No pierdo la esperanza de que haremos una catarsis política, una nueva
época de limpieza, de claridad política y moral pública, liberada de sátrapas
de pacotilla que han hecho carrera delictiva amparados por la sombra del poder.
Cuando pase, el cambio adoptará acaso una trayectoria sinuosa, confusa, y tal
vez se dé la circunstancia de que quienes administren la transición no sean los
resistentes con credenciales, fajados durante tantos años denunciando grandes
corruptelas y la espantosa debacle económica, sino, principalmente, salgan de
los mismos civiles y militares que han colaborado con el régimen, pero no
quieren que les salpique la escoria y el hedor por el cual transita la
narcorrevolución hasta su defunción.
El momento se acerca. Nicolás Maduro podría salvarse, tener una salida
negociada, ser recibido en Moscú como desea Raúl Castro, pero está empeñado en
hundirse con Diosdado y parecer su rehén. Su solidaridad automática es
sospechosa, desde la opinión pública no se expresa sino un profundo asco. La respuesta
presidencial de que “Diosdado somos todos” a la afirmación del prestigioso
diario estadounidense The Wall Street Journal, de que Diosdado está
siendo investigado por la Fiscalía de Estados Unidos, no puede ser más
comprometida, a menos que lo haga de la boca para afuera mientras sigue el
guion enviado desde Cuba, que busca su acomodo con Estados Unidos, y por eso le
han ordenado recibir nuevamente a Thomas Shannon, enviado especial del
presidente Obama, para tratar el dossier completo hecho contra Cabello, en el
que sin duda alguna ha colaborado el gobierno cubano.
El G2 ha venido recabando información de todos los pasos dados por
Diosdado Cabello desde el principio de la revolución, y ese expediente fue
determinante para que Hugo Chávez escogiera a Maduro y no a Cabello como el
sucesor. La animadversión de los hermanos Castro por el llamado número dos es
de vieja data, siempre han pensado que tiene su propia agenda y que Cuba no
está en ella, lo consideran traidor, por eso hacen y harán lo que sea por
contrarrestar su poder.
Infiltrado
hasta los tuétanos.
El cerco contra Diosdado no solo está en el frente externo, es
improbable que Estados Unidos envíe un comando para llevárselo y hacer un
operativo similar a la captura de Noriega en Panamá. Esta es una época muy
distinta, pero la realidad es que hay sectores en la Fuerza Armada dispuestos a
facilitar las investigaciones de Estados Unidos. Según nuestras fuentes
militares, Diosdado solo controla 30% de los comandantes de batallones, lo cual
no significa ninguna garantía para él, porque están bajo el impacto de las
graves denuncias y no quieren verse involucrados.
Por otra parte, organismos de inteligencia venezolanos están informando
a los de Colombia sobre los aviones que vienen a buscar droga. La nave con el
cargamento de cocaína estrellada la semana pasada fue derribada por la Fuerza
Aérea colombiana –que lo anunció oficialmente–, y dejó muy mal parado al
ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, que aseguró que había sido una
acción de la Aviación venezolana. Según las fuentes, el avión salió de un
aeropuerto clandestino del Zulia, a cinco minutos de Colombia y fue cargado en
Venezuela.
Para evitar próximas
acciones colombianas, el “Cartel de los Soles” concentrará acciones en Guárico,
donde tendrían su principal centro de acopio, cargarán los aviones y en aguas
internacionales quitarán el detector del radar para aterrizar en México sin
problemas. Pero los derribos continuarán, debido a las informaciones que se
intercambian los organismos de seguridad, venezolanos, colombianos y
estadounidenses.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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