica” ¡bárbaros!
NTN24 ¿fallas técnicas?
La semana pasada la cancillería colombiana emitió un comunicado en el
cuál hace del conocimiento público que espera que los problemas de
señal que ha tenido el portal web del canal NTN 24 (www.ntn24.com) en
algunas regiones de Venezuela obedezcan en verdad a fallas técnicas, y
no, como lo han presentado las directivas del medio de comunicación, a
una censura mediante un bloqueo tecnológico. Vaya presunción de
ingenuidad del Gobierno colombiano decir que puede ser por fallas
técnicas. Parecen no recordar que el 13 de febrero de este mismo año,
Nicolás Maduro, en cadena nacional, dijo que fue una decisión de Estado
sacar al canal de noticias internacionales NTN 24 de la oferta de
programación de las cableras DirecTV y Movistar. “Yo voy a defender el
derecho a la tranquilidad de Venezuela, y nadie va a venir desde el
exterior a tratar de perturbar el clima psicológico de Venezuela”,
sentenció el mandatario nacional.
El Gobierno nacional no acepta el pluralismo informativo porque
siente que lo debilita. Todo aquel gobernante que le teme a los medios
de comunicación es porque también le teme a la confrontación de las
ideas; y siendo esto así es lógico afirmar que en Venezuela no hay
democracia, porque no hay libertad de expresión en ninguna de sus
modalidades.
¿Simonovis precursor del diálogo?
Hoy estamos contentos porque el excomisario pasará su convalecencia
rodeado de sus seres queridos. Estará en su casa, aunque temporalmente
estará con su familia hasta alcanzar su completa sanación.
El haber concedido esa medida a Iván Simonovis ha desatado los
demonios en el ala radical del oficialismo, quienes pretendían y aún
pretenden ver morir al excomisario en los fríos calabozos de Ramo Verde.
Como ya hemos dicho, Nicolás Maduro también tiene miedo. No a ser
perseguido por los tribunales, sino a que siga desvaneciéndose su
popularidad hasta llegar a un índice que resulte prácticamente imposible
gobernar. Está desesperado por volver a sentarse con los opositores en
la misma mesa de diálogo que meses atrás lo oxigenó. Creo que detrás de
la “medida humanitaria” está también ese propósito.
Esperemos los próximos días y veamos con qué nos salen, porque no
tengo dudas de que hay sectores de la oposición que se entienden tras
bastidores con el régimen.
Por lo pronto: bien por Simonovis y su familia. Vaya para ellos un apretado abrazo de solidaridad.
Pablo Aure
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