Por Johan Rodríguez Perozo @johanperozo.-
La
historia electoral de Venezuela tiene reservado un capítulo en el cual
se recoge la participación de las figuras militares en campañas
electorales. Por supuesto, para quienes de manera circunstancial han
asumido el rol de candidatos, venidos del estamento militar, antes han
declinado su rol en la actividad castrense. La figura de los militares
en el poder, en el contexto histórico venezolano, ha copado de manera
abundante la historiografía criolla. Ello ha sido así dada la
prolongación, desde el siglo XIX hasta la primera mitad del XX, de los
militares a cargo de la conducción de los destinos del país. Cipriano
Castro, Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras e Isaías Medina
Angarita, reafirmaron con sus mandatos durante cuarenta y cinco años lo
anteriormente expuesto. Cierto es que la Democracia “asomó su rostro” el
año 1945 en el marco de la llamada Revolución de Octubre,
pero lo hizo de la mano de militares de nuevo cuño. Carlos Delgado
Chalbaud y Marcos Pérez Jiménez, protagonizaron los eventos que dieron
al traste con el corto período de tres años, durante los cuales se llevó
a cabo el ensayo democrático, conocido como el trienio adeco.
Fue ésta la ocasión en la cual se ejecutó lo que más adelante, a partir
de 1958, sería una práctica cotidiana de la dinámica política
venezolana, las campañas electorales y elecciones libres por el voto
popular.
La apertura de la
Democracia acogió desde sus inicios la participación de ex militares en
la competencia por la Presidencia de la República. La primera
experiencia conocida fue la del propio Wolfgang Larrazábal, quien
presidió la Junta de Gobierno que sucedió a Pérez Jiménez, para luego
renunciar tanto al cargo en la Junta, como a su condición de militar
activo para competir como candidato por la Presidencia de la República.
Larrazábal reincidió por segunda ocasión en las elecciones de 1963, esta
vez con menos suerte que en la anterior, puesto que bajó en los
respaldos obtenidos en su primera presentación. En la competencia frente
a Rómulo Betancourt y Rafael Caldera, respaldado por los partidos URD,
PCV y MENI, logró un honroso e importante tercer lugar con
aproximadamente 900.000 votos. En cambio, en su segunda presentación
como candidato, no sólo llegó en lejano quinto lugar sino además, con el
solitario respaldo del FDP, apenas logró la cantidad aproximada de
275.000 sufragios.
Para las elecciones de
1968 no figuró ningún candidato proveniente de las filas de las Fuerzas
Armadas. Pero en las del año 1973, se presentó el General en situación
de retiro, Martín García Villasmil. Siendo un militar de amplia
trayectoria en la milicia, venía de haber ocupado el Ministerio de la
Defensa en el primer gabinete ministerial de Rafael Caldera. Considerado
como el primer gobierno “monocolor” de la era democrática, sin embargo,
tuvo la confianza de Caldera para ser designado como el primer
responsable de la cartera militar. Se le recuerda por el escándalo que
protagonizó, a raíz de la destitución del cargo como Ministro, lo cual
lo llevó a plantear un conflicto de alta factura, pues, atrincherado en
su casa y metralleta en mano, se negó a aceptar tal remoción por parte
del Presidente. Las reacciones del gobierno no se hicieron esperar y el
General García Villasmil no sólo fue finalmente sometido y sancionado
sino además, pasado a retiro definitivo de su rol como militar activo.
Probablemente, el episodio del cual fue protagonista y dada la alta y
significativa exposición lograda a través de los medios en tal ocasión,
le sirvió de acicate para lanzar su nombre en campaña electoral, hacia
la conquista de la Presidencia en las elecciones de 1973. La suerte y
los votos, evidentemente no lo acompañaron. El ex General tan sólo pudo
lograr el octavo lugar, con base a unos 12.000 votos en un contexto en
el cual, junto a otros doce candidatos en liza, Carlos Andrés Pérez de
AD y Lorenzo Fernández de COPEI, acapararon el 85% de los votos.
La experiencia fallida
del segundo militar en retiro, de abordar la aventura de la candidatura
presidencial, no sirvió de ejemplo para quienes más tarde transitaron
por la misma senda. Para las elecciones del año 1983, otro General
retirado, objeto principal de esta edición del Museo Electoral de konzapata.com, quien
además fue Ministro de Defensa del gabinete del Presidente Luis Herrera
Campins, Luis Enrique Rangel Burgoin, presentó su candidatura
presidencial en la campaña electoral de esa ocasión. El hecho, un tanto
curioso, que caracterizó la incursión política y electoral de Rangel
Burgoin, fue la decisión de buscar como principal apoyo a su
candidatura, el respaldo de Marcos Pérez Jiménez. Llamó la atención, por
supuesto, que siendo un militar forjado en el período democrático y
además Ministro del quinto Presidente de ese período histórico, haya
buscado como principal soporte político a quien en el pasado representó
exactamente lo contrario al hecho democrático político y electoral.
Hay que señalar en honor
a la verdad, que Rangel Burgoin no fue el único en gestionar el apoyo
del pérezjimenismo en medio de una campaña electoral. En elecciones
anteriores, otros candidatos llevaron a cabo el mismo peregrinaje hacia
la Moraleja, sin haber obtenido éxito en la diligencia. Aunque Rangel
Bourgoin tampoco obtuvo respaldo expresamente, sin embargo, si logró por
escrito una respuesta de Pérez Jiménez. La respuesta la utilizó como
material de campaña en la búsqueda, probablemente, de despertar la
reminiscencia en el sector de electores venezolanos con simpatía
manifiesta hacia el ex Dictador. Un cruce epistolar entre el ex militar
candidato y el ex Dictador, fue puesto de relieve en una publicación de
propaganda electoral a través de los medios impresos. En apoyo a esta
afirmación, acompaña este trabajo del Museo Electoral, el ejemplar de la
página de periódico del diario El Nacional, de fecha miércoles 23 de
noviembre de 1983, es decir, entonces faltaban apenas once días para las
elecciones de ese año 1983.
