LUIS VICENTE LEÓN
| EL UNIVERSAL
domingo 19 de octubre de 2014 12:00 AM
Hoy terminamos la serie de
artículos dedicada a desarrollar los escenarios de corto plazo para
Erick, el representante de una transnacional, a quien su casa matriz
pidió proyecciones sobre su negocio en Venezuela.
En nuestra entregas anteriores explicamos por qué consideramos que la única incertidumbre a muy corto plazo es la respuesta del presidente Maduro frente a la crisis. El primer escenario fue el "Status Quo", basado en la tesis de que hay una posibilidad que el gobierno siga jugando Play Station, atacando los monstricos que aparecen, sin una estrategia integral para resolver problemas de fondo.
Nuestro segundo escenario es la marxcificación, con un gobierno que toma los factores de producción e incrementa las importaciones públicas, amplificando la ineficiencia y la corrupción.
Nuestro tercer y último escenario es el ajuste implícito, que sería el tránsito desde el Status Quo hacia una estrategia de racionalización moderada, aplicada con pinzas y maquillada para evitar el ataque de los radicales internos; surfear la resistencia de los beneficiarios de las distorsiones y evadir anuncios de ajuste que podrían alborotar el avispero en una población bastante sensible ante la pérdida de ingresos y la merma de su calidad de vida.
En este escenario, el gobierno decide avanzar, aunque con problemas de velocidad, en acciones (y omisiones) que oxigenen al sector privado. Evade presentar un cambio de modelo... pero lo cambia.
Los ajustes son los clásicos, solo que bajo la mesa. El elemento central es cambiario, donde si bien el gobierno rechaza la idea de devaluar explícitamente , comienza una estrategia de devaluación encubierta pasando importaciones de sectores de Cencoex al Sicad1 y de Sicad1 a Sicad2 y de ahí al mercado paralelo (que no autoriza abiertamente, pero frente al que se hace el loco para permitir que fluya). Estos desplazamientos, mucho mayores que los vistos hasta ahora, se traducen en una devaluación del tipo de cambio promedio y aumenta seriamente los ingresos de Pdvsa en bolívares, eliminando las necesidades de financiamiento inorgánico del BCV. Si bien el mercado sigue cerrado, el gobierno aumenta las asignaciones para garantizar abastecimiento.
En términos de precios, el gobierno mantiene el control e incluso hace show sobre el mismo, pero en la práctica, entiende que son vitales los desplazamientos de precios para garantizar abastecimiento. Autoriza aumentos en negociaciones cara a cara con los sectores, pero no los hace explícitos. Se elimina la obligación de publicación en Gaceta Oficial y se trasladan a decisiones más ejecutivas del Sundde. Los precios aumentan y el sector privado siente más libertad de movimiento ante sus desplazamientos de costos.
El incremento del precio de la gasolina se vuelve a poner sobre la mesa para sensibilizar a la población y, mientras tanto, los apoyos petroleros a países del Caribe y Cuba mantienen una tasa de decrecimiento, más que justificada en la crisis económica interna que vive el país.
La salida de empresas transnacionales no es bienvenida por el gobierno y sus acciones, post caso Clorox, son cuidadosas para evitar una estampida. El gobierno reconoce la necesidad de mantener a los privados activos y se paraliza (aunque no reduce) el crecimiento de la actividad pública en la economía.
Este escenario no es suficiente para rescatar los equilibrios ni puede ser caracterizado por la palabra "moderno" pero sin duda la economía tendrá un respiro y las empresas una oxigenación. Es el menos malo de los escenarios posibles y, si me lo preguntan, el escenario en el que el presidente Maduro quisiera estar también... aunque querer y poder no es lo mismo para él que lo que era para Chávez.
En nuestra entregas anteriores explicamos por qué consideramos que la única incertidumbre a muy corto plazo es la respuesta del presidente Maduro frente a la crisis. El primer escenario fue el "Status Quo", basado en la tesis de que hay una posibilidad que el gobierno siga jugando Play Station, atacando los monstricos que aparecen, sin una estrategia integral para resolver problemas de fondo.
Nuestro segundo escenario es la marxcificación, con un gobierno que toma los factores de producción e incrementa las importaciones públicas, amplificando la ineficiencia y la corrupción.
Nuestro tercer y último escenario es el ajuste implícito, que sería el tránsito desde el Status Quo hacia una estrategia de racionalización moderada, aplicada con pinzas y maquillada para evitar el ataque de los radicales internos; surfear la resistencia de los beneficiarios de las distorsiones y evadir anuncios de ajuste que podrían alborotar el avispero en una población bastante sensible ante la pérdida de ingresos y la merma de su calidad de vida.
En este escenario, el gobierno decide avanzar, aunque con problemas de velocidad, en acciones (y omisiones) que oxigenen al sector privado. Evade presentar un cambio de modelo... pero lo cambia.
Los ajustes son los clásicos, solo que bajo la mesa. El elemento central es cambiario, donde si bien el gobierno rechaza la idea de devaluar explícitamente , comienza una estrategia de devaluación encubierta pasando importaciones de sectores de Cencoex al Sicad1 y de Sicad1 a Sicad2 y de ahí al mercado paralelo (que no autoriza abiertamente, pero frente al que se hace el loco para permitir que fluya). Estos desplazamientos, mucho mayores que los vistos hasta ahora, se traducen en una devaluación del tipo de cambio promedio y aumenta seriamente los ingresos de Pdvsa en bolívares, eliminando las necesidades de financiamiento inorgánico del BCV. Si bien el mercado sigue cerrado, el gobierno aumenta las asignaciones para garantizar abastecimiento.
En términos de precios, el gobierno mantiene el control e incluso hace show sobre el mismo, pero en la práctica, entiende que son vitales los desplazamientos de precios para garantizar abastecimiento. Autoriza aumentos en negociaciones cara a cara con los sectores, pero no los hace explícitos. Se elimina la obligación de publicación en Gaceta Oficial y se trasladan a decisiones más ejecutivas del Sundde. Los precios aumentan y el sector privado siente más libertad de movimiento ante sus desplazamientos de costos.
El incremento del precio de la gasolina se vuelve a poner sobre la mesa para sensibilizar a la población y, mientras tanto, los apoyos petroleros a países del Caribe y Cuba mantienen una tasa de decrecimiento, más que justificada en la crisis económica interna que vive el país.
La salida de empresas transnacionales no es bienvenida por el gobierno y sus acciones, post caso Clorox, son cuidadosas para evitar una estampida. El gobierno reconoce la necesidad de mantener a los privados activos y se paraliza (aunque no reduce) el crecimiento de la actividad pública en la economía.
Este escenario no es suficiente para rescatar los equilibrios ni puede ser caracterizado por la palabra "moderno" pero sin duda la economía tendrá un respiro y las empresas una oxigenación. Es el menos malo de los escenarios posibles y, si me lo preguntan, el escenario en el que el presidente Maduro quisiera estar también... aunque querer y poder no es lo mismo para él que lo que era para Chávez.
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