¿Estará deprimido, luego de tan visible derrota? (Una posibilidad para un brainstorming sería imaginar a Rodríguez Torres deprimido). ¿En su silencio, urdió la que será su venganza? ¿Acaso durante esos 25 días alcanzó a reformular su estrategia? El presidente Maduro anunció que volvería en 15 días y ese plazo ya se venció.
Por Ricardo Avila.-
El pasado 27 de
octubre, tres días después de su destitución, la cuenta twitter de
Miguel Rodríguez Torres entró en modalidad de silencio. Así permaneció
por 25 días: un tiempo prolongado para quien ostenta un número nada
despreciable de seguidores: más de 205 mil personas. Ese gentío se ha
quedado sin saber qué piensa Rodríguez Torres de su destitución. El
presidente Maduro anunció que volvería en 15 días y ese plazo ya se
venció.
¿Estará deprimido, luego de tan visible derrota? (Una posibilidad para unbrainstorming sería
imaginar a Rodríguez Torres deprimido). ¿En su silencio, urdió la que
será su venganza? ¿Acaso durante esos 25 días alcanzó a reformular su
estrategia? ¿Llegó a la conclusión de que debe aceptar el cargo que le
ofrezcan, así sea como Embajador en un lugar tan remoto como Vietnam,
con tal de volver a engancharse con el poder, o todavía está en
condiciones de decir ‘no’, y exigir que le asignen una tarea en
Venezuela, de manera de estar cerca de la crisis política y económica
ahora mismo en proceso?
Si
se lo mira en el tiempo, es fácil percatarse que Rodríguez Torres es un
hombre orgulloso y un caballero de la distancia. Un señor que observa y
anota. Que prefiere mirar y escuchar, a los riesgos de hablar. Una
personalidad de esas que prefiere permanecer detrás de la puerta.
Durante más de 8 años estuvo dedicado, como jefe de los servicios de
inteligencia, a seguirle la pista a muchos, lo que incluye a numerosos
personeros del propio gobierno. La leyenda dice que Rodríguez Torres
‘sabe’. Y que sabe mucho. Lo repiten los entendidos.
En cierto modo, Rodríguez Torres es un
inasible, casi un inclasificable de la política venezolana. Baste con un
ejemplo: en el circuito de los apostadores, es decir, de los que hablan
de política con la Gaceta Hípica en el pensamiento, por una parte están
los que todavía sostienen que Rodríguez Torres es una ficha de Diosdado
Cabello, y por la otra los que aseguran que es una figura clave de una
red militar, menos visible que la de Cabello: la muy tensada y apenas
visible que une con guayas de acero a Rodríguez Torres con la
Gobernación de Carabobo y con la Comandancia General del Ejército.
Porque, aunque hasta esta hora ninguno de sus titulares se ha
pronunciado en público, la mayoría de los mandos militares clave del
país –y ello incluye a varios gobernadores que son militares retirados-
rechazaron sin titubeos la destitución de Rodríguez Torres: ellos, mejor
que cualquier civil apenas informado, conocen los vínculos entre los
colectivos y la delincuencia y, también, el peligro que estas bandas
armadas representan para ellos mismos.
De
hecho, es de allí, de esos círculos de donde también surge la versión
de que el caso Rodríguez Torres es la primera crisis seria,
institucional, por la que atravesado el gobierno de Maduro.
Ni ficha de Cabello ni de la logia militar
liderada por Ameliach: Rodríguez Torres sueña con Miraflores, es decir,
con llegar allí, con los apoyos de unos y otros. Que nadie se olvide de
la estentórea inscripción suya en el PSUV (el pasado mes de julio) y los
cinco minutos de micrófono que le concedieron el 31 de julio, donde se
dirigió a los asistentes: entonces Rodríguez Torres soñaba con que
aquello era un primer paso necesario, en el camino que lo podría
conducir a la candidatura presidencial del PSUV en el 2019.
Luego de que Rodríguez Torres fuese derrotado
(derrota temporal, no definitiva), su debate interno se sintetiza en
esto: tragarse su orgullo y trazar una ruta distinta en su aspiración al
poder, o aplacar su deseo y planificar su venganza: Rodríguez Torres
como Némesis de Nicolás Maduro. En el criterio de este comentarista, las
dos opciones son razonables: aceptar algún cargo y esperar a mejores
tiempos, o mantenerse fuera del gobierno y darle forma a la humillación
que le propinaron.
Pero cuidado, que hay una tercera
posibilidad: que no acepte cargo alguno, y que vengarse y ascender al
poder sean parte de una misma operación.
Tal vez ello explique que una de las
preguntas que más se escucha en distintos círculos de poder es: ¿Dónde
está Miguel Rodríguez Torres?
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