En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/17/alexis-alzuru-la-otra-conspiracion/
Alexis Alzuru
Un proceso de ruina similar al de Venezuela no existe en América
Latina, hasta donde se observa. La razón es simple: Ninguno de los
países que se identifican con el socialismo posee las riquezas que
necesitan los Castro para revertir los 60 años de atraso en los que
hundieron a su isla. Someter a los venezolanos hasta que Cuba se
recapitalice es la fin del proyecto del cual Nicolás Maduro y sus
milicias cívico-militares son los cancerberos.
En Venezuela está en evolución un proyecto de dominación social; no
es sólo un cambio del modelo político o económico. En países como
Bolivia y Ecuador, gobierno y oposición difieren en la concepción y
administración el Estado. Sus discrepancias abarcan los criterios de
distribución de la riqueza y la justicia; igual disienten en la
concepción de la libertad. Sin embargo, los datos prueban que las
decisiones de sus gobernantes guardan relación con lo que el sentido
común interpreta como bienestar colectivo. Lo cual explica que Evo
Morales y Rafael Correa se declaran socialistas, pero no por eso actúan a
contrapelo de lo que prescribe el conocimiento económico, social o
jurídico.
En Bolivia y Ecuador se desarrollan modelos con los que se puede o no
estar de acuerdo; pero lo que no se podría afirmar es que sus
dirigentes persiguen la indignidad de sus ciudadanos. Por lo demás, esos
gobiernos han dejado claro que utilizar el poder para posicionar un
ideario no autoriza la destrucción de un país. Por eso, no es casualidad
que los expertos del BID y del BM reconozcan que Bolivia tendrá este
año el mayor crecimiento económico de toda la región. Mientras tanto
Nicolás Maduro lleva a cabo un programa de dominación con el pretexto de
establecer el socialismo. Quizás la prueba más concluyente de ese
proyecto es la convicción de la cual hace alarde la elite oficialista de
liderar una revolución, cuando no son más que piezas de los Castro.
Dominar significa apoderarse del inconsciente y de la conciencia del
otro. Es reescribir sus deseos y direccionar su voluntad para beneficio
de quien somete. En el caso venezolano, los Castro y sus aliados
internacionales modelaron el razonamiento del Presidente y de los jefes
del gobierno. Incluso, les hicieron creer que son amos del poder; pero
en realidad son los instrumentos que ellos utilizan para consumar el
saqueo de la nación
Las ideas, creencias y costumbres constituyen el terreno donde se
lleva a cabo el combate por la autonomía o el sometimiento de los
pueblos. Cuba lo sabe y por eso, insiste en modificar la cotidianidad
del venezolano. Su propuesta reza que la reconfiguración de la psique
del ciudadano debe mantenerse hasta que muchos emigren y el resto
sustituya en su interior el orden por la anomia; el bienestar en lugar
de la escasez. En ese canje también deberán convertir la justicia en
impunidad, la igualdad en privilegios; y, deberán asimilar que las
instituciones se reemplazarán por la voluntad del gobernante.
Los adversarios del gobierno no escapan a la confabulación cognitiva
que está en marcha. Por ejemplo, se les vendió la ilusión según la cual
un proyecto de dominación trasnacional se detiene con los medios que los
partidos utilizan en las disputas por los cargos de representación.
Esto es, con marketing y algo de calle; con críticas sobre los servicios
públicos y denuncias sobre violaciones a los derechos humanos y la
libertad de prensa. Todo acicalado con los llamados a participar en
elecciones alteradas por el gobierno.
Estudios recientes sobre el sistema cognitivo revelan que se puede
estar ciego para lo evidente; sobre todo, se puede estar ciego para la
ceguera propia. Tal vez, este descubrimiento explique por qué se insiste
en derrotar al gobierno sin colocar lo electoral como el corolario de
una alianza entre sectores que si bien divergen, pueden reunificarse
para recuperar la dignidad de la Republica. Un requisito sin el cual la
autonomía de los venezolanos no será rehabilitada ni se producirá una
vuelta a la normalidad democrática.
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