Eduardo
Fernández
Viene la Navidad. Viene el Niño Jesús. Viene de nuevo el mensaje de paz, de esperanza, de reconciliación que representa el nacimiento del niño Dios. Ojalá el niño Dios nos traiga una transición ordenada, pacífica y feliz.
De acuerdo al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
(DRAE) la transición es “la acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar
a otro distinto”.
Los venezolanos queremos una transición que nos lleve de un estado de
confrontación permanente e infecundo a un clima de armonía y de entendimiento.
Queremos una transición que nos lleve de la inflación, la recesión y el
desabastecimiento, a una economía productiva sin inflación, con crecimiento y
con mercados abastecidos con los productos que necesitamos para nuestros
hogares.
Queremos una transición que nos garantice un árbitro electoral imparcial
que genere confianza en todos los ciudadanos y un gobierno que nos garantice el
respeto a la vida y a las propiedades y una Asamblea Nacional que legisle y que
controle la marcha de la Administración Pública tal como lo ordena la
Constitución Nacional.
Queremos una transición que nos dé a los venezolanos una administración
de justicia independiente, autónoma y capaz de asegurar la plena vigencia de
nuestros derechos humanos.
En definitiva queremos más y mejor democracia, y eso incluye profundizar
la descentralización y darles un mayor protagonismo a los gobiernos regionales
y locales. Acabar con el centralismo exagerado, con el
modelo rentista petrolero y con la concentración patológica del poder en las
manos del presidente de la República.
Los venezolanos queremos una transición que acabe con el control de
cambios y con los controles artificiales de la economía y que estimule la
diversificación y el fortalecimiento de nuestro aparato productivo.
Una transición que nos dé más y mejores empleos. Que defienda el poder
adquisitivo del salario. Que haga de la educación la prioridad nacional y que
nos garantice mejores escuelas y mejores salarios para nuestras maestras y
maestros.
En definitiva, una transición que nos saque del atraso y nos permita
disfrutar de un país más unido, más próspero y más feliz.
Ojala el Niño Dios nos conceda esa transición.
Seguiremos conversando
Eduardo Fernández
@efernandezve
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