CARLOS
BLANCO
El
torbellino se ha instalado. El régimen está asediado no por una conspiración
mundial, sino por la tempestad que desató. Los que dirigen el Estado juran
estar frente a un complot, no entienden que el sistema rompió sus equilibrios y
no los encontrará sin un cambio mayor. El país está en transición, aunque no
necesariamente hacia la democracia.
Era
posible esperar que la alternativa a este régimen fuese la oposición, mediante
una transición ordenada que incluyera alianzas con sectores del chavismo. Sin
embargo, no es ese objetivo el que se plantea para este momento la corriente
dominante opositora.
En 2014
“la salida” buscó el cambio constitucional del régimen bajo diferentes
modalidades (constituyente, renuncia, congreso ciudadano) en el marco de una
protesta, poderosa y sin dueño, que conmovió al país. Esas propuestas fueron
derrotadas. Quien esto escribe acompañó la tesis de “la salida” por la vía de
la renuncia porque parecía lo menos costoso para el país, sobre todo si se ve
lo que resulta del madurismo prolongado. Quienes compartimos “la salida”
cometimos errores, el fundamental fue no evaluar correctamente las fuerzas que
podían acompañar esta propuesta; especialmente, no se previó la brutal reacción
criminal por parte del gobierno, ni que los otros sectores de la oposición
buscarían deslegitimar la idea de “la salida” con la fuerza con que lo
hicieron. Y ellos ganaron.
Con la
derrota de “la salida” o de la renuncia, caben dos grandes escenarios, la
estabilización del régimen y, de lograrse la mayoría en las inciertas elecciones
de Asamblea Nacional, su eventual sustitución por referéndum o en 2019. Pero si
Maduro no logra estabilidad y la crisis es de tal profundidad e inminencia,
como pareciera, con el régimen desbaratado y una oposición que no promueve su
reemplazo anticipado, el escenario caótico puede ser “resuelto” por una de tres
vías o su combinación: 1) Una “explosión social”, nombre-código de una
situación de desobediencia espontánea, muy riesgosa y sin dirección, debido a
las penurias provocadas por la escasez, la inseguridad y la inflación; 2) una
transición chavista, dentro del régimen, que propicie la eyección de unos y la
llegada de otros, en un mar de intrigas en marcha; y 3) algún tipo de
intervención militar (el propio gobierno insiste en que tales conspiraciones
existen) sea suave (“mira mijo, renuncia”); sea fuerte (“apúrate, que el avión
está listo para despegar”).
Dos tesis opositoras
contrapuestas que, a pesar de todo, convergen en participar en las elecciones
parlamentarias.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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