Saturday, May 30, 2015

Comiendo bachacos

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MIRO POPIC


Mayo es tiempo de bachacos en la amazonía venezolana, es la época en que estas hormigas gigantes salen de sus cuevas para fundar nuevas colonias y seguir así con su tarea de multiplicarse una y otra vez, hasta que terminan en una sartén o bien dentro de unos frascos con jugo de yuca fermentada con algo de picante vendido como catara. Mientras tanto sus primas hermanas, las hormigas limoneras, tienen un final más dulce: van a condimentar un bombón de chocolate de Kakao, en Los Secaderos de la Trinidad, aderezados en la escuela de María Fernanda Di Giacomme, o bien ahogados en miel en Puerto Ayacucho, de la que prepara Lucy Quero, dándole un toque de acidez a la más dulce de las preparaciones que la naturaleza, a través de las abejas, proporciona a los humanos. ¿Quién dice que en Venezuela no comemos insectos?

PRIMER PLATO
La primera receta con hormigas en las historia venezolana la encontramos en un escrito de Fray Pedro Simón (15741628), titulado Noticias Historiales de Venezuela, donde cuenta que en los llanos occidentales encontró que los indígenas "... tomaban un bollo de maíz tierno y jugoso, y poniéndolo al modo de osos encima del hormiguero, y haciendo ruido si no estaban para que salieran las hormigas, salían y se pegaban al bollo; al cual tomaban luego y lo iban amasando con las mismas hormigas y lo volvían a poner otra vez y otra, hasta que ya estaba cuajado de ellas, que eran más las hormigas que la masa. Y entonces las comían y era su más ordinario sustento, cosa que no hemos oído nunca en ninguna otra nación". Una auténtica receta de autor, aunque no sepamos su nombre, suficiente para afirmar que los primeros bollos pelones de nuestra cocina se hicieron con hormigas. ¿Qué tal? Galeotto Cey, en Viaje y Descripción de las Indias 1539-1553, narra haberlas comido: "Hay otra hormiga grande y más gorda de todas, de color marrón que está en unos montículos de tierra por los prados y bosques y cuando llueve sale fuera al sol. Los indios las comen asadas sobre la cazuela, y echan de sí mucha grasa y buen olor que por necesidad varias veces las he comido".

SEGUNDO PLATO
En Amazonas para atrapar bachacos se recurre al fuego puesto sobre el nido y cuando los bachacos salen a la superficie los cogen con una trapos viejos y los ponen en una olla con agua con sal. Luego los fríen en una paila caliente hasta que quedan tostaditos y crujientes, listo para comer, como quien ingiere maní en un juego de pelota. En Colombia los exportan, en Venezuela los perseguimos.

Las hormigas son proteína pura, bajas en grasa, ricas en minerales. Las hay de diferentes tamaños y formas, todas con diferentes usos culinarios. Los bachacos de las variedadesAtta cephalotes y Atta sexdens, por su gran tamaño sirven para tostar o asar y comer solos, son de un sabor muy agradable. El bachaco tamari, Atta sp., gran comedor de hojas, tiene un sabor ácido y se como fresco o asado.

La hormiga limonera tiene un sabor cítrico que se realza al ser tostada a fuego medio, sin llegar a quemarse totalmente.

Nelson Méndez, cocinero venezolano centrado en la cocina amazónica, tiene varias recetas con bachacos que presenta en su libro Saberes y Sabores de la Gastronomía Indígena: sancocho de pescado y bachaco, encevichado de pavón con lluvia de bachaco limonero, polvorones de bachaco limonero, tulipas de bachaco limón, etc.

TERCER PLATO
Los bachacos están de moda y no sé qué tiene el gobierno contra ellos.

Ocurre que son un grupo de lo más simpático, organizado y trabajador, donde cada quien cumple su rol. Los obreros buscan las hojas y crean un hongo con que se alimenta toda la colonia.

Los soldados tienen tenazas para arrastrar las piezas y defender el lugar de los intrusos.

Las doncellas se ocupan de atenderlos en todo momento. La Reina tiene por misión colocar huevos para asegurar la reproducción, con un abdomen 10 veces mayor que su propio tamaño.

Son las únicas comestibles ya que encierran mayor cantidad de proteínas cuyo vientre sabe a mantequilla por la cantidad de grasa que contiene.

POSTRE
El número de bachacos debe superar ampliamente al número de personas y si hay tanto interés en combatirlos, debe ser porque la autoridad está convencida de que la cosa se le está poniendo color de hormiga

Vía Tal Cual
Que pasa Margarita

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