En: http://www.lapatilla.com/site/2014/09/22/eduardo-semtei-palabrerio-chachara-verborrea-retahila-o-pura-paja/
Eduardo Semtei
Lo más cierto del asunto ese de la propaganda es que la gente
toma Coca-Cola y fuma Marlboro a punta de comerciales de todo tipo.
Radio, televisión, publicidad exterior, concursos y pare usted de
contar. Conscientes de ello, los regímenes de onda dictatorial,
comunistoides o poco democráticos, prevalidos de esta arma de
convencimiento, la utilizan no a discreción, si no a mansalva, en el
logro de sus propósitos.
En Venezuela, el gobierno maneja de una u otra forma, sea por
propiedad accionaria, sea por amenazas, sea por chantaje financiero o de
papel, o sea por autocensura, la inmensa mayoría de los diarios, las
radioemisoras y las televisoras. Solo basta leer un resumen del
currículo de Joseph Goebbels, gran ministro de la propaganda de la
Alemania nazi o de Lavrenti Páulovich Beria, gran ministro de la
propaganda soviética estalinista, para verificar que el espíritu de esos
dos tristes y famosos personajes ocupan hoy sillones preferenciales en
el Consejo de Ministros de Venezuela. Sus ideas son veneradas aunque no
los mencionan ni de casualidad.
Goebbels convenció a la población de ese gran país, una
sociedad ciertamente civilizada, mediante los artificios, artimañas,
engaños y señuelos de la propaganda nazi, de entrar en una guerra
infame, terrible. Y a adorar a Hitler, que no era sino un despiadado
criminal.
Por su parte, Beria, mediante el monopolio de las
comunicaciones y la prensa, en lo que él mismo bautizó como “hegemonía
comunicacional” (lo de Izarrita es una copia desvergonzada, más bien un
vulgar plagio), convirtió a Stalin en un héroe nacional, cuando en
realidad no pasaba de ser un sanguinario verdugo.
En tres ocasiones distintas, dos Chávez y una Maduro, se han
empleado ardides propagandísticos para distraer a la gente, para
confundir a las masas, para manipular la opinión pública, para disfrazar
la realidad. Capotes rojos que no siempre son advertidos por los
ciudadanos. De allí que, pese al derrumbe gigantesco de la civilidad,
del desarrollo económico. Frente a una criminalidad tenebrosa, una
inflación demoledora, un desabastecimiento vergonzoso el gobierno
conserve todavía 35% en promedio de opinión favorable.
Primero fueron los fulanos motores del desarrollo. Ay, qué
palabrerío. Parecen parodiar a la Loca Luz Caraballo. Los deditos de tus
manos. Primer motor: ley habilitante. Vía directa al socialismo. ¿Al
socialismo? ¡Al desastre! Nos estamos desmoronando y el presidente
empeñado en pagarles a los banqueros de Wall Street, en vender Citgo. De
esa frase Patria, Socialismo o Muerte, solo cumplió una de las metas.
Ya saben ustedes cuál. Una ley que los habilitó para robar, corromper,
torcer la Constitución y las leyes.
Segundo motor: reforma constitucional. Estado de Derecho
socialista. Afortunadamente las mayorías electorales derrotaron el
atrofiado intento de coronar emperador al presidente de la época, aunque
a lo largo del resto de su vida fue aprobando, por cuentagotas y contra
la Constitución y el sentido común, la mayoría de las deformidades
planteadas en esa reforma, tales como el manejo de las reservas
internacionales como si fuera la caja chica de una cantina militar.
Tercer motor. Moral y luces. Educación con valores socialistas.
Aquí sí se montó la gata en la batea. Ya se cuentan por docenas los
grandes capitanes de este gobierno que han solicitado asilo en Estados
Unidos a cambio de informaciones sobre delitos de corrupción y de
narcotráfico. El Witness Protection Program parece un oasis para todo
aquel que caiga en desgracia. Son varios los “soleados” que no pueden
pisar ningún país del mundo por temor a que les pongan los ganchos. Como
dice la famosa consigna militar: “El honor ni se divisa”. La moral está
podrida y las luces apagadas.
Cuarto motor. Nueva geometría del poder. El reordenamiento
socialista de la geopolítica de la nación. Umm. Una cháchara
estupidizante para destruir alcaldías y gobernaciones. La ruptura de la
organización democrática. La eliminación definitiva del equilibrio de
poderes y la aplicación con saña del más despiadado centralismo. Todo en
manos de una sola persona.
Y por último el quinto motor. Explosión del poder comunal.
¡Democracia protagónica, revolucionaria y socialista! Qué retahíla de
necedades. Cuánta verborrea inútil. Cinco motores que se fundieron.
Pasaban aceite con perol y todo. Un castillo de engaños y de promesas.
No resistieron la más mínima prueba de funcionamiento. Se hundieron en
el tiempo. Murieron al nacer. Ya nadie recuerda nada de ello. Ni
siquiera los más recalcitrantes defensores del gobierno. Eran pura paja.
Y pensar que llegó a ser una pregunta obligatoria en los requisitos
para disfrutar de una de las famosas misiones. Dios. En la próxima
entrega las otras dos campañas… Las tres R y las cinco revoluciones
dentro de la revolución.
No comments:
Post a Comment