Tuesday, October 14, 2014

Se descontrolaron las fieras de la furia y el odio en el chavismo

En: http://konzapata.com/2014/10/se-descontrolaron-las-fieras-de-la-furia-y-del-odio-en-el-chavismo/

Por Pedro Benítez @PedroBenitezF.-

La semana pasada un frío de navaja recorrió el espinazo de cada uno de los altos dirigentes del chavismo. A medida que han ido brotando las informaciones en torno a las auténticas circunstancias y motivaciones del homicidio del diputado Robert Serra, varias cosas van quedando más o menos claras:

Podría haber una conexión entre los asesinatos de Juancho Montoya el 12 de febrero y el de José Odreman, pasando por el de Serra.

Si eso fue así, entonces lo ocurrido ese día no fue sino una acción de encubrimiento donde el verdadero objetivo fue Montoya y Bassil Da Costa, la trágica víctima colateral. Lo demás fue una operación para desviar la responsabilidad hacia los estudiantes (que fueron lo que convocaron esa marcha hacia la Fiscalía) y a Leopoldo López. Los verdaderos autores intelectuales están en otro lado.

Empezamos a sospechar parte de lo que los altos mandos del régimen ya saben: todo el discurso oficial dirigido a culpar a sectores de la oposición o del extranjero de los crímenes de Montoya, Otaiza, Serra y Odreman, en realidad busca encubrir un profundo conflicto interno que ha llegado a los tiros.

Hasta ahora, y pese la repetitiva versión oficialista, no han aparecido pruebas ni nada que conecte a nadie ligado a la oposición y a algún grupo o personaje político del extranjero con esa extraña y cada vez menos casual cadena de asesinatos.

Los mensajes crípticos y entre líneas de algunos altos mandos políticos del oficialismo, como lo que, por ejemplo, expresó el ex alcalde de Caracas Freddy Bernal: “Nadie es invulnerable. Pudiera ser que eventos como estos sigan”, o la declaración del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello (“yo me siento amenazado”), podrían no estar pensados ni dirigidos a nadie del otro lado de la talanquera ni fuera de las fronteras nacionales.

Todo indica que la situación se salió de control.

Algo está podrido y muy podrido. Si el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente, es normal entonces que ya esté descompuesto.

Si se nos permite especular, digamos que no es la primera vez que cosas como las que sospechamos han ocurrido antes: para los años 1973 y 1974, en la última y breve presidencia del general Juan Domingo Perón, su movimiento se dividió en dos facciones armadas que terminaron por dedicarse a resolver a tiros sus diferencias de criterios: Los Montoneros y la Triple A.

Pues bien, el chavismo le ha dado dinero, armas, cargos, relevancia y coartada política a una serie de grupos con actividades al margen de la ley, y que todos sabemos que bajo la cobertura de colectivos sociales han operado en realidad como grupos armados de choque.

¿Toda esa gente armada a quién responde? ¿Quién los controla? ¿Cuál es la línea de mando?

El ambiente de caos, desorden e invasiones que se apoderó del municipio Libertador desde que Bernal llegó a la alcaldía en 2000 fue premeditado; el objetivo era crear un anillo de “seguridad popular” en torno a los edificios donde tienen asiento los poderes públicos. Eso fue evolucionando hasta convertirse entre otras cosas en una red de negocios no lícitos pero tolerados.

Poder, dinero e impunidad. Mézclese y estos son los resultados.

Todo esto es parte del proceso de descomposición de eso que para ahorrarnos explicaciones denominamos chavismo, y que Jon Lee Anderson recogió magistralmente en su crónica sobre la Torre de David.

Vista así las cosas, el desabastecimiento, el paralelo fuera de control, la inflación incontrolable, el colapso económico, el aumento de la pobreza, la crisis sanitaria, etc., no son sino la consecuencia de un mal mucho más profundo que le impide al grupo en el poder actuar de manera racional. Y no en contra del orden natural de las cosas.

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