HUMBERTO
SÁNCHEZ AMAYA
Fue el 7
de abril de 2013 que Leonardo Padrón comenzó a publicar quincenalmente sus
crónicas en El Nacional, en la columna titulada “Todo en
prosa”. Eran días de tensión. Una semana después se realizarían las elecciones
presidenciales. Desde ese primer momento la protagonista de sus textos no ha
sido otra que Venezuela y todo lo que le afecta.
El
miércoles pasado, en el hotel Renaissance, se bautizó el libro que recopila
esos textos, un registro de los acontecimientos actuales. Se titula Se
busca un país, como también se llamó el primer trabajo publicado. El
historiador Elías Pino Iturrieta fue el encargado de hacer la presentación:
“Todas las sociedades requieren de un traductor y de un convocador de sus fragmentos,
de una elevación de sus experiencias que las haga parte de una sensibilidad
propiamente colectiva”.
Son dos
años de crónicas. Si bien entonces Padrón aseguraba sentirse agobiado, la
situación es ahora más intensa. “La búsqueda continúa con más urgencia porque
todas las circunstancias se han extremado. Estamos ante un país enfermo”,
indicó el escritor. Su crónica “Cinco sótanos contra el sol” sobre los jóvenes
detenidos en la sede del Sebin fue una de las más comentadas cuando se publicó
en Internet el 8 de febrero de 2015.
—¿Hablamos
de un libro que plantea el remedio a los problemas del país?
—Jamás
tendría la intención de pontificar sobre lo que se debe hacer. Obviamente, en
el camino dejo caer reflexiones, mi visión sobre la forma en la que los
venezolanos nos terminamos metiendo en esta calle ciega, pero son solo
opiniones con la respiración entrecortada del país. Nos están apagando las
ventanas de comunicación y tenemos el deber de prender otras.
—El que
agoniza piensa en tirar la toalla. ¿Le ha pasado?
—Para
nada, te lo juro. Hay días en los que amanezco más desalentado que otros. Hay
momentos en los que la ráfaga de malas noticias y decepciones te descorazonan,
pero soy un optimista crónico. Soy activista de la esperanza, una palabra que
uno debe tratar con cuidado porque es un lugar común peligroso.
—¿Y dónde
debe estar uno con respecto al país?
—Antes
uno no mencionaba tanto la palabra "país". Se ha convertido en la más
abundante en el léxico de los venezolanos, pero también la más agraviada. Se
nos exige estar al lado de esa palabra, acompañarla en su agonía y salvarla.
—¿Qué
sintió cuando terminó de escribir la crónica “Cinco sótanos contra el sol”?
—Un
cansancio enorme. Es el tipo de texto que no me hubiera gustado escribir nunca.
Ojalá pueda abonar, servir para algo. Cada crónica me fatiga inmensamente, pero
el género en sí lo disfruto.
—¿Ha
recibido algún reproche por alguno de estos textos?
—En
Aporrea siempre me saludan con adjetivos predecibles. Con respecto a las
amistades, las que perdí hace muchos años que están en la otra acera.
—¿Cómo se
ve en diez años?
—Me
gustaría estar escribiendo libros más luminosos, volver a la poesía. La crónica
me ha demandado un tiempo importante, que me ha otorgado páginas pero también
me ha quitado otras.
—¿Un
poeta prestado a la crónica?
—Como
dice Juan Villoro, la crónica es el ornitorrinco de la prosa. Lo rico de ella
es que la haces con las herramientas de la poesía y la narrativa. Como escritor
de televisión y cine, sé cómo diseñar personajes. También meto la mirada del
reportero. Ahí también está la poesía. De alguna manera hay inflexiones en mis
páginas en las que está la poesía.
Vía El Naciona
Que pasa Margarital
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