La totalidad de la página, obviamente pagada como propaganda electoral a favor del candidato y su partido, Rescate Nacional,expresaba
además del contenido epistolar, algunas consignas y referencias a la
importancia de la respuesta. El diseño de la página correspondió a un
llamado, acerca de una suerte de noticia extraordinaria y de impacto,
con cuyo título se anuncia lo demás.¡EXTRA¡ El General Pérez Jiménez apoya al General Rangel Burgoin, rezaba
el encabezado de la propaganda. En la parte inferior, en una especie de
sub texto, denunciaban la persecución de la cual habían sido objeto los
seguidores del ex dictador, pero quienes así actuaron no tuvieron
reparo en solicitar sus votos en distintas elecciones. Sugería el aviso
que la orfandad electoral en la cual había estado el electorado
pérezjimenista, podría encontrar en el partido Rescate Nacional y la
candidatura de Rangel Burgoin, la plataforma para la reivindicación
política de quienes integraban ese sector de votantes. Al pié de la
página, la propaganda cerraba con el tradicional llamado a votar por las
dos tarjetas cuyo contenido fundamental eran la imagen de Rangel
Burgoin, el mapa de Venezuela y la consigna: Eficiencia, Seguridad y Orden, quizás parafraseando algunas de las viejas consignas del antiguo partido de Pérez Jiménez ,el FEI.
El contenido de la
carta, resumido en dos cuartillas, da cuenta de la respuesta de Pérez
Jiménez al candidato. En la misma le expresó su satisfacción por haber
enviado a la calificada delegación con la cual se entrevistó en la
residencia de La Moraleja en Madrid. Expresó la coincidencia con las
ideas políticas que Rangel representaba y valoró la solicitud de apoyo
formal. No obstante la manifestación de simpatía por la candidatura, le
expresó de manera contundente que no le veía ningún chance de ganar las
elecciones. Dijo Pérez Jiménez en la carta, que las elecciones estaban
arregladas para que ganara AD o COPEI y que los venezolanos votan pero
no eligen y que en un cuadro de tal naturaleza, consideraba la
candidatura como un intento fallido más. Le manifestó además las serias
dudas que albergaba acerca de la posibilidad de que obtuviera con su
partido, una representación digna en el Congreso Nacional. Finalmente
cerró Pérez Jiménez la misiva con esta perla: “Aprovecho
la oportunidad de esta carta para manifestarle a usted que no tengo en
Venezuela representante político alguno, y si alguien está proclamando
tal cosa es porque tiene la tendencia común de la mayoría de los
políticos del Sistema, a engañar a la colectividad venezolana”.
Rangel Burgoin, haciendo
caso omiso del contenido de fondo de la misiva, asumió la respuesta
como una suerte de respaldo de parte del ex Dictador. En tal sentido lo
manejó el comando de campaña mediante la publicación de la carta en el
diario El Nacional. La candidatura llegó hasta el final y obtuvo, como
era de esperarse, un lejano séptimo lugar con apenas 8.800 votos
aproximadamente. En esta ocasión, tal vez en coincidencia con la visión
de Pérez Jiménez acerca del posible resultado electoral, en una
competencia entre trece candidatos, Jaime Lusinchi y Rafael Caldera,
principales competidores en la justa electoral, se llevaron el 91% de
los votos emitidos. El 0tro 7%, como es obvio señalar, se distribuyó
entre el resto de los once candidatos en liza.
Luis Enrique Rangel
Burgoin fue un militar de carrera destacada en el seno de las Fuerzas
Armadas. La formación básica la hizo durante el período de la dictadura
de Pérez Jiménez. En el marco del proyecto democrático, ocupó posiciones
destacadas como oficial instructor en materia de equipos blindados y
obtuvo experiencia combate a la subversión a través de entrenamiento
especializado en Estados Unidos. Además de Ministro de Defensa, también
se desempeñó como Secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa
durante el mismo período de Luis Herrera. Una vez retirado de las
Fuerzas Armadas, fundó el Instituto Venezolano de Estudios Estratégicos,
la Asociación de Generales y Almirantes Retirados y la Asociación Civil
Grupo Pichincha. Finalmente, una vez que tomó la decisión de
involucrarse en la actividad política, fundó el Partido Rescate
Nacional, el cual le sirvió de apoyo a la candidatura Presidencial. Más
adelante, en elecciones posteriores, otros militares de alta graduación
en situación de retiro, imitaron la experiencia de querer alcanzar la
Presidencia de la República por la vía del voto, fracasando en el
intento al igual que los anteriores. Algunos de éstos candidatos fueron
Nelson Ojeda Valenzuela, Radamés Muñoz León, Oswaldo Suju Raffo y
Francisco Arias Cárdenas. Sólo un militar, quien curiosamente no tuvo el
rango de ninguno de los mencionados y que además intentó primero llegar
al poder por la vía del golpe de Estado, logró posteriormente el
objetivo de alcanzar la Presidencia de la República por la vía del voto
popular de manera clara y contundente, Hugo Chávez.
